Portada » CULTURA FLAMENCA (XLIII) Alfredo Arrebola, Profesor – Cantaor FLAMENCO Y TOROS (XV). MARCIAL LALANDA (1903 – 1990)

CULTURA FLAMENCA (XLIII) Alfredo Arrebola, Profesor – Cantaor FLAMENCO Y TOROS (XV). MARCIAL LALANDA (1903 – 1990)

Uno de los toreros más importantes de la tauromaquia española ha sido, sin la menor duda, Marcial  Lalanda del Pino, nacido en Vaciamadrid el 20 de septiembre de 1903.

Hizo  su  presentación  pública en Alameda de la Sagra (Toledo), con sólo once años, el día 14 de agosto de 1914. En México, lo  haría el 3  de diciembre de 1922. Para Marcial Lalanda, el toro era siempre el  centro de la Fiesta; su evolución es lo que ha  originado  los cambios en  el toreo. 53d28358fe79a4c6b52ce47c40576982

     El crítico taurino Andrés Amorós – cfr. ABC 25/10/2010 “Recordando a Marcial  Lalanda”- lo considera, conforme a la voz popular y  su “Pasodoble”, el más grande maestro de la lidia y clasicismo. De ningún  modo lo hubiera admitido él. El más grande para él fue, sin  duda, Joselito  el Gallo, su ídolo, su ideal permanente. Pocos representantes más cualificados  ha tenido la escuela clásica del toreo. En esta misma línea está  el pensamiento de Rafael Ríos Mozo, autor de “Tauromaquia Fundamental”. Lalanda tomó la alternativa, de manos de Juan Belmonte, en Sevilla  el año 1921; su retirada la hizo en octubre de 1942, después de más  de 30  años de profesión. Como nota curiosa, cabe destacar que a pesar de ser un prototipo de “torero de Madrid”, la plaza donde actuó más veces – 127 tardes – fue la de Barcelona. No pudo- como otras ilustres figuras del toreo – llevar a cabo grandes estudios, pero poseía una  “inteligencia natural” fuera de lo común. Eso mismo le  sucedió al genial cantaor José  Tejada Martín  “Pepe  Marchena” (1903 -1976). Marcial Lalanda  murió en Madrid, el 20 de octubre de 1990. Así pues, te ruego, “Maestro de la Lidia”, aceptes esta  breve  reflexión  sobre “Flamenco y Toros”, como homenaje póstumo de gratitud.

    Para  Anselmo González Climent (Flamencólogo), el campo taurino y  flamenco proceden de un mismo  espíritu y robusta unidad vital. Según  su  criterio, podrían  coexistir tanto en  los toros  como en  el  flamenco –  digamos para entendernos – una “Escuela  cordobesa”, de estilos  sobrios, basados  en  el  clasicismo y dominantemente  estática, y  otra  “Escuela  sevillana”, de maneras más  floridas   y dinámicas. Representantes de la primera escuela podrían  ser, entre otros, Joselito, Belmonte, Domingo Ortega y  Manolete, con epígonos  flamencos en  El  Fillo, Chacón, Antonio  Mairena, en  tanto que los “duendes” o inspiraciones sevillanistas de un Cagancho, un Rafael el Gallo o  un Pepe  Luis  Vázquez serían  equiparables, en  el cante, a los de  Manuel Torre, La Niña  de los Peines o Pastora  Imperio.

    Fácilmente  podemos ver que González  Climent  manifiesta   que  “toreros  y  flamencos” se  admiran recíprocamente; le son comunes en su oficio “virilidad, donaire, tragedia en acto, señorío, sal” a los que podría  añadirse “ligazón  y ritmo” (en  el  flamenco  es “compás”) tan importantes en ambos  desempeños. Es  decir, que podemos añadir que hay términos comunes en los dos artes: “TEMPLE, TERCIO, REMATE, DESPLANTE”, incluso “CORRIDA”, asi  como  inveteradas expresiones – afirman  Blas Vega y Fernando Quiñones – – del  mundillo  flamenco provienen de la  fraseología o  argot taurino:

– Eché el toro  p ‘afuera….  /  Yo ya he colgao la espada…: no  canto  más ,etc.-

      Muchos  aficionados al  cante y a los toros ven un perfecto paralelismo entre  la lidia y el  flamenco: toreos y cantes “cortos o largos” ( en cuanto a la cadencia de las   interpretaciones, no en cuanto a su duración  total), “escuchaos” (ostentados).

    La  suerte de la lidia sería  comparable a variantes de cantes y bailes  flamencos; para el citado flamencólogo,  González Climent – el toreo  natural equivale  a  la  soleá y a la seguiriya, las  chicuelinas a las  alegrías o las manoletinas a la  saeta, y el  estilo de los toreros levantinos transuntaría, en  cierto modo, los duros  cantes de su  región ( Taranta, Minera, Cartagenera…),  mientras que en  el hacer de un Pepe  Luís  Vázquez, de un  Antonio  Bienvenida  o  de un Pepín  Martín  Vázquez  podrían intuirse las  bulerías.  Es tradicional la  expresión que Curro  Puya  toreaba por  seguiriyas; Cagancho, por  soleares. Soleá y seguiriya: columna vertebral del Cante.

      No se  borra de mi mente el recital – “Cante y Toros”- que tuve la suerte de  dar, acompañado del guitarrista Antonio Pucherete, en el patio-plaza del Ayuntamiento  de  Linares (Jaén), con  motivo de sus Fiestas Patronales  y Tradicional Feria de San  Agustín (1980), intentando aunar los profundos  sentimientos del cante y del toreo. Allí interpreté  “por Soleá” las siguientes coplas:

En Linares  los toreros

mientras  suenan  las  campanas,

les brindan a  los  mineros

por  seguiriyas  gitanas.

El vino se  paladea

y se paladea  el toreo

si Antonio  Ordoñez  torea.

Que  se callen  los  cantares,

que se  ha  muerte  Manolete

en  la  Plaza de  Linares.

Tengo  un capote  bordao

del color  de la  Esperanza,

esa que nunca  me has  dao.

Ronda  de buenos  toreros,

la  gala  de  Andalucía,

la  tierra  de los  Romeros.

Deja un comentario