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QUIERO QUE APAREZCAS EN MÍ

Francelina Robin

Francelina Robin

Te observo a ti, con amor, luchando por definir qué es el amor a través de una mirada poética. Al intentar hacer comparaciones terminas recurriendo a definiciones subjetivas: el amor es el murmullo de la tierra, los vientos del amanecer, el recuerdo de ese tiempo. Es a través de metáforas que intentas definir cuál es este sentimiento tan difícil de nombrar y traducir. Dejaré morir dentro de mí las ganas de amar tus ojos que son dulces, porque yo sólo puedo darte el dolor de verme eternamente agotado. Sin embargo, tu presencia es algo así como luz y vida y siento que en mi gesto está tu gesto y en mi voz tu voz.

            No quiero tenerte porque en mi ser todo se acabaría. Sólo quiero que aparezcas en mí como la fe en los desesperados, para poder llevar una gota de rocío sobre esta tierra maldita que quedó en mi carne, como una gota manchada del pasado me iré. Irás y apoyarás tu mejilla contra otra mejilla, tus dedos se entrelazarán con otros dedos y florecerás en la aurora. Pero no sabrás que fui yo quien te pilló, porque fui el gran íntimo de la noche. Porque puse mi rostro contra el rostro de la noche y escuché tu amoroso discurso. Porque mis dedos entrelazaron los dedos de la niebla suspendida en el espacio y traje a mí la misteriosa esencia de tu desordenado abandono. Me quedaré solo como veleros en puertos silenciosos, pero te poseeré más que a nadie porque podré partir. Y todos los lamentos del mar, del viento, del cielo, de los pájaros, de las estrellas serán tu voz presente, tu voz ausente, tu voz serena.

            El amor se celebra aunque la pareja no permaneciera unida. A pesar de querer con todas las fuerzas tener a la mujer que se ama, es preferible terminar renunciando a la relación por no causar sufrimiento a la persona que se ama. Prefiriendo guardar su amor y sufrimiento en silencio antes que someter a su amada al dolor. Debemos buscar una vida inquieta, llena de aventuras, prefiriendo experimentar el amor loco antes que vivir en paz y tranquilidad. La búsqueda no debe ser una persona específica, sino principalmente debemos buscar pasión, el sentimiento de verse arrastrado e involucrado en una relación amorosa. Necesitando de este sentimiento de euforia para llenar la vida sentimental. Amor, ¿jugamos, amor? juguemos al tenis, bailemos. Molestemos a los demás, amor, huyamos, subamos en el ascensor, suframos con calma y sin prisas. ¿Vamos a sufrir, amor? males del alma, peligros. Dolores por mala reputación, íntimos como las llagas de Cristo. ¿Vamos, amor? Emborrachémonos de ajenjo, emborrachémonos de cosas raras, hagamos como que hoy es domingo, paseemos por la playa, corramos tras el batallón. Vamos, amor, a tomar el té en el sótano con la señora. Robemos naranjas, hablemos, inventemos, creemos nuevos besos, nuevos cariños, visitemos nuevas ciudades. ¿Vamos, amor? estemos inmensamente persuadidos de los acontecimientos. ¿vamos, amor? Porque la vida es excesivamente seria.

            Entró como un pájaro al museo de los recuerdos. Entró como un pájaro al museo de los recuerdos. Y en el mosaico blanco y negro se puso a componer una danza. No sabía si era un ángel, sus delgados brazos demasiado blancos para ser alas, pero estaba volando. Tenía una cabellera inolvidable, además de una hornacina donde reposaba el rostro de una santa tallada sin terminar. Sus ojos le pesaban, pero no era modestia. Era miedo de ser amada, vino de negro. La boca como una marca de beso en la mejilla. Ni siquiera tuve tiempo de encontrarla hermosa, ya la amaba. Entró como un pájaro en el museo.

            Cuando llegó el alba estiré mi pecho desnudo sobre tu pecho, temblabas y tu rostro estaba pálido y tus manos frías. Y la angustia del regreso ya vivía en tus ojos. Tuve compasión de tu destino, que era morir en mi destino. Quería quitarte por un segundo el peso. Quería besarte con un afecto. Pero cuando mis labios tocaron tus labios comprendí que la muerte ya estaba en tu cuerpo y que era necesario huir para no perder el único momento en el que eras verdaderamente la ausencia del sufrimiento, en el que eras la verdadera serenidad.

            Se les vio caminando hacia el amor de noche: oh, la mujer amada es como la fuente. La mujer amada es como el pensamiento del filósofo, no cesa de sufrir. La mujer amada es como el lago dormido en la montaña perdida. Pero, ¿quién es este misterioso que está como una vela crepitando en el pecho? Ésta que tiene ojos, labios y dedos dentro de la forma inexistente, por el trigo que crecía en los prados soleados la tierra amorosa, levantaba el rostro pálido de los lirios y, los labradores, se iban transformando en príncipes con finas manos y rostros desfigurados. Oh, la mujer amada es como la ola que, en soledad, corre lejos de las playas. Encaramada en el fondo estará la estrella y, más allá también.

            En frente de mi jardín me decía así, hablando con tantas y tantas flores, tanto amor y ninguno para mí, diciéndome así: aunque cuente pétalos de una flor nunca tendré tanto amor. Cogí una margarita diciendo: ¡Me quiere, no me quiere! Tantas veces lo repetí que me dije: ¡Para ya! ¿para qué cuentas si sabes que tu amor nunca lo encuentras? Pues mientras fuiste joven nunca lo viste y ahora, con esta edad, ¿piensas que existe? Deja de soñar, sabes que el amor verdadero es raro de encontrar. Si tienes suerte y lo encuentras, éste durará poco tiempo. No pierdas el tiempo porque un día viene un viento de tempestad y te arrebata el amor que buscaste hasta la saciedad. Déjame irme, si un día quisiese irme, no me cojas. No me fuerces a que me quede, déjame ir hasta donde me quiera ir. Si un día me fuese, no pienses que mi alma no llora, no pienses que no miré cada paso que di. Si algún día me ves irme, no pienses que no pensé. No pienses que antes de decidirlo no lloré, piensa antes lo que deberías haber hecho cuando, con respeto, en mi silencio, buscaba tu atención. No pienses que no sufrí antes de tomar cualquier decisión. Si un día me fuese para siempre, experimentaremos el dolor de la pérdida, los dos. Experimenta una de cada palabra dicha sin corazón. Recuerda las veces que callé con las penas de mi razón. Recuerda las veces que sin darte cuenta te di mi mano. Aún no me fui, porque aquí estoy, aún no sé por dónde va el camino. Aún no sé cuál va a ser la solución porque la vida aún sigue y voy a esperar tu perdón. En poesía se plantean sucesivas situaciones diferentes, algunas felices y otras no tanto, con la finalidad de disfrutar ya que la vida ya es demasiado dura como para prestar atención a aquellas cosas que no nos gustan. Sean escritos o no en verso libre, con rima o sin rima, estas palabras escritas en verso son, en esencia, un gran elogio a la mujer y a sus pensamientos.

MÁS QUE EL SILENCIO QUE HABLA

Más que una mano extendida,
más que una hermosa sonrisa,

más que la alegría de compartir,

más que soñar los mismos sueños

o doler los mismos dolores.

Mucho más que el silencio que habla

o la voz que calla para escuchar,

la amistad es comida

que apaga nuestra alma

y nos lo ofrece alguien

que cree en nosotros. Un desconocido.

La verdadera amistad es aquella que no te explota,

quien esta siempre a tu lado

y te busca en cada amanecer

y te apoya incluso si te equivocas.

Quien te acepta no por lo que tienes,

simplemente se entrega como amigo.

Por lo tanto, ante cualquier peligro,

el amigo nos ayuda.

La amistad es un amor que nunca muere.

Cuando todo en la vida sale mal,

no significa que se acabó,

de hecho, siempre queda el día siguiente

para empezar de nuevo.

Y demuestra que puedes hacer mucho más y mejor.

Nunca renuncies a ser feliz,

porque esa es la única razón real por la que tenemos vida.

No olvides a tus amigos,

pueden ser la razón de tu felicidad,

si no es así, tal vez usted sea la razón por la que lo son.

Mis amigos, mis amores.

En mi vida siempre estarás presente.

Te amo. Aparece muy suavemente,

cuando dos personas se encuentran.

Si es débil, nadie lo recuerda.

Si dura, nadie lo olvida.

Porque un verdadero amigo nos ayuda a vivir,

borra nuestro miedo,

nos da fuerza y ​​confianza

y guarda cuidadosamente los secretos.

Francelina Robin

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