La llave y la cerradura de la Diabetes Mellitus
La palabra diabetes procede del griego y significa «pasada a través de» o «correr a través de». No se está de acuerdo en quién la bautizó de esta manera. Unos piensan que fue Apolonio de Menfis, mientras que otros señalan a Areteo de Capadocia, médico turco (81-138 d. C). Este término fue acuñado debido a la característica de esta enfermedad de eliminar grandes cantidades de orina (poliuria). Por otro lado, la palabra mellitus viene también del griego (mel, que significa «miel»). Ésta fue añadida en 1675 por Thomas Willis al percatarse de que la orina de un paciente diabético tenía sabor dulce.
La diabetes es una enfermedad crónica muy común que afecta al 6-10% de la población y que se diagnostica cuando los niveles de glucosa («azúcar») en sangre superan unos determinados valores: 1. Las personas sin diabetes presentan cifras en ayunas entre 70 y 100 miligramos/decilitro (mg/dl). 2. Las personas con mayor riesgo de desarrollar diabetes («prediabetes«) tienen cifras en ayunas entre 100 y 125 mg/dl. 3. Las personas con diabetes presentan cifras en ayunas igual o superiores a 126 mg/dl.
Resulta de vital importancia el control de la diabetes, manteniendo en todo momento, y siempre que sea posible, los niveles de glucosa dentro unos límites aceptables para la salud del paciente. En el caso de que no fuera debidamente controlada podría dar lugar a complicaciones a corto plazo y a largo plazo. Entre las complicaciones agudas podemos encontrar las hipoglucemias (generalmente aparecen cuando los niveles de glucosa están por debajo de 70 mg/dl) y las hiperglucemias. Mientras que las complicaciones crónicas o a largo plazo afectarán predominantemente al sistema cardiovascular (infarto de miocardio, trombosis cerebral, úlceras y amputaciones de los pies), así como al riñón, sistema nervioso y visión.
Por otro lado, y no menos importante, es preciso decir que la diabetes habitualmente se acompaña de otras enfermedades que, igualmente, aumentan el riesgo de padecer complicaciones cardiovasculares. Así, pues, sus compañeras de viaje favoritas suelen ser la hipertensión arterial, la dislipemia (hipercolesterolemia e hipertrigliceridemia) y la obesidad (sobre todo el aumento de la cintura abdominal).
Pero, ¿sabes cómo se produce la diabetes? Para explicarlo de una forma fácil y asequible al lector hablaremos del mecanismo de la llave-cerradura. La glucosa, que es el alimento que ingerimos con la dieta, necesita entrar en las células de nuestro organismo para, de ese modo, alimentarlas y que estén bien nutridas. Sin embargo, la glucosa, para poder entrar en la célula, precisa de la insulina, sin la cual le resultaría imposible acceder al interior de la misma. La insulina es una hormona que se sintetiza en el páncreas y que permite que la glucosa entre en las células, proporcionándole energía. Así pues, diríamos que la célula posee en su pared múltiples puertas con cerraduras cuya única llave es la insulina, gracias a la cual la glucosa podrá pasar al interior de la habitación llamada célula. Con la glucosa ya en el interior, la célula estará debidamente alimentada y se seguirá relacionando, regenerando y multiplicando adecuadamente. Por ejemplo, una célula de nuestra piel, que haya sido dañada por algún traumatismo determinado o bien por la misma acción del sol, se regenerará como es debido si le llega la energía necesaria para ello. De lo contrario, morirá y no será sustituida. Eso es lo que ocurre en las úlceras, las cuales citamos anteriormente como una de las complicaciones crónicas de la diabetes. Éstas no son más que lesiones o heridas que tardan mucho tiempo en curar.
Pues bien, dicho esto, la diabetes aparece ante la falta de secreción de insulina por parte del páncreas y/o la disminución de su efecto. De este modo, si no tenemos la llave, la glucosa no podrá entrar en la célula y tendrá que quedarse irremediablemente en el torrente sanguíneo, que es por donde circula. Será así cuando los niveles de glucosa aumenten en sangre.
Las causas que originan estas alteraciones son múltiples, aunque hay muchos factores implicados que desempeñan un papel importante, como son los genéticos y ambientales (obesidad y falta de ejercicio).
A continuación, pasamos a exponer los diferentes tipos de diabetes que podemos encontrar: la diabetes tipo 1, la diabetes tipo 2 y la diabetes gestacional.
La diabetes tipo 1 suele iniciarse en la infancia-adolescencia, aunque en realidad puede aparecer a cualquier edad. Todas las personas que la tienen lo saben, ya que los síntomas suelen presentarse de forma brusca: sed intensa (polidipsia), aumento de la cantidad de orina (poliuria), cansancio (astenia) y pérdida de peso a pesar de comer mucho. La causa no es otra que la destrucción completa de las células productoras de insulina, por lo que es imprescindible para su tratamiento administrar insulina desde que se diagnostica y para siempre. En los tiempos que corren no se ha encontrado el modo de prevenir su aparición de forma eficaz, aunque existen fundadas esperanzas de que esto será posible en un futuro no muy lejano.
La diabetes tipo 2 es la más frecuente y representa el 90-95% de todas las personas que tienen diabetes. Generalmente, afecta a personas de más edad que las de la diabetes tipo 1, y suelen existir otros casos en la familia (abuelos, padres y hermanos). No todas las personas que la tienen lo saben, ya que, por regla general, no ocasiona molestias durante los primeros años, por lo que puede pasar desapercibida mucho tiempo. La causa de la aparición de dicha patología es la insuficiente producción de insulina junto con un aprovechamiento inadecuado de ésta. La alimentación y el ejercicio son la base del tratamiento, aunque, según el defecto que predomine, puede ser necesario administrar insulina, fármacos antidiabéticos o ambas cosas a la vez. La diabetes tipo 2 se acompaña con mucha frecuencia de obesidad, aumento de la presión arterial y del colesterol, por lo que decimos que este tipo de diabetes sí puede prevenirse mediante una alimentación equilibrada (aumentando el consumo de frutas y verduras y reduciendo las grasas) y una actividad física regular (evitando el sedentarismo).
La diabetes gestacional es la que se inicia en el embarazo y que, habitualmente, se corrige una vez finaliza éste. Muchas de las mujeres que la padecen, con los años, pueden desarrollar una diabetes tipo 2 si no cuidan su peso. Se trata, en la mayoría de las ocasiones, con una dieta sana y equilibrada, aunque en algunos casos se precisará insulina.
Otros tipos de diabetes aparecen ante una cirugía llevada a cabo en el páncreas, o bien por la toma de medicamentos (corticoides), los cuales acaban dañando dicho órgano, etc.