CATARATAS: CUANDO EL CRISTALINO DEJA DE SER CRISTALINO

Dr. Juan Gustavo Benítez Molina

Málaga

Las cataratas son la principal causa de ceguera reversible en el mundo. Decimos que es reversible porque tiene solución. Pero, ¿por qué aparecen? El cristalino es una lente que tenemos dentro del ojo. Este actúa como una lupa y posibilita que podamos enfocar la luz en nuestra retina. Además de esto, también sirve para poder enfocar los objetos que se sitúan a distintas distancias. Dicho de otro modo, logra que la imagen de un objeto se reproduzca exactamente en el lugar preciso para que se vea con nitidez. El cristalino se compone en su gran mayoría por agua y proteínas. Estas proteínas están dispuestas de una manera muy ordenada para, así, permitir el paso de la luz sin ningún tipo de irregularidad. Precisamente este orden es el que hace que el cristalino sea eso, cristalino. De ahí su nombre. Con el transcurrir de los años, estas proteínas tan bien organizadas pueden perder la disposición que tienen y generar pequeños acúmulos proteicos más densos e irregulares. Es de esta forma como se origina la catarata. En consecuencia, dicha afección constituye una pérdida de la transparencia del cristalino. Cuantos más años transcurran desde la formación de esa pequeña catarata, esta se irá haciendo cada vez más grande. Se perderá nitidez y la visión se verá afectada. No se conoce exactamente el motivo por el que el cristalino envejece y forma las cataratas. No obstante, lo que sí se sabe es que nuestro cuerpo en general, y nuestro cristalino en particular, no están evolutivamente desarrollados como para aguantar tantos años como los que vivimos hoy en día. En la actualidad, la esperanza de vida es larga. Y es que, hasta hace relativamente poco tiempo, la gente se moría en torno a los 50, 60 o 70 años como mucho. Ahora, que la esperanza de vida es tan larga, es lógico pensar que haya estructuras en nuestro cuerpo que, como no están preparadas para vivir tantos años, se cansen, se deterioren y dejen de funcionar como deben antes de tiempo.

            Aunque hay algunos casos muy extremos en los que la catarata se puede ver a simple vista, lo normal es no poder verla si no es con algún instrumento óptico. De modo que, ¿cómo puedes saber si tienes cataratas? Pues bien, si la catarata es muy incipiente, no se puede saber a no ser que te explore un profesional. No obstante, siempre puede surgir algún indicio que nos avisa de la posible aparición de las mismas. A medida que estas avanzan, la visión se va tornando un poco más borrosa, como más turbia. De esta manera, es fácil pensar que, si nuestra visión siempre ha sido buena y de repente comenzamos a ver cada vez más borroso, tal vez padezcamos de cataratas. Otro de los síntomas, que puede tener una persona que la esté desarrollando, es que el cristalino cada vez se va volviendo más turbio, más opaco. Cualquier luz que entre o que pase un elemento opacificado sufrirá un difusión, es decir, la luz entrará y se expandirá, ocasionando que cualquier brillo o deslumbramiento moleste mucho más. Esto fenómeno se hará más evidente, sobre todo, por la noche. Así, algunas personas se dan cuenta de que pueden padecer de cataratas porque al conducir por la noche les molesta mucho la luz y los destellos. Igualmente, otro de los síntomas que se producen es que los colores se ven menos intensificados, es decir, que se ven cada vez más apagados. Más tenues cuanto mayor va siendo la catarata.

            ¿Cuáles son los factores que se asocian con la aparición de cataratas? La edad avanzada es un factor determinante para la aparición de las mismas, ya que suelen aparecer más o menos a partir de los 60 o 65 años de edad. Hay personas que desarrollan cataratas mucho antes, pero esto no suele ser lo habitual. Otros factores que también influyen en su aparición son: la exposición a la luz solar, la diabetes, la hipertensión, la obesidad, el tabaquismo, tomar corticoides durante mucho tiempo, el consumo significativo de alcohol, la miopía alta, traumatismos y tener antecedentes familiares. Así, es relativamente sencillo retrasar su aparición, llevando una vida saludable y protegiendo nuestros ojos de la radiación solar. ¿Cuáles son las medidas que se recomiendan para preservar la salud de tus ojos? En primer lugar, protege tus ojos de la radiación solar con gafas de sol. Póntelas siempre que salgas a la calle, aunque el día no sea muy soleado. Puedes tomar vitamina c y vitamina e, luteína, zeaxantina y carotenoides, como los de la famosa zanahoria. Omega 3 también resulta beneficioso para tu salud ocular.

            Según el momento en el que aparecen las cataratas, existen dos tipos: las cataratas congénitas y las adquiridas. Las congénitas son las que tienen lugar desde el nacimiento. Suelen ser debidas a una afección durante el embarazo o a una patología hereditaria. Las adquiridas son las más frecuentes. Estas son las que generan mayor pérdida de visión en personas de más de 55 años.

            Por otro lado, está la clasificación que nos dice dónde aparecen las cataratas. La catarata subcapsular es la que surge detrás del cristalino. Se da con más frecuencia en las personas diabéticas y en aquellas que han tomado altas dosis de corticoides. La catarata central o nuclear es la más común y es la típica del envejecimiento. Se inicia en el centro y se va extendiendo de forma progresiva hacia la periferia. Finalmente, encontramos la catarata cortical, que es la que comienza en la parte de la periferia y va entrando como con pequeñas ramificaciones hacia el centro.

            Resulta curioso comprobar que, si padeces de catarata central, puedes apreciar que tu visión de cerca mejora de forma inesperada y progresiva. Esto, lamentablemente, no significa que tu visión esté mejorando, sino  más bien que un proceso de catarata central se está iniciando.

            ¿Cómo se tratan las cataratas una vez que aparecen? El único tratamiento que permite curar las cataratas es la cirugía. No existen colirios ni fármacos que puedan curarlas. La cirugía de cataratas puede realizarse a cualquier edad y suele ser una intervención segura.

La mayor parte de las veces, los afectados solo deben recurrir a la cirugía cuando las cataratas les limiten la visión hasta el punto de sentirse inseguros, incómodos o incapaces de realizar sus tareas diarias. Extraer las cataratas antes de ese momento no aporta ninguna ventaja. En contadas ocasiones, las cataratas producen ciertos cambios, como la inflamación del ojo o un aumento de la presión ocular (lo cual recibe el nombre de glaucoma), que hacen aconsejable su rápida extracción.

La cirugía para eliminar las cataratas casi siempre se realiza con anestesia local (una inyección o gotas para los ojos). De esta manera, se adormece la superficie del ojo. También suele administrarse un sedante. En muy pocos casos, los niños (ya hemos comentado que algunas son congénitas, es decir, que aparecen desde el nacimiento) y los adultos que no puedan permanecer inmóviles durante la intervención quirúrgica, requieren anestesia general.

Durante la cirugía, el médico suele realizar una pequeña incisión en el ojo, a través de la cual extrae la catarata después de haberla roto mediante ultrasonidos. Así, elimina los fragmentos del cristalino. A este proceso se le llama facoemulsificación. El ultrasonido consiste en una vibración mecánica de frecuencia superior a la de las que puede percibir el oído humano. Este emplea ondas sonoras para producir fotografías de las estructuras internas del cuerpo. A veces los oftalmólogos usan un láser (láser de femtosegundo) en ciertos momentos de la cirugía de cataratas, como, por ejemplo: para practicar incisiones, penetrar en la catarata y ablandarla, facilitando su extracción con ultrasonidos. Cuando no se dispone de facoemulsificación, los oftalmólogos simplemente pueden extraer la lente durante la cirugía sin utilizar ultrasonidos. Esta técnica se denomina extracción de cataratas extracapsular convencional.

            Una vez se hayan extraído todos los fragmentos, se coloca un cristalino artificial (lente intraocular), que es de plástico o de silicona, en la cápsula del cristalino. No obstante, no siempre es posible colocar la lente intraocular de forma segura. Cuando no se pueda, la persona deberá llevar gafas con vidrio grueso o lentes de contacto después de haberse extirpado la catarata. Y es que recuerda que, a fin de cuentas, el cristalino es una lente.

            El procedimiento suele durar unos 30 minutos. La persona puede irse a casa el mismo día. No suelen requerirse suturas, ya que la incisión en el ojo es pequeña y sella por sí sola.

            Quienes vayan a someterse a la operación deben conseguir con anticipación ayuda adicional en el hogar durante los días posteriores a la intervención quirúrgica, ya que es posible que su actividad se vea reducida (por ejemplo, pueden tener prohibido inclinarse y levantar objetos pesados). Además, pueden aparecer alteraciones de la vista, tales como visión borrosa y molestias al exponerse a la luz intensa, durante un corto periodo de tiempo después de la operación.

            En las semanas siguientes a la intervención se utilizan colirios que contengan corticosteroides o antibióticos para reducir la inflamación, evitar las infecciones y favorecer la curación. Las personas operadas deben utilizar gafas o un protector de plástico para proteger el ojo de cualquier lesión durante el sueño hasta que se haya completado el proceso de curación. Esto puede durar unas semanas. Se debe evitar el frotamiento de los ojos, levantar objetos pesados y flexionarse excesivamente hacia adelante. Si una persona tiene cataratas en ambos ojos, muchos oftalmólogos dejan transcurrir algunos meses después de la primera intervención antes de extraer la catarata del otro ojo.

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