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CULTURA FLAMENCA (LIII) FLAMENCO Y TOROS (XXIV). JULIO APARICIO (1932- 2016)

Una vez más hay que repetir que, tanto en el flamenco como en  los  toros, se  suceden las dinastías artísticas: Julio  Aparicio, hijo  de torero y padre del actual torero Julio  Aparicio Díaz. Julio Aparicio  Martínez  “JULIO  APARICIO” nació en Madrid el 13 de febrero de 1932; era hijo del novillero y banderillero Julián Aparicio Nieto, y debutó  con  caballos en  la  plaza de Puertollano  (Ciudad  Real), el 6 de mayo  de 1948, cortando tres orejas. Hizo su presentación, como  novillero, en  Las  Ventas  (Madrid) el 19 de junio  de 1949. No pudo  tener  mejores  comienzos. Y  tal fue así, que en una tarde calurosa de julio de ese mismo año se presentó  en Sevilla, siempre reacia a admitir en ningún  arte, y sobre todo en el toreo, la consideración de gran figura sin su beneplácito, un novillero madrileño llamado Julio  Aparicio, triunfador en Las Ventas de una manera colosal. “El público de la ciudad  del Betis – cuenta Rafael Ríos en “Tauromaquia fundamental”, pág. 151 (Sevilla, 1974) – iba  a comprobar si el éxito  madrileño era un espejismo como tantas veces o una realidad”. Efectivamente – en contra de muchos escépticos anticipados – fue una realidad, una espléndida realidad. En “El Correo de Andalucía” apareció la siguiente crónica  del sagaz crítico Manuel  Murga “No hace falta volverlo a ver”, es decir, bastaba haber  contemplado aquella actuación  de Julio Aparicio para calificarla con  la máxima nota en tauromaquia.

   Las crónicas taurinas nos dicen que Julio Aparicio y  Miguel Báez “Litri”  llenaron una época del toreo llamada la “epoca de las  novilladas”. Por  ello, los carteles de las  principales ferias de 1949 y 1950, se confeccionaron sobre la base de aquellos  dos  muchachos que hacían  llenar las plazas, agotar  las localidades y de dar  de nuevo  calor  a la fiesta. Representaban el contraste de dos estilos de torear. El estilo Litri ya lo hemos descrito en “Flamenco y Toros” (XXII). Julio Aparicio era un  torero de  marcado  sabor  clásico, que lidiaba y toreaba todos los  novillos que salían  por  los  chiqueros; guiado por la experta mano de don  José  Flores “Cámara” llevó  a las  plazas una categoría y un estilo muy depurado. Se le reprochaba- es  verdad – su excesivo retorcimiento en ciertos pases, pero ha dejado estela de “buen  torero”.

   Tomó la alternativa, después de tres temporadas apoteósicas como  novillero, el 12 de octubre de 1950 en la  Plaza de Toros de Valencia, de manos de Joquín Rodríguez “Cagancho”  y El Litri (que también  la tomó). El toro de la ceremonia se llamaba “Farruquero”, de Antonio  Urquijo, y esa tarde cortó 4  orejas y un  rabo.  Confirmó su alternativa en  Madrid en 1951, también  con  toros  de Urquijo, de manos  de  Manolo  González y con  Litri de testigo. En Las Ventas toreó 44 veces, saliendo por la Puerta Grande  en  siete ocasiones. En ese año sumó   70  corridas, en las  que -salvo en Sevilla, donde no volvió  a triunfar – obtuvo clamorosos éxitos. Más tarde, ya  en  posesión  de un buen  capital, buscó  más  el alivio y la comodidad que la lucha y  restringió  mucho  el número de festejos.

  En 1961 toreó  tres veces en Beirut (Líbano). En 1964 se le concedió la  Cruz de la Orden  Civil de la Beneficencia por  el gran número  de festivales benéficos en  los que ha participado. Es “Hijo Predilecto” de  Chinchón (Madrid); en Barcelona era un ídolo. En  Sevilla, en cambio,  no gozó del cariño de la afición. Hasta su retirada en 1969 se mantuvo siempre entre las  figuras, triunfando clamorosamente en muchas ocasiones: Las Ventas, México, Ronda, etc. Estos éxitos tuvo que alternarlos con graves cornadas como las que sufrió  en Barcelona (1956), San Sebastián (1960), en Arlés el 10 de septiembre de 1965.

