CUANDO LAS COSAS VAN MAL

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Sí, ya sé que hemos escuchado en más de una ocasión eso de que la vida no es de color de rosa. 

Normalmente la manida aseveración solía venir de alguien mayor que nosotros, con más experiencia. Pretendía con ello advertirnos de las dificultades que a lo largo de la misma habríamos de encontrar, sin duda alguna. 

Cierto es que las hay, es innegable. Unas veces la adversidad se presenta de forma aislada, lo que la hace más o menos manejable, siempre que no sea algo tremendamente impactante.

Sin embargo, hay ocasiones en las que los obstáculos parecen acudir a nosotros como morcillas, es decir en ristra. Es lo que se conoce popularmente como tener mala racha. 

La vida no está exenta de pruebas, de hecho, es considerada por muchos como una escuela, la mejor, dicen algunos. 

¿Pero, qué hacer cuando todo va mal? 

En primer lugar, debemos preguntarnos si es algo que depende de nosotros o es algo ajeno a nuestro control. 

Es obvio que, si depende de nosotros, siempre podemos realizar los cambios oportunos.  No es así en el segundo caso. Ahí será nuestra actitud lo más importante.  

Respíralo, dicen en Oriente, tan dedicados a la meditación que entienden perfectamente que todo está en continua evolución. Nada es para siempre. Recordemos la frase que el sabio regaló a aquel emperador que buscaba con afán algo que le sirviera en cualquier momento de la vida, ya fuera éxito o fracaso, alegría o dolor. La misteriosa frase era “Esto también pasará “.

Tener consciencia del paso del tiempo, de nuestro propio paso a través del tiempo es algo que nos puede ayudar mucho en la consecución de esa resiliencia que vemos en algunas personas, como una especie de escudo protector a través del cual resalta la profundidad de la mirada y un sentido extraordinario del humor.

Ante el fracaso en nuestros planes podemos preguntarnos para qué hacemos lo que hacemos, cuál es la verdadera finalidad y si en verdad eso nos hace felices, nos ilusiona, nos llena o se trata, más bien, de otra cosa, tal vez un programa inculcado que no es ni siquiera propio. En ese caso, no debe haber dudas sobre la necesidad de descubrir nuestro propio sueño y convertirlo en nuestro objetivo a cumplir. 

La búsqueda de apoyo y asesoramiento también puede ser de gran utilidad.

Siempre podemos aprender de los que más saben, de los mejores. Estar dispuesto a dejarse ayudar nos abrirá puertas desconocidas hasta el momento y mejorará nuestra perspectiva global, ya que el factor esperanza, unido a la constancia y al esfuerzo son casi siempre garantía de éxito. 

Por supuesto que la situación emocional va a ser muy importante, por lo que será necesario rodearse de las personas adecuadas y en caso necesario acudir al especialista más conveniente (coach, psicólogo, psiquiatra, orientador familiar, etc.)

Los poetas parecen saber mucho de penas y adversidades. Algunos de ellos nos ofrecen algunas interesantes percepciones que merece la pena someter a consideración. 

Nos dice Ramón de Campoamor “…todo es según el color/ del cristal con que se mira”

Aunque, sin dudarlo es desde la fe desde donde nos llegan los ecos más hermosos e inspiradores.

Atribuida al filósofo, escritor y teólogo alemán, Reinhold Niebuhr es esta joya:

“Señor, concédeme serenidad para aceptar todo aquello que no puedo cambiar,

valor para cambiar lo que soy capaz de cambiar

y sabiduría para entender la diferencia”.

 

Isabel A. M. Miralles

baena

Playa San Cristobal

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