ANIVERSARIO QUE MERECE UNA CELEBRACIÓN

Mientras discurre un mes de mayo con el termómetro subido de tono y amenazando por encima de los 30º y por si fuera poco con la mascarilla medio puesta o medio quitada todavía, se hace necesario celebrar -desde la distancia como está ordenado- los veinte años de existencia del periódico Granada Costa; digno además de reseñar, en situaciones extremas como la que todavía nos amenaza el persistente covid, y cuyo  ejemplar ha llegado a nuestra casa mensualmente con la puntualidad acostumbrada, a pesar del confinamiento al que estuvimos sometidos durante tantos meses y con mis Páginas Verdes siempre presentes,  informando de los pros y contras de  la situación agrícola y muy especialmente de la terrible sequía que puede arruinar a millones de ciudadanos enredados en tal actividad. 

     Y es un aniversario digno de celebración, en una época en la que los medios de papel vienen amenazando con su desaparición en algunos casos, forzados por tantos modos y maneras de información que se vienen desplegando con las noticias de cada día con más o menos veracidad, en tuits, tablets, whatsApp, radios, televisiones e internet en general, que no paran de ofertarse y en la mayoría de los casos de manera gratuita.

     Cierto es, que Granada Costa ha venido evolucionando desde su creación, enriqueciéndose con nuevos suscriptores y colaboradores en tantas facetas como aporta en los últimos tiempos. Todo ello auspiciado por sus hijos Carlos Álvaro y Antonio, cuyas incansables manos se manejan a la perfección con las del presidente Segura, que permanece ojo avizor al frente del periódico.

     Pero lo novedoso y trascendente para Granada Costa, ha sido la decisión del equipo de trasladar su actividad de manera presencial a Madrid y donde en el presente mes de mayo, ha sido homenajeado D. Jesús García Solano, por iniciativa de la Directora de la Academia. Mi enhorabuena desde aquí a todos los presentes al acto y mis deseos de éxito a Granada Costa en sus nuevos tiempos en la Casa de Granada madrileña.

Julián Díaz Robledo

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