   Aparicio se retiró de los ruedos en 1969 sin haber sufrido nunca un  aviso, fue un eficacísimo  espada, además de un gran lidiador, de buena técnica con la muleta, poderoso, clásico, con  estilo y calidad, de finas maneras, dominio, temperamento y casta, según hemos leído en las más diversas críticas taurinas. Contrajo matrimonio con la bailaora de flamenco Magdalena Díaz Loreto “Malena Loreto” y fruto de su relación son: Julio (torero),Magdalena “Kika” y Pilar. En la rivalidad con El  Litri, Julio – opinión generalizada – salió ganando en el buen hacer a los toros, y en la eficacia de su lidia, mucho más  racional y académica. Para mi modesta opinión, Julio  Aparicio fue un torero de cuerpo entero, que fue por todos los ruedos de  España y América  sembrando de triunfos su paso  por  los  mismos.

    Muchos y variados son los elementos que conforman  esta manifestación  cultural y artística  -Cante y Toros – que definen perfectamente la idiosincrasia andaluza. Rasgueos, palmas, taconeos jaleadores…, todo origina un rítmico  bullicio  que sacrifica al cante y protege al cantaor. De ahí el cantaor y cante para para bailar (“RITMO”), y el cantaor y cante para “escuchar” (“COMPAS”). Todo esto podría  quedar resumido así: TOREAR Y  CANTAR  A  COMPÁS. Dejar cada muletazo, cada tercio completo. Vivir el gran drama de la humanidad: “enfrentarse con las  fuerzas  de la naturaleza, sin más que la gracia contra la ira”, en feliz expresión de Manuel  Machado (1874-1947).¡Qué bien nos lo dejó  dicho!:

 “EN  LOS VUELOS  DEL  CAPOTE,

 CON  EL TORO  QUE  VA  Y VIENE,

 JUEGA  AL ESTILO  ANDALUZ,

EN  UNA  CLÁSICA  SUERTE,

COMPLICADA  CON  LA  MUERTE

 Y  CHORREADA  DE LUZ”.

      Y para que no falte otra nota de similitud entre el flamenco, del  que  Aparicio  era un ferviente admirador, y el toreo, hay que decir  que entre los cantaores también  se dan las llamadas “malas tardes”, aunque el cante sea más bien  nocturno. Se  cuenta que a Manuel Torre “NIÑO DE  JEREZ” le  sucedían esas “malas tardes”, pero cuando le  salía bien “el toro del  cante…”, “temblaban  hasta los farolillos  de  la calle…, como diría el  eximio poeta  granadino  Federico  García  Lorca  (1898 – 1936), cfr. “El flamenco  en  la obra poética de  García  Lorca”, pág. 130. Granada Club Selección, 2009.

Y para que esta  analogía sea aún  más  cabal, diremos , en el siguiente trabajo, unas  palabras acerca de la “Presencia de  la mujer en  los toros”, que tan buen  papel hizo ella  en  el campo  flamenco,  tal  como lo  dejó demostrado  el  autor de estas líneas  en su obra  “Presencia de la mujer  en  el  flamenco”, publicada  en  las páginas  del  “EL  SOL  DE ESPAÑA” (Málaga, 1981).

Alfredo  Arrebola,  Profesor-  Cantaor

2 thoughts on “CULTURA FLAMENCA (LIII) FLAMENCO Y TOROS (XXIV). JULIO APARICIO (1932- 2016)

  1. Mi torero Julio Aparicio Martinez me haces mucha falta
    .te conoci cuando yo era muy joben y no te podido olvidar eres El amor de mi vida love Isabel

  2. No se porque Julio Aparicio.hijo habla mal del padre no está bien hay que respetar a los Padres espero cambie de opinión Julio Padre para mí es el amor de mi vida lo conocí cuando éramos jóvenes en Colombia lo admiro mucho love Isabel Moore yo vivo en los Ángeles California

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