LA ENVIDIA

El diccionario de la RAE define la envidia como un \»sentimiento de tristeza o enojo que experimenta una persona, por lo que no tiene y desearía tener para sí sola de otra que lo posee\». También puede catalogarse como una \»pasión malsana que afecta más a quien la padece que a aquel que la despierta\». La envidia pues, es un desagradable sentimiento que surge cuando notamos que otra persona posee una cualidad, un bien o un trato inmerecidamente bueno que querríamos para nosotros. Es una sensación plenamente humana y, sin embargo, nos genera malestar y desconfianza hacia los demás.
Poéticamente yo la definiría de la siguiente manera:
LA ENVIDIA
Como llama que arde incandescente,
la envidia es un tonel dulce y amargo,
que abrasa y consume lentamente,
a todo aquel que bebe un trago largo.
Una horrenda obsesión siempre presente,
vana esperanza o nocivo encargo
de un portador a fin, que inútilmente,
le llevará a vivir el peor letargo.
La envidia es querer lo que otro tiene
para sí mismo, aunque delirante,
su frustre en ella una y otra vez.
Si alguien quiere que algo le envenene,
la envidia es lo mejor como excitante.
En ella encontrará: La estupidez,
la ira y la escasez,
la avaricia, la rabia y la maldad,
la mentira y también la depresión
cargada de ansiedad y hostilidad.
Para entrar en los detalles y de forma superficial, como introducción, empezaré hablando de la envidia en sí misma y aunque todos sabemos de qué va el asunto, haré también unas simples reflexiones sobre la envidia y, estoy seguro, que después de mi triste experiencia con ella tiempo a tras, con mi relato y mis versos tendremos más claro el asunto. La envidia pues, es uno de nuestros pecados capitales y es algo que en mayor o menor medida todos hemos sufrido a lo largo de nuestra vida. Para que se entienda mejor mi exposición y los versos que acompaño, voy a narraros la historia que nos ocurrió a un grupo de vecinos y amigos de una urbanización de los alrededores de Madrid hace ahora unos quince años. Unos hechos que tuvieron graves consecuencias para unos y dramáticas para otros, que fueron provocados por la envidia y en cualquier caso, fue algo que cambió literalmente la vidas de todos nosotros.
Podría deciros pues, que la envidia es un dolor intenso en comparación entre lo que el envidioso quisiere de lo que otro tiene. Además, ese dolor al que podemos llamar envidia nos recuerda constantemente lo que no tenemos. A veces puede confundirse con el odio, pero no es así, ya que en el odio podemos encontrar placer, sobre todo cuando se produce o se lleva a cabo por una venganza. En cambio, la envidia está ligada pues a un montón de cosas malas, entre ellas: la avaricia, la mentira y la falsedad entre las más destacadas, además de provocar en el envidioso: la ansiedad, la rabia y la depresión; siendo a la vez una fuente inagotable de hostilidad interior del envidioso hacia el envidiado y de problemas en el mundo. Entre las cosas que persigue la envidia, está el deseo de que la persona envidiada no tenga lo que tiene, ni que sea cierto su éxito personal, ni la riqueza material.
Todos sabemos que a los envidiosos les molesta también, que promocionen o le suban el sueldo a un compañero de trabajo y que sufren cuando a un colega le dan un premio. Tampoco les gusta que los hijos de sus parientes o vecinos saquen buenas notas o que sus amigos vayan siempre elegantemente vestidos o tengan una pareja guapa y atractiva. Si le ocurre todo o alguna de estas cosas o parecidas, es muy posible que lo que usted tenga o sienta sea envidia. La mayoría de las veces el envidioso lo es por motivos económicos, centrando siempre su pensamiento en el otro, o sea, en el envidiado más que en él mismo, dándose muchas veces el caso que, el envidiado ni se entera de que lo es, siendo el envidioso el que verdaderamente lo pasa mal. La envidia se lleva por dentro y su manifestación podría parecer como una declaración de inferioridad y, en cualquier caso, el resultado final que puede ofrecernos un envidioso se aproxima mucho a estos versos:
REFLEXIONES
Poco hay de estas tristes reflexiones
que de la vida humana ya no sepa,
he sacado al final mis conclusiones
a lo ancho y largo de su inmensa estepa.
Así es la vida que, en ocasiones,
ofrece un olmo que hasta el cielo trepa,
uvas que nos levantan más pasiones
que algunos vinos de la mejor cepa.
Así lo falso se suele ofrecer
e intensamente viste siempre el velo,
de blanca nieve o de azul de cielo;
pero a lo largo de la enorme senda
hay vinos de visión muy estupenda,
en la cata imposibles de beber.
Cuando la envidia tiene lugar en el seno de la familia y particularmente entre hermanos, puede resultar altamente dolorosa y corrosiva, mucho más para el envidioso que para el envidiado. Ocurre por ejemplo, siempre que los padres no justifican bien el reparto desigual de su herencia entre sus hijos, lo que genera grandes dosis de envidia y de rencor entre ellos, siendo lo peor, la herencia en sí misma a repartir, algo que puede dejar enconados enemigos para toda la vida entre los hermanos. Existe también lo que podemos considerar como la envidia sana, que es la admiración del otro y es la que motiva la mejora de uno mismo; pero la envidia maligna se relaciona con la deshonestidad o con la conducta inmoral y tiende siempre a hacer caer al envidiado.
Si conseguimos convencernos de lo que decimos, lo cual muchas veces no es más que engañarnos a nosotros mismos, nos sentiremos mejor. Por otra parte, la envidia es un sentimiento muy arraigado en los humanos y algo que todos hemos sentido en mayor o menor medida alguna vez y evitarla, en circunstancias que nos abocan a ella es muy difícil. Lo que no hay que caer nunca es en esa envidia enfermiza que hace infelices a quienes la padecen, a los que les rodean y también a los envidiados. La envidia raras veces puede detectarse, pero cuando eso ocurre, se puede ver reiteradamente en una ironía, pasando por unos chismes que el envidioso esparce para desprestigiar al envidiado y cuando es enfermiza, siempre en algo gravísimo que termina muy mal para todos. Por el hecho de serlo, el envidioso se convierte a la vez en un farsante, también en un mentiroso y como toda mentira al final se descubre, suelen quedar muy mal, ya que la amistad y la confianza se rompen.
Hasta aquí os he hablado de forma superficial sobre de la envidia, nada nuevo que no conozcáis por experiencias personales sufridas o de oídas, pero ahora os voy a hablar de los hechos que sufrimos por ella un grupo de vecinos y amigos de antaño y, en concreto, hasta dónde puede llegar la maldad de un envidioso por ella, mucho más como en el caso que nos ocupa, en el que lo que provocó no se pudo controlar. Los hechos que os voy a narrar ocurrieron entre el año 1995 y el 2010 aproximadamente y fue algo que cambió literalmente mi vida y la de mis vecinos, a la vez que ocasionó daños irreparables a unos y tragedias personales a otros. Reflexionando ahora sobre aquella historia, veo claramente que la envidia fue la causante de lo que nos ocurrido a todos y afirmo, que la riqueza de unos y la escasez otros, en la mayoría de los casos está muy ligada a ella, por lo que al paso y tras estos versos, voy a exponeros mi desagradable y triste experiencia con la envidia:
LA RIQUEZA Y LA ENVIDIA
La riqueza es punto muy lejano
que no entiende de atajos e imperiosa,
brilla su excelsa cumbre luminosa
con la que sueña todo vicio humano.
¡Soñaba yo en llegar, al monte arcano
y el niño aquel con su virtud dichosa,
descubrió en esa cumbre tan hermosa,
que en ella habita el monstruo más insano:
¡La envidia! Un pecado capital
de una horrenda ambición y bastardía,
que no conoce paz, ni la alegría.
Un afán desmedido y halagüeño,
que sólo es el encanto de un mal sueño
que mina el crecimiento personal.
Tras más de diez años tratando de levantar mi empresa y cuando las cosas empezaron económicamente a irnos mejor, a primeros de los años 90 compramos un chalecito de fin de semana a unos setenta kilómetros de Madrid. Recuerdo que llegamos a aquella urbanización y que no conocíamos a nadie pero, enseguida mi hija, (que entonces tenía unos ocho años) hizo amistad con otros niños de su edad y que a través de ellos, conocimos también a sus padres, por lo que al paso que los niños congeniaban unos con otros, los padres al ir a buscarlos coincidíamos y entablamos amistad también. Recuerdo también, que entre aquellos nuevos vecinos, nos juntamos al final unas diez familias; ocho de clase media alta entre los que había varios empresarios, un juez de la Audiencia Nacional y dos familias más de clase media baja; algo que los demás no tuvimos en cuenta nunca, pues apreciamos que eran buenas personas y a los que tratamos siempre de ayudar en todo lo que pudimos, durante el tiempo que duró nuestra vecindad y aquella supuesta amistad.
Entre semana, cada cual estaba en sus trabajos diarios y empresas en Madrid capital, por lo que en esos días nunca nos veíamos, pero cuando llegaba el fin de semana, entre las diez familias de vecinos que coincidimos y los niños, casi todos los sábados o domingos teníamos algún cumpleaños o motivo para hacer alguna celebración. Aquello en poco tiempo se transformó en algo que había que festejar si o si y siempre, en la casa de unos o de otros casi todos los fines de semana; además, con obligado cumplimiento de una estupenda comida que era siempre responsabilidad del anfitrión o cumpleañero y en la que todos nos esforzábamos por ofrecer lo mejor. Por supuesto, siempre había algunos regalos, postres y vinos que llevábamos los demás.
Con el tiempo, aquello se transformó en nuestros mejores momentos de la semana y a todos nos parecía genial o al menos así lo pensábamos la mayoría, ya que, era una forma de evadirnos de la enorme presión del trabajo semanal, al tiempo que veíamos crecer felices a nuestros hijos. Recuerdo muy bien, que por aquel tiempo la empresa nos iba cada día mejor, por lo que nuestra economía mejoró considerablemente, a la vez que la de algunos de mis vecinos también y no tanto la de otros, que andaban algo apurados tratando de pagar los gastos de dos casas y los estudios de los hijos, pero en general, todos estábamos felices y ninguno de nosotros pudo apreciar lo contrario, ni detectamos nada contrario.
Y así lo comentamos bromeando muchas veces entre todos, motivo por el que lo máximo que llegamos a descubrir, fue lo que creíamos que era una envidia sana entre las dos clases sociales que nos juntamos en aquellos momentos y, aunque políticamente todos sabíamos que una de aquellas familias era de extrema izquierda, tampoco le prestamos mucha atención, ni lo tuvimos en cuenta, ya que, eran buenas personas, correctas y al igual que todos, sólo deseábamos ver felices a nuestros y pasarlo bien. Además, en nuestras reuniones raramente o de forma superficial hablábamos de política.
Aquellas celebraciones se prolongaron por un periodo de unos dieciocho años y fueron en general, años de prosperidad, hermandad y felicidad. En ellos creí haber hecho los mejores vecinos y amigos de mi vida, pero desgraciadamente hace más de quince años que de ninguno de ellos sé nada ya; el germen de la envidia sin darnos cuenta crecía entre nosotros y sus peligros ninguno los pudimos detectar. Fue como vivir un sueño estupendo e interminable, en el que cada día veíamos a nuestros hijos y a nuestras empresas crecer y una pesadilla terrible despertar y encontrarnos en aquella triste realidad.
LA TORMENTA
Encapotada en negros nubarrones
y resonando atroz y corpulentos:
el mar, el rayo y los airados vientos;
la lluvia ha desatado inundaciones
que parece que no hay tierra, ni existe,
una vida que aguante con firmeza
la visión de dolor y de tristeza
con la que todo mi entorno se viste.
Ya no hay río, ni márgenes, ni puente;
la tormenta ha dejado en mí su saña.
En los días que ella lleva ausente,
la pena ha ocupado mi cabaña
y su ausencia que está siempre presente
cada instante del día me acompaña.
CONSECUENCIAS DE LA ENVIDA
Llevábamos unos de diez años de aquella bonita amistad y entre fiestas, comidas de cumpleaños y otras muchas celebraciones más, al paso de toda aquella felicidad, nuestros hijos felizmente ya estaban en la universidad. El caso fue, que a partir del 2000 aproximadamente, empezaron a ocurrirnos algunas cosas malas y desgracias personales a casi todo el grupo de amigos y vecinos, cuyo origen fue imposible ni siquiera de imaginar y mucho menos de relacionar. Al principio fue la enemistad entre nuestros hijos, algo que nos sorprendió a todos, ya que habían crecido todos casi en hermandad; más tarde, algún robo que sufrieron algunos vecinos en sus casas, accidentes sin mucha importancia, enfermedades y otras cosillas más, pero lo más duro estaba por llegar:
Empezamos a sufrir tragedias entre las familias de vecinos que formábamos aquel grupo. Recuerdo como si fuera ayer mismo, que el primero en caer fue el dueño de una imprenta: Un buen hombre al que supuestamente le iban muy bien sus negocios y que gozaba de buena salud o al menos así lo pensábamos todos. Con poco más de cincuenta años un infarto lo fulminó en el acto y tras los duelos, nos enteramos de la mala situación económica en la que habían quedado la viuda y sus hijos. La siguiente en caer fue una buena mujer, casada con un constructor al que le iban muy bien sus negocios: Con tres hijos, un cáncer mama en poco más de un año se la llevó por delante. El caso siguiente es de las cosas más tristes y dramáticas que nos pudieron suceder:
La hija de otro de aquellos vecinos y amigos, con veinticinco años y la carrera de derecho recientemente terminada, cuando estaba en los preparativos de su boda, un coche se saltó un ceda el paso, se empotró contra el suyo y provocó un terrible y trágico accidente mortal. Las consecuencias fueron terribles y aquella preciosa chica, que habíamos visto todos crecer y con la que habíamos compartido muchas de nuestras celebraciones, tenía un montón de huesos rotos y la cara totalmente desfigurada. Si a esto le añadimos que estaba embarazada y que perdió el niño que esperaba, la tristeza de su familia y la nuestra no tenía parangón.
Varias veces coincidimos todos los vecinos en el hospital para saber de ella y apoyar a la familia sin poder hacer nada más.
Un año después y cuando hasta los médicos no le daban esperanzas de vida, salió del coma y tras algunas operaciones para recomponerle los huesos del cuerpo y la cara, se encontró en aquella terrible situación y pendiente de algunas operaciones más que la habrán marcado para toda la vida. No terminaron ahí nuestros males: Otra de las vecinas en un accidente se partió las dos piernas, con consecuencias muy graves, que me consta, que la afectaron profundamente y su propia hija tuvo un accidente grave de moto, que la mantuvo inmovilizada bastante tiempo.
LA TEMPESTAD
Cuando la tempestad terrible avanza
y aparece siniestra la tormenta,
que Dios proteja al barco que no intenta
encontrar en un puerto su esperanza.
Dormido en la fe y la confianza
mientras pasa y ruge, airada y lenta;
es tan grande el empuje al que te enfrenta
que puedes irte a pique si te alcanza.
¡Que pase Dios! De mi infortunio el brío
y que pase después mi desencanto,
como pasan de rápidos los vientos
cuando azota el cruel huracán bravío;
que ya se oyen con pavor y espanto,
los sonoros vaivenes turbulentos
y los claros lamentos
del corazón que porta el barco mío.
Más tarde la crisis del 2008 se llevó la empresa de dos de aquellos vecinos, un par de ellos más se quedaron sin trabajo y un juez de la Audiencia Nacional que también formaba parte del grupo de vecinos y por el que todos sentíamos una enorme admiración y respeto, debido a unos comentarios mal entendidos y desafortunados de uno de los vecinos, terminó rompiendo con todos, hasta el punto que aquella bonita amistad de todos, en un momento determinado quedó entre algunos rota y descontrolada con otros. Con tanta mala suerte, si pudiéramos llamarlo así, nuestras comidas y celebraciones de cada fin de semana, por las ausencias de unos y el malestar de otros, empezaron a no celebrarse y aunque ninguno de nosotros estaba dispuesto a renunciar a aquellas celebraciones, pasamos a reunirnos en un restaurante a final de cada mes.
Nunca había sido demasiado supersticioso y aunque había tenido experiencias con las “fuerzas ocultas”, si tuviera que definirme, diría que soy lo normal. El caso fue, que alguno vecinos y yo mismo, pensamos y comentamos que alguien podría habernos echado de alguna forma algún mal de ojos, ritual o maleficio facineroso y que éstos podrían ser los causante de nuestras desgracias. Motivos por los que algunos de nosotros aplicamos remedios caseros conocidos: como barrer la casa de dentro para afuera con sal, pero aquello no dio los resultados esperados, ya que, los males no dejaron de llegar.
Y ustedes se preguntarán: ¿Qué tiene que ver la envidia con todo este feo asunto?
Denme tan solo unas líneas y en menos que lean los versos que les adjunto lo verán.
EL PODER SOMBRIO
Si el esfuerzo constante con razón,
de siempre cumple toda expectativa
y siembra cual corriente con crecida
los aires de esperanza y de ilusión:
Jamás podrá triunfar una obsesión
que sale de la envidia y se olvida,
que las fuerzas ocultas de la vida
conducen sólo a la insatisfacción.
Muéstrate claro que el poder sombrío
penetra en el ambiente torvo y frío
y despierta en el alma la tristeza.
¿Por qué impedir la luz? Si con certeza,
tras de la noche con razón diría
¡Que de las sombras siempre nace el día!
Después de mucho tiempo nos volvimos a reunir para otra celebración más de cumpleaños en casa de uno de nuestros vecinos. Debió de pillarnos a todos con deseos, ya que, recuerdo que como siempre fue genial y tal fue, que nos despedimos dejando fijada para los próximos días otra celebración más. Como agua de mayo y después de tanto tiempo y desgracias, esperábamos aquella nueva reunión que, a mí personalmente me daba igual, si era para celebrar un cumpleaños o para cualquier otra cosa más, el caso era reunirse, para aliviar nuestra tensión y renovar nuestra hermandad. Desgraciadamente llegó el mencionado día y nos enteramos que se había suspendido. Algunos vecinos quisimos saber el motivo, por si hubiera ocurrido a alguien alguna desgracia más: ¡Afortunadamente no fue así!
Haciendo indagaciones nos enteramos que, en nuestra última reunión, en un momento determinado se terminaron las cervezas frías. La anfitriona de la casa le dijo a una de las vecinas que en el congelador podía encontrar algunas más que ella misma las había metido un poco antes a enfriar. Ésta se fue a buscarlas y al sacar las cervezas, descubrió en el interior de una manzana desposeída de su parte interior o sea del corazón, una foto muy bonita hecha en el jardín de mi casa unos años antes, en la que estamos las 10 parejas y algunos niños más. Aquella mujer no dijo nada en aquel momento, pero a lo largo de la semana siguiente lo comentó con otra vecina, ésta con otra más y entre las tres a todos los demás.
Algunos pudimos encontrar en los medios, que el significado de congelar una fotografía dentro de una manzana, es ante todo, un potente hechizo con el deseo de causar un daño o perjuicio a la persona o personas que se pretenden congelar. El ritual o hechizo que realiza el envidioso se entiende como ejercer un maleficio sobre alguien, solicitando a los espíritus maléficos deseos inconfesables, que casi siempre son muy dañinos y se entiende como:
Ritual maleficio, médium, brujería, mala acción, daño, perjuicio, mal de ojos o “Ejercer un fuerte maleficio sobre alguna persona o colectivamente (como era el caso) sobre todos los demás, con el fin de desearnos en mayor o menor medida algún mal”.
Lo cierto es, que desde la más remota antigüedad, se cree que congelar un nombre o una fotografía por envidia, puede influir en el destino de esa persona o personas, tratando de manipularla. Algo que sin ser un experto, si es que hay alguien que en esto de las “fuerzas ocultas” lo sea, nadie debería practicar, ya que, las consecuencias pueden ser muy malas y también imposibles de controlar. Esto fue lo que me dijo una persona experta a la que consulté en su día sobre el tema: No todas las personas tienen el don para hacerlo bien, ya que, no basta con quitarle el corazón a una manzana, meter en ella el nombre de una persona o una foto y después, meterlo todo en el congelador deseándoles algo malo. Dependerá también del énfasis que se ponga y de las veces que se repita el ritual maléfico, aunque esa persona deberá de tener muy en cuenta “la ley de lo triple” que dice: “Lo bueno y lo malo que desees para alguien, siempre te será devuelto por triplicado”.
PASO A PASO
Sin ser vidente en algo o adivino,
tras un largo trayecto como andante
que hace hasta llegar a tu destino,
ya tiene en su visión un caminante
el paso bueno, malo y el divino.
Pero aunque a todo esté siempre expectante,
ni toda la experiencia del camino
le hará ver lo que hay más adelante.
Y es que en la vida hay peligros fijos,
fuerzas ocultas y mil escondrijos,
que hemos de estudiar en cada caso.
Y también, mala gente por el mundo
que llevan al abismo más profundo
si no vamos con ellos paso a paso.
Después de tantas desgracias, uno de mis vecinos y yo coincidimos, que con esto de las “fuerzas ocultas” seas o no seas experto, no se debe jugar y si además, no eres un buen entendido mucho más. A mí personalmente no se me hubiera ocurrido por mucha envidia que tuviera de otros algo así nunca, ya que, lo más inesperado de un deseo por muy loco que parezca, en ese mundo puede suceder. Entre los empresarios de Madrid, es muy conocido que cuando tienes que firmar unos documentos de importancia o tomar decisiones que afectan gravemente a los intereses de la empresa, lo mejor es consultar con una buena “vidente” que las hay. Algo que yo mismo había hecho en el pasado y que por cierto, me había funcionado muy bien. Sobre este tema, por aquellos tiempos yo tenía una “vidente” que era más que buena en estos asuntos y a la que había visitado en algunas ocasiones en consultas de salud, de tipo familiar y empresarial.
La vidente, si es buena y aquella lo era, siempre baraja y te echa unas cartas, que relacionadas con la consulta que quieras hacerle. En ellas, ve las cosas futuras con claridad y te informa. Recuerdo que cierto día, le fui a consultar sobre la cesión de unos poderes de mi empresa a un colaborador que me había prometido traer contratos a mi empresa con los tendríamos grades beneficios y aunque pueda parecer que no es cierto mi relato, después de echarme las cartas y sin decirle si era hombre o mujer, me dijo textualmente: “¡Ni se te ocurra firmar nada con ese hombre!¡Escúchame bien! Esa persona tiene 51 años, se llama J.J. Tiene dos hijos, ya te ha pedido y le has anticipado más 40.000 euros, te va a buscar la ruina si no le despides y además, te está esperando en la esquina para pedirte más dinero”. En la misma reunión me anticipó otros treinta asuntos más que se cumplieron en mayor o menor medida y para los que me preparé en mayor o menor medida, como había hecho en el pasado y me marché inquieto pero tranquilo por lo que pudiera pasar.
Pude comprobar con asombro, que a la salida y a unos trescientos metros me estaba esperando el mencionado J. J, que llamaba realmente José Jacinto para pedirme más dinero y que tenía efectivamente 51 años. Le pregunté los hijos que tenía y me dijo que tres: dos con su mujer y uno con su actual pareja. La ciencia de mi vidente no era exacta al cien por cien pero, efectivamente ya le había anticipado más de 40.000 euros y descubrí allí mismo, que en verdad era un estafador, por lo que ni le firmé el documento, ni le anticipé más dinero y aunque que me dijo con lágrimas en los ojos, que debía un dinero a unos mafiosos y que si no les pagaba, esa misma noche lo matarían, allí mismo le dije: – ¡No te preocupes por eso hombre! Nada te ocurrirá que tú mismo no hayas provocado, pero no vas a poner en riesgo mi empresa, ni a las más de cincuenta familias que en ella trabajan, tampoco me volverás a sacar ni un euro más y los papeles, si te los tengo que firmar, la firma del documento será mancomunada con la mía.
A UN FARSANTE
Un olmo de una enorme y gran altura
que rozaba los límites del cielo,
fue esperanza y amarga desventura
de este poeta que escribe a ras de suelo.
Pero llegó el invierno con premura
y a este gigante le quitó su velo
y le dejó tal cual sin su envoltura …
formando casi parte del subsuelo.
Yo le miro y observo con tristeza
su figura de ayer majestuosa
levantar poco más que los gusanos,
y educado ofrecer con ligereza
de los astros del cielo cualquier cosa,
elevando su voz de axiomas vanos.
Cuando me vio firme en mi decisión de aquel día, aunque me pidió repetidamente y con distintos pretextos más dinero, así lo hicimos y no le volví a anticipar ni un euro más, por lo que dejó de insistir. Tiempo después dejó de colaborar con mi empresa y cuando ya había dado por perdido aquel dinero, empezaron a llegar algunos trabajos fruto de las gestiones que el mencionado colaborador había hecho, por lo que recuperé con intereses mi inversión. Desde aquellos días tengo muy claro, que si tengo que ganar dinero junto a un sinvergüenza, prefiero no hacerlo y así al menos dormiré más tranquilo. También había tenido algunas experiencia con el “Tarot” y lo que descubrí con él, sinceramente no me gustó nada, por lo que mis experiencias con mi vidente fueron las únicas que he mantenido en el pasado con esto las “fuerzas ocultas” y gracias a ella, me pude preparar para afrontar los problemas que se presentaron con un poco de conocimiento, pero este asunto de la envidia nos pilló a todos totalmente desprevenidos y sin saber cómo poderlo afrontar debidamente.
Cuando lo descubrimos, aquel ritual maleficio ya había causado demasiados daños y ninguno de nosotros, lo pudo relacionar, ni lo sabía, ni se pudo proteger contra ellos.
¿Quién iba a pensar cual era el origen de tantas desgracias y qué podríamos haber hecho?
Por otra parte, pensar que por el solo hecho de congelar una fotografía, los males deseados puedan cumplirse, hasta hace bien poco me creó muchas dudas y por eso, al igual que mis vecinos, lo dejé correr, pero hoy, estoy plenamente convencido de que aquel ritual por envidia fue el causante de todos nuestros males y pienso que, en esto de las “fuerzas oculta” es muchos el desconocimiento que tenemos y también, que por “la Ley de lo Triple” cuando se trata de desear males a terceros, que con esta cosas no debemos jugar.
Hasta ese momento, afortunadamente ni mi mujer ni yo habíamos sufrido en demasía las consecuencias o los efectos de aquel ritual maleficio, e incluso la crisis del 2008 no nos había afectado, así que, en una de mis visitas a mi vidente, sin darle demasiada importancia, le comenté la historia de pasada y ésta me confirmó mis peores temores y me dijo textualmente: ¡Esa persona os tiene a todos mucha envidia, así que, tened mucho cuidado con ella, que os desea mucho mal! Por eso en aquel momento no me preocupé, ni le di demasiada importancia y aunque me fui con la mosca detrás de la oreja, confiando en mi suerte no pensé que a nosotros nos pudiera afectar.
CON SUDOR Y ESFUERZO
Desde mi humilde cuna tuve claro
y de otros tomé ejemplos que aprendiera,
que con sudor y esfuerzo desde el llano,
con mucho empeño y sin ningún amparo,
se puede conseguir como cualquiera
subir hasta una cumbre o altozano.
Y así fue: A mi esfuerzo le agradezco
la posición ganada y merecida,
que con sudor dejó mi piel curtida
y el cuerpo envejecido que os ofrezco.
Muy duro fue el camino y merezco
un poco de descanso es esta vida
y no la lucha abierta y sin medida,
de codiciosos burdos que padezco.
Sabíamos que la situación económica de la mencionada vecina y su marido no era buena, también que era de extrema izquierda (algo como ya expliqué, que nunca nos importó a ninguno) y además, que era muy envidiosa también, pero siempre pensamos que era una envidia sana o poco más y hasta hoy mismo, no creo que pudiera desearnos tanto mal a nadie o era más tonta de lo que pudiéramos imaginar, ya que, si creía en estas cosas, debería haberse protegido y a su familia también. Su marido, su hija, su hermana y su cuñado también estaban en la fotografía congelada y los males deseados, supuestamente nos afectaban a todos por igual, como así ocurrió: Su marido y su cuñado con la crisis del 2008 se quedaron con más de cincuenta años en el paro y sabíamos que en el tema económico lo estaban pasando francamente mal. Para colmo de males, en un accidente ella fue la que se partió las dos piernas y tras varias operaciones y engordar una barbaridad, nada para ella volvió a ser igual y su hija, que también estaba en la fotografía fue la que tuvo el accidente grave de motocicleta, algo que en su día tampoco lo llegamos a relacionar.
Haciendo indagaciones, hace bien poco me enteré que el origen de todo este feo asunto de rituales maléficos y conjuros, estuvo en las reuniones de espiritismos, congelación y bloqueo de las energías negativas que practicaban por aquel entonces nuestras propias hijas y algunos amigos más de la urbanización. En ellas y con más afán de curiosidad que de otra cosa, los jóvenes en sus reuniones practicaron casi todo lo mencionado y más. Uno de aquellas jóvenes me confirmó recientemente todo lo mencionado pero también, que por la “Ley de lo Triple” nunca trataron de regresar lo negativo hacia los demás. Lo más probable para que todo se enredara después, fue que una de las hijas comentara con su madre aquellos rituales y que ésta, por la envidia que sentía hacia todos nosotros hiciera lo demás.
Me consta también, que algunos vecinos le pidieron explicaciones y el no dejar claro el asunto en aquellos momentos, motivó que se suspendieran por un tiempo nuestras celebraciones. Uno de mis vecinos coincidió conmigo que aquel acto de envidia con deseo colectivo de un mal, podría haber sido el causante o influido en lo que a algunos les pasó, pero después, todos lo dejaron correr. En cambio yo, en un principio tuve muchas dudas pero, tras consultar con mi vidente y sufrir las consecuencias después, hoy estoy plenamente convencido de que aquel acto de envidia y los rituales maléficos de aquella mujer fueron los causantes de todo lo que nos pasó. Por lo mismo y sin conocer otro remedio en aquellos momentos, una vez que había pasado la tormenta, con estos versos que en su momento me pudieron aliviar, decidí invocar al olvido:
¡INVOCACIÓN AL OLVIDO!
¡Olvido! tu que moras en la sombra
o en las profundidades escondido:
¡Yo invoco al poder que a ti nombra
hasta mi corazón tan mal herido!
Y sin demora ante una bella sombra
que le tiene en su oscuridad perdido,
a dejar tu semilla y desescombra
que en primavera habrá ya florecido.
Utiliza tal vez sólo un suspiro;
que apenas rompa el aire como un beso
o tu poder con su tremendo giro;
que esfuerzos a una sombra son en vano.
¡Que pueda en su prisión el pobre preso
llevar su sombra a tu confín lejano!
Por supuesto, yo no me iba a marchar de rositas de todo aquel feo asunto y como era de esperar, aunque mi mujer y yo barrimos de dentro para afuera, varias veces nuestra casa y las oficinas con sal, las consecuencias fueron terribles y tan malas, que ni queriendo me hubiera preparado para poderlas afrontar. Trabajando algunos días hasta dieciocho horas y librando unos pocos días cada año, en unos veinte había conseguido levantar de la nada aquella empresa, (que contaba ya con más de setenta trabajadores) y aunque marchaba mejor de lo que nadie de nosotros podía soñar, como continuamente recibíamos ofertas de empresas más fuertes que nos la querían comprar, a finales de 2009 a mi mujer (que era a la vez mi socia) se le metió en la cabeza que con la crisis de aquellos años la teníamos que liquidar.
Tanto fue en machaqueo y el cansancio al que me sometió que, aunque mi vidente me advirtió de que aquello saldría muy mal, sin necesidad económica alguna al final me convenció y decidimos venderla. Con el dinero recibido, (según me insistía) tendríamos unas eternas vacaciones de ensueño por todo el mundo. Pero todo o casi todo, como dijo la vidente salió mal y si me descuido, tengo que pedir un préstamo para pagar a Hacienda. Aquel montón de dinero, con más penas que gloria, casi todo se ha evaporado ya, porque eso es lo que pasa con el dinero, ¡que se evapora! Por otro lado, aquellas vacaciones eternas que por el mundo íbamos a disfrutar, ni siquiera un solo viaje llegamos a realizar. No hay nada peor que el dinero para provocar una separación familiar y justamente eso fue lo que pasó. Mi exmujer tenía sus propios planes y entre ellos ni por asomo aparecía yo.
No había pasado ni un mes de la venta de la empresa y después de veintiocho años, ella me invitó a marcharme de su casa de Madrid, que era donde vivíamos de lunes a jueves y nadie de todo aquel personal que trabajó en mi empresa y con el que habían compartido tiempo, mesas y manteles durante más de treinta años incluidos mis propios familiares, que también los había, se volvió a acordar nunca más de mí. Supongo que el motivo principal fue, que en mi empresa ganaban un 30% más de dinero que las empresas del sector, algo que pocos valoraron en su día y cuando vendimos, la empresa que compró les ajustó el salario al convenio del sector, así que, esa debe de ser una de las causas principales, las otras no las conozco y en cualquier caso, visto los resultados me da igual.
SU RECUERDO
Ahora en mi interior apenas vive,
ya no es nada, ni nadie en mi inconsciente,
ni tampoco ese tiempo sobrevive
y su recuerdo es el más decadente
de todos los que mi mente recibe.
Y aunque hubo un tiempo que triunfó ampliamente
y en mis ojos como aquí se describe,
su maldad la he llevado diariamente
con la visión de su mirada inerte;
de aquellos actos tristes y crueles,
hoy día ni su nombre en mí existe.
Y es que poco o nada hay que despierte,
un recuerdo que deja amargas mieles,
en un feliz presente que hoy me viste.
Aunque al final me hice con más dinero del que había tenido nunca, pero siempre recordaré aquella etapa de mi vida entre las cosas más tristes y duras que me han tocado vivir: Con 58 años había pasado mi vida trabajando fuerte y estaba acostumbrado a tener mi casa siempre llena de familiares y cuando no eran ellos, eran los amigos y vecinos los que aparecían a cualquier hora del día, para que les abriera una botella de buen vino y tomar el aperitivo con ellos. Algo que ocurría casi todos los fines de semana y además, era también algo que me encantaba. El caso fue, que tras vender la empresa, en pocos días me encontré con más dinero del que nunca había tenido y más solo que la una. La soledad se apoderó de aquella enorme casa que amplié hasta los 800 metros construidos y 7000 de jardín, que con tanto empeño levanté tras muchos años esfuerzo.
La muy puñetera a cada momento se me venía encima y ninguno de mis vecinos se volvió a acordar más de mí, ni volvieron a visitarme más y mucho menos, a invitarme más a sus celebraciones y cuando me encontraba con alguno de ellos, la frialdad fue lo mejor que me pude percibir. Al principio no entendía aquella situación, ya que, yo era el que seguía viviendo entre ellos y en cambio, mi ex tenía que desplazarse desde Madrid para asistir a sus celebraciones. Por un tiempo pensé que al estar separado, ya no encajaba entre toda aquella gente conservadora y aunque no pregunté, ni me dieron nunca una explicación, supe después, que mi ex tratando de colocar en el grupo a su nuevo “amigo” hizo con todos una buena labor para que se olvidaran de mí, como así hicieron.
MI ESTADO DESASTROSO
Sintiendo ya mi estado desastroso
y mi inquietud de par en par abierta,
para ofrecerte tengo mano experta
y un corazón que siento muy penoso.
Ni arrepentido espera, ni forzoso;
encontrarás aquí junto a mi puerta,
que tengo con el alma siempre alerta,
tu necesaria paz y buen reposo.
Hoy que la vida entera me maltrata
su humilde casa como ves te ofrece,
para que ocupen hoy su espacio yermo.
Tan solo esto de verdad le mata:
¡Que sufras, porque él también padece
la falta de un amor y está enfermo!
Intenté seguir haciendo mi vida normalmente y aunque tenía un jardinero, para escapar de aquella soledad, solía salir a correr una hora diariamente y hacía algunos trabajos en el jardín cuando el jardinero no estaba, el caso era pasar el menos tiempo posible dentro de la casa. Un día, tratando de enderezar un pino que se había torcido demasiado, le puse un tensor de acero y cada día que pasaba, con una palanca apretaba más y más el tensor, por lo que aquel enorme pino empezó a enderezarse; pero uno de aquellos días cuando lo estaba apretando, saltó la palanca y me pegó en lado de la cara junto a la oreja derecha: En un charco de sangre desperté dos horas después! Tenía un fuerte dolor en la cabeza, la oreja partida y ese lado de la cara hinchada y morada. De muy mala forma recuerdo que llegué a casa de uno de aquellos vecinos y éste me curó momentáneamente. Poco después me fui al médico de urgencia que me dijo que si me hubiera dado tan solo un par centímetros más abajo me hubiera dejado en aquel sitio. El jardinero me hubiera encontrado días después, por lo que no volví a aquella enorme casa sólo nunca más. Después de pensar y pensar en lo ocurrido, tuve muy claro que todavía no había llegado mi hora.
Para escapar de toda aquella soledad, me instalé en un pequeño piso junto al parque del Retiro de Madrid, pero fue como repetir de nuevo la misma historia. Sin conocer a nadie, parecía que la soledad se había venido conmigo, por lo que aquella pequeña casa también se me venía encima, por ello, algunas noches cuando ya había agotado todas las fuerzas tratando de dormir, me levantaba de madrugada y salía a recorrer las calles de alrededor o me colaba en el parque del Retiro hasta que amanecía. Otras, con lágrimas en los ojos en mí mismo buscaba la culpabilidad de aquella soledad y de todos mis males y al no encontrar respuestas en mi interior, a veces, me asaltaban estas palabras: “Te vas morir solo y sin encontrar el verdadero amor de tu vida con el que puedas tener un poco de paz”. Conocí entonces a un amigo acostumbrado a salidas nocturnas, con el que me fui muchas noches a recorrer salas de fiestas y discoteca, pero me di cuenta de que habían pasado casi treinta años, que la música ya no era la misma y que no sabía bailar.
Me apunté a una academia en la que aprendí todos los bailes de salón conocidos.- Recuerdo que hice muchos amigos y amigas, y también, que me cree muchas expectativas, pero éstas se evaporaron más rápido que el humo, pues cada noche regresaba a casa solo de madrugada, cansado de bailar y más solo que la una. Así pasé casi cinco largos años y como premio a mi constancia, en ese tiempo había conseguido un montón de citas fallidas y con sesenta y tres años ya, por las noches raras veces conseguía quitarme la soledad de encima. Especialmente malas eran las noches del domingo, cuando a última hora se empezaban a cerrar las salas que visitábamos y tenía que volver a casa solo. En el trayecto, solía hacer balance de la semana y la única explicación que encontraba era la de sentirme fatal.
UN ARCO-IRIS
Porque a todos la envidia a nos enfrenta,
porque a todos la envidia nos desalma
y porque un tiempo malo en bueno empalma;
con un arco-iris Dios nos representa
que tras la tempestad terrible y lenta
que alguna vez nos pone en vilo el alma,
siempre llega al ancho mar la calma
una vez que ha pasado la tormenta.
En todo el tiempo de lluvia incesante,
la tormenta hizo un tremendo estrago
y aunque el sol todavía no es radiante
y aún rebosa de lágrimas el lago,
hoy el cielo colora mi semblante
y devuelve con bien aquel mal trago.
Repetidamente me preguntaba el porqué de aquella situación y si habría de durar mucho más y aunque en ese tiempo surgieron cientos de bellas mujeres que me penetraron con su mirada y con algunas de ellas pasé muy buenos momentos, por distintas razones y algunas mochilas que a esas alturas todos llevamos encima, no surgió entre nosotros la química necesaria para una relación basada en el amor, el respeto, la libertad y la confianza. Qué duda cabe que ese tiempo fue también muy rico en vivencias, pero seguía sintiéndome solo y me sentí muy mal. Todo esto ocurrió hasta el día de los enamorados de 2015. Recuerdo, que esa noche estaba tan cansado, que ya no buscaba ni esperaba a nadie, pero Cupido haciendo honor a su día se pasó de holgado o debió de compadecerse de mí, el caso fue, que me mostró a la mujer con la que he conseguido, paz interior y el verdadero amor de mi vida.
A pesar del vacío que me hicieron mis vecinos, durante algún tiempo continué yendo por aquella enorme casa, eso sí, siempre acompañado y aunque pude comprobar, que la soledad se había ya olvidado de mí, poco después, estaba ya tan harto de todo aquello, que sin deseo alguno ya no fui más. Recuerdo que en alguna de mis últimas visitas, veía pasar por la calle a algunos de mis vecinos desde mi casa y supongo que ellos a mí también en la distancia, pero no recuerdo ni un solo saludo entre nosotros. Poco después me enteré, que a ellos, no les duró mucho aquella nueva situación sin mi presencia; el germen de la envidia hacía tiempo que había dado sus frutos ya y al poco, volvieron a tener un incidente más entre ellos y que ya no se volvieron a reunir más.
QUIERO ENCONTRAR LA PAZ
¡Quiero encontrar la paz! Que nadie diga
que nunca fui capaz de entusiasmarme,
con corazón y alma voy a darme
a la llegada de una mano amiga.
Le ofreceré mi pan como la espiga
le ofrece al campesino tras lo arado,
el fruto con sudor que ha cultivado
sin miedos al pedrisco, ni a la ortiga.
Y si es, con la ilusión que antes tenía
me sentiré ante todo agradecido.
Ya es tiempo de gozar y del olvido,
para ello tengo intacta mi la alegría
y un corazón muy noble todavía,
con un montón de amor que no han querido.
El caso fue, que aquello que en su día a todos nos pareció idílico y genial, terminó trágicamente para unos y muy mal para todos los demás. Me consta, que al menos dos de aquellos vecinos, levantaron vallas de tres metros en sus casas y que siguen viviendo allí; otros dos, compraron propiedades en otros puntos de España y de ellos ya no sé más; otro vendió la casa y se fue a otra urbanización muy lejos de allí y de los demás, sé que los hijos se hicieron cargo de sus casas, pero de todos ellos no sé si están muertos o vivos o dónde andarán. Tampoco a mi ex mujer le duró mucho el dinero que recibió de la venta de la empresa y menos aún aquel nuevo “amigo” que con tanto empeño y afán introdujo en el grupo de vecinos.
A veces, miro atrás y todo aquello me produce una enorme tristeza, ya que, ni el mismísimo diablo hubiera podido hacer una trama igual con el resultado final que conozco y del que ninguno de nosotros de una forma u otra de sus efectos pudo escapar. Durante mucho tiempo tuve pesadillas, en las que me despertaba a media noche empapado en sudor por la desgracia de alguno aquellos vecinos y amigos. En ellas me encontraba con todos ellos y con un enorme temor repetíamos nuestros pesares de antaño. Otras veces, el accidentado era yo mismo el que estaba en aquella situación, con mis vecinos apoyándome a mi alrededor o no encontraba a ninguno y me pasaba la noche, entre el frío y el sudor, con una enorme pesadilla buscando la razón.
También tuve muchas pesadillas por haber malvendido mi empresa. En ellas me veía discutiendo con unos y con otros tratando de revertir aquella situación. Así pasé muchas noches hasta que amanecía empapado en sudor y con una enorme resaca de tristeza, en soledad me levantaba tratando de encontrar una razón. Han pasado ya quince años y de mis vecinos no he vuelto a saber nada, ¡ni quiero!. Tampoco he vuelto desde hace diez años por aquella enorme casa que con tanto esfuerzo e ilusión levanté y en la que metí todos los ahorros de mi vida. En ella, sin las glorias de antaño y con el jardín destrozado, se ha instalado mi hijo, que vive con veinte gatos y la soledad.
Llevaba ya demasiados años soportando aquel maleficio, por lo que sus consecuencias, tras no haberme matado en aquel accidente de mi jardín no podían durar mucho tiempo más, así que, hoy casi todo aquello permanece perdido en el olvido y la distancia. Sólo quiero disfrutar del lado positivo de mi vida actual: Con un nietecito de seis años al que adoro y con el que suelo pasar el mayor tiempo posible en compañía del verdadero amor de mi vida, que en este tiempo encontré y con el que llevo diez años ya. Quién me diría después de lo pasado, que con setenta y tres años y con la ilusión del joven aquel que fui, que dentro de unos días me voy a casar. Qué duda cabe que a cada paso y esquina, la vida nos pone pruebas difíciles de superar, otras veces, nos pone trampas con “fuerzas ocultas” que debemos paso a paso de sufrirlas o afrontar, pero hoy tengo una cosa segura: de los envidiosos y de sus causas, ni por asomo quiero saber nada de ellas, ni de ellos nunca más.
LAS CAUSAS
A veces sin saber cómo,
por culpa de un envidioso
o por distintas razones
que no tenemos en cuenta,
nos dejan la vida rota
y el corazón hecho trizas.
Te ves de repente solo
y en soledad cada noche
al volver la vista atrás,
del pasado de cenizas
acuden de todas partes
fuligos a tu mirada.
Hay que apagar esos fuegos
y no dejar que revivan,
ni que echen sus humos negros
y tratar de respirar,
en otras lumbres que enciendas
sin humos los aires nuevos.
Y en el peor de los casos
si algún mal de ojos o hechizo
un envidioso ha dejado,
para alejar esos males,
hay que invocar al olvido
y dormirás relajado.
Buscando algunas razones
que justifiquen los males,
sin contar las muchas veces
en las que estamos cegados,
por mirar los arco-iris
de luz y colores falsos:
Yo pienso que es de la vida
que equivoca los destinos
de los que raudo caminan
y en cada paso y esquina,
nos pone un señuelo falso
para encumbrar una cima.
Y ante tanta incertidumbre
que deja la vida a diario,
yo que vivo retirado,
de mundanas ambiciones
y que por todo he pasado,
os pregunto en este instante:
¿Habrá quien pueda dormir
en esta noche tan fría
y mañana relajado,
en los brazos de su amada
entre caricias despierte
a partir del medio día?
