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DETRÁS DEL MURO: Un trozo de papel

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Los refugiados no somos nadie.

A veces no comprendo por qué me pusieron el nombre de Nada.

La humildad de mis padres no se reñía con la dignidad.

No podía ser nada para ellos. Pero sí, algo que el mal pudiera arrebatar.

Quizá ellos creyeron que llamándome Nada, el mal nada tendría que arrebatarles. Y aquí, detrás del muro, como en otros lugares, nada somos sin un trozo de papel.

Dependemos de los papeles. Los estados necesitan controlar a los ciudadanos.

Fuera de este muro oí hablar de la globalización.

No sé muy bien qué es esto. ¿Es para los mercados? ¿Es la moneda? ¿Es la economía?

Me dijeron que aquí, detrás de este muro, ya no había fronteras.

¿Es eso la globalización?

No globalizados, somos las personas. Se nos impide ir a otros países.  Un papel. Un papel no nos deja ser ciudadanos del mundo.

Detrás de este frío muro que contiene otras iras, siento merodear dos males. El terrorismo venga de donde venga, y otra vez más, el racismo.

Me llamo Nada, pero no estoy desaparecida. Estoy refugiada. Y nada podría evitar envolvernos en una destrucción cruel.

¿Qué le está pasando al hombre? Su pecado es cada vez más grande. Su interior más vacío.

¿Dónde están sus valores? ¿Supo alguna vez que los tenía, o ha de ser la religión la que se los recuerde?

Saquemos de las doctrinas lo mejor para el hombre, pero desterremos cualquier signo de rivalidad.

Agustín Hervás Cobo Periodista, poeta y escritor.

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