MIRADA AL PASADO Granada y su influencia en la Mancha

Autor: José María Escribano Muñoz

Hendaya-Francia

Hace ya un tiempo que tuve la oportunidad, de tratar una de las páginas más trágica de la historia española, se trata de la injusta decisión, a la que se vio obligada una buena parte de la población granadina, tras la guerra civil conocida como de las Alpujarras.

Tras la derrota de aquellos granadinos; llamados moriscos que habían aceptado la religión cristiana, como castigo se condeno a toda la población, sin excepción alguna al destierro. Obligados a caminar a pie por gran parte de la península, hasta recalar en su lugar de destino, la Mancha una tierra de tradición de acogida, muchos de los condenados por herejía terminaban en este territorio, entre ellos buen número de los conversos judíos.

Me gustaría hacer hincapié en la riqueza del ser humano; que no radica como muchos puedan pensar en los bienes materiales, que en este caso fueron obligados a dejarlos tras de sí, (como es tradicional allá donde recalan los flujos migratorios, generan riqueza gracias a su aporte intelectual y laboral.

Este fue el caso de aquellos moriscos; quiero centrar mi artículo en uno de estos pueblos de la Mancha, Campo de Criptana, que por muchas razones, lo tengo bien estudiado, y donde estos granadinos dejaron profunda huella, en todos los aspectos, desde la gastronomía, etnografía, vestido, el folklore y la cultura en general.

Los antropónimos manchegos tienen que ver también en gran medida en aquellos conversos que para demostrar su total entrega a la nueva religión, utilizaron nombres como en las mujeres de: Sagrario Sacramento, Custodia, Presentación y así podría seguir, con una lista innumerable, este detalle aún hoy en día continua, siendo una tradición que las propias manchegas no son capaces de situar su origen.

Barrio del Albaicín (Criptana)

Antecedentes:

La sublevación de las poblaciones hispano árabes de las Alpujarras; fue una consecuencia de una cadena de incumplimientos, emanados de las capitulaciones firmadas en su día por la reina Isabel I (conocida como la católica, por haber contraído matrimonio con Fernando el católico de Aragón), pero no solo esto las constantes persecuciones, tales como la prohibición de hablar y escribir en arábigo, quedando todos los contratos y documentos hasta entonces oficiales en dicha lengua anulados, al mismo tiempo que se prohibían cualquier acto cultural en la citada lengua.

También se prohibieron los nombres y vestidos de estilo árabe; decisiones que encendieron la chispa del hartazgo de toda una población que hasta entonces, con sus más y sus menos, había vivido en paz y en convivencia con los cristianos viejos.

El 23 de diciembre de 1568 se inicia la rebelión; siendo en Motril donde se produjeron los primeros incidentes, en unos pocos días toda la Alpujarra, estaba en pie de guerra. Con la intención de aplacar la rebelión Felipe II; envió a su hermanastro el capitán general don Juan de Austria. En abril de 1569 un grupo de soldados al mando de la Gasca, subieron a Turón con la intención de saquear algunos hogares de moriscos, un morisco mato  a La Gasca y sus soldados vengaron su muerte, matando a ciento veinte hombres, llevándose a las mujeres y los niños a Adra y a continuación prendieron fuego a todo el pueblo de Turón.

A mediados de Junio de 1670; don Juan de Austria ya tenía controlada la situación, si bien a la hora de hacer balance, ve que no resulto fácil la operación, le quedaban tres mil infantes y doscientos caballos, durante la guerra había perdido entre muertos y desertores, ocho mil infantes y trescientos jinetes.

Pero fue en agosto de ese mismo año; cuando se llevo a cabo la operación definitiva, Aben Abóo es asesinado, suponiendo una gran desmoralización para las tropas moriscas. En el mes de octubre Felipe II, le encomienda a don Juan de Austria, el mando de la flota que combatirá en Lepanto.

En noviembre las galeras de la corona; embarcan en Almería a cinco mil moriscos, llevándolos deportados a Sevilla, el resto hombres en su mayoría ancianos, mujeres y niños, fueron obligados a abandonar sus pueblos de origen, condenados al destierro. La Alpujarra queda desierta, sin más población que unos cuantos soldados y algunos cristianos viejos.

