CULTURA FLAMENCA (LXVI). FLAMENCO Y TOROS (XXXVIII). PALOMO LINARES (1947–2017)
“Las campanas de Linares,
que repican noche y día,
bajo un cielo de alamares…
Los toreros españoles
lloran lágrimas a mares.
Ya se apagaron los oles
que la muerte por Linares
va encendiendo sus faroles, cfr. “Cancionero Popular Taurino”, pág. 133.
Fulminante y triste noticia acabo de oir: la muerte de un viejo amigo, Sebastián Palomo Martínez, conocido por su nombre artístico “PALOMO LINARES”, matador de toros, pintor, criador de reses bravas y, además, gran “afisionao” al Cante Jondo con el que lidió alguna que otra vez. Lo conocí en su tierra natal, gracias a mi amistad con el también torero José Fuentes (Linares-Jaén, 1944) – éste se defendía mejor en los difíciles estilos flamencos -, cuando yo iba dando recitales por Linares, fecunda tierra de Tarantas.
Quien se enfrentara a la muerte, una y mil veces, en los más variados ruedos españoles, no temía – refieren las crónicas taurinas – a perder la vida ante la fiera presencia del bravo toro español. Hoy – 24 de abril de 2017 – cuando sólo faltaban tres días para cumplir sus setenta años, Palomo Linares ha encontrado la muerte en una fría sala de un hospital madrileño. Sean estas sencillas palabras, al menos, un sentido y profundo homenaje póstumo a nuestra vieja amistad, nacida precisamente a través del Cante y de los Toros. Esta trigésima octava edición de “Flamenco y Toros”, caro amigo Sebastián, te pertenece por derecho propio.
Pienso que, en la mente de todo “buen afisionao” al flamenco y a la tauromaquia, la muerte en los toros toma tintas de aguafuerte. Aguafuertes de enfermería, enfrente de la policromía de las plazas. Y siempre se ha dicho que los toreros muertos adquieren categoría mítica, legendaria, casi fabulosa: Espartero, Joselito, Manolete, Paquirri…, ¡y tantos otros sepultados en la cuneta del olvido!.
La musa popular los exalta y los recuerda, canta sus hazañas, a veces de una forma tan ingenua, que solamente el fatal motivo arranca de nuestros labios la sonrisa. Hoy, la pena – ¿por qué negarlo? – me embarga y, en un esfuerzo humano, retengo la inevitable lágrima: ¡ “Sic transit gloria mundi”, Sobresaliente Torero Sebastián!.
También debo recordar aquí, por mi condición de Cantaor, que desde los “Tanguillos”, pasando por Seguiriyas, Soleares, Tonás, Malagueñas, Tarantas…, hasta los Romances/Corridos, los toreros muertos han sido cantados en el complejo y enigmático mundo taurino:
“Espartero, Espartero,
no te vayas a morir,
que las niñas de la Alfalfa
se pondrán luto por tí”.
“Señora, viuda de Ortega,
díganos, por compasión,
de dónde salió ese toro
que a Joselito mató”.
“Manolete se acabó
entre los cuernos de “Islero”
y el mundo entero lloró,
que ha muerto el mejor torero
que a Córdoba le nació”.
Un resumido perfil biográfico nos diría que Palomo Linares nació el 27 de abril de 1947 en Linares, la misma ciudad en la que meses después Manolete encontró la muerte en la plaza de Santa Margarita. Su padre era minero, viviendo una infancia llena de carencias en la España de la posguerra. Fue aprendiz de zapatero, pero a partir de los ocho años acudía a tentaderos y capeas; dada su vivacidad, entre los “maletillas”, era conocido como “El rata”. El crítico e historiador taurino Rafael Ríos nos cuenta que “Sebastián, que empezó siendo un novillero que sabía torear y al que sólo le faltaba para alcanzar su cumbre darle naturalidad a sus pases, fue por el contrario extendiendo sus vicios y olvidando sus virtudes”, cfr. “Tauromaquia fundamental”, pág. 172 (Sevilla, 1974). Se hizo profesional del toreo en la Plaza de Vista Alegre de Madrid, 20 de julio de 1964, gracias a los Dominguín. Su primera actuación con picadores tuvo lugar en Ondara (Alicante), el 3 de enero de 1965, alternando con “El Inclusero” y Vicente Punzó, cortando cuatro orejas en un encierro de Núñez Guerra. El 19 de mayo de 1966 recibe la alternativa en Valladolid de manos de Jaime Ostos, quien le cede la muerte de “Feíllo, en presencia de Juan García “Mondeño”. A Feíllo, un toro negro de 448 kilos, Palomo Linares le cortó las dos orejas; y al toro que cerró la plaza le hizo lo mismo. Toreó aquella temporada cuarenta y nueve corridas como matador de toros y marchó a América donde, el 8 de enero de 1967, le hiere un toro en Caracas (Venezuela). Vuelto a España, 8 de abril, en Castellón, le cornea el toro “Jereteiro”, dejándole gravemente herido. Su infortunio no terminará ahí, sino también quedará herido en Barcelona, el 9 de julio del mismo año. Cometió, según los críticos, un grave error: unirse con Manuel Benítez “El Cordobés” en su famosa campaña de 1969 en “Plazas sin palco”, idest, torear en cosos de menor cuantía, incluso portátiles, para dsafiar a las empresas que no aceptaban sus desmesuradas pretensiones.
Confirma su alternativa en Madrid -19/05/1970 – y le cede su padrino Curro Romero el toro “Presumido” y como testigo de su doctorado “Juan José”. El mayor triunfo de Sebastián Palomo estaba reservado en Las Ventas, acompañado de Andrés Vázquez y Curro Rivera. Al toro “Cigarrón” -22/05/1972- le cortaba el rabo, algo que desde hacía treinta y siete años no sucedía en Madrid. Sin embargo, en esta misma tierra no ha podido vencer a la “hermana muerte”:¡ SIT TIBI LEVIS TERRA, carísimo amigo SEBASTIAN PALOMO LINARES!.
Alfredo Arrebola, Profesor – Cantaor