Mientras tanto se pone en marcha; bajo la atenta vigilancia de soldados de los Tercios, una caravana camino de tierras manchegas, el destino fijado por la corona, el camino fue una autentica odisea, un recorrido a pie cruzando gran parte de la península, al que se le sumo las inclemencias meteorológicas, muchas personas mayores con tremendas dificultades y niños de corta edad, siendo mal recibidos por los pueblos que transitaban, hasta el punto que llego el momento, que los propios soldados, decidieron que el camino se debía de hacer por la noche, con el fin de evitar actuaciones contra los miembros de la caravana, de esta forma toda la noche caminando, sin apenas ver la tierra que pisaban sus pies y por el día en campo abierto tenían que descansar, tratando de reponer las escasas fuerzas.

Cruz que marcaba la raya del barrio morisco

La llegada:

Tras cruzar la barrera natural de Sierra Morena; los primeros pueblos manchegos, fueron actores de la distribución de los nuevos vecinos, que dependiendo de su población y de los datos que aportaban las autoridades locales, el número de los alojados era mayor o menor.

Uno de los últimos pueblos en recibir a estos granadinos errantes; fue la villa de Campo de Criptana, quiero detenerme en esta población por tenerla bien estudiada, y que puede ser un vivo ejemplo de las influencias aportadas por estos moriscos, al patrimonio tanto material como inmaterial, del resto de la región manchega.

Durante la segunda mitad del siglo XVI; la Mancha ya era lugar de asilo, para desterrados que habían sido objeto de los juicios del Santo Oficio, sobre todo judaizantes acusados de herejía, Campo de Criptana en aquel momento ya tenía unas fronteras internas, que  marcaban de forma clara, los barrios de cristianos viejos, (por lo general señores con casa solar), conversos judíos, y a partir de ahora los llamados moriscos, (cristianos conversos de origen Islámico). En Campo de Criptana, se les asigno la parte alta de la población, una cruz que aun hoy existe en el pueblo conocida como la (Cruz de Santa Ana). Esta era la raya que marcaba el límite entre los moriscos y el resto de la población, como curiosidad durante siglos los vecinos de este barrio del Albaicín, fueron conocidos como “Rayanos”, por estar al otro lado de la raya.

Las primeras habitaciones que dieron cobijo a estos nuevos criptanenses, fueron las cuevas que se sitúan a los pies de los molinos de viento, con el bagaje que traían de sus pueblos de origen, ellos supieron poner en valor unos habitáculos trogloditas, que hasta entonces, habían sido refugio del ganado y en algunos casos, almacén de los molineros, (un ejemplo de cómo supieron aportar dignidad a estas cuevas, son los trabajos arqueológicos, descubridores de las correctas distribuciones, de estos complejos familiares, en los cuales supieron combinar, la familia con los animales, incluso como almacenes para los aperos de labranza), muchas de estas familias eran auténticos expertos en el arte agrícola.

Vestido morisco

Estas familias con sus conocimientos de oficios; muy pronto fueron bajando y construyendo sus propias casas, en solares en los cuales no existía ocupación urbana alguna, calles como “la calle Nueva”, es un ejemplo de esta nueva expansión urbana.

 La población que  en un principio se mostro reacia; como suele ser normal ante lo desconocido, a medida que se les fue conociendo a estos nuevos vecinos, las barreras fueron decayendo  interrelacionándose, sobre todo porque muchos de ellos, eran valiosos profesionales de oficios muy necesarios para la población, de esta forma fueron adquiriendo un prestigio, que pasado un tiempo les llevo a concertar matrimonios mixtos, es cierto que una gran mayoría de los moriscos, se incorporaron al mundo del trabajo, en las tareas agrícolas al servicio de los señores, que poseían tierras donadas por la corona, por los servicios prestados en la llamada “reconquista”. Fue precisamente en estos trabajos; donde encontramos los primeros prestamos gastronómicos, uno de estos platos tradicionales que han llegado hasta nuestros días es la famosa “caldereta”, un guisado a base de cordero, que pronto los vecinos autóctonos lo hicieron suyo, hoy no hay fiesta en la Mancha, que dentro de su programación festiva, no cuente con su concurso de “calderetas”, pero no solo en este caso, otro de los platos que han transcendido fuera de las fronteras manchegas, (las típicas gachas de almortas), es otra de las aportaciones a la gastronomía manchega). Es curioso como de donde es originario este plato, no se conoce, resulta normal estos granadinos obligados al destierro, se llevaron con ellos todo su conocimiento así como sus costumbres.

La condena

La gran Influencia cultural:

Hoy la Mancha entre sus tradiciones; la herencia morisca es la más representativa, más que ninguna otra de cualquier  otro grupo afincado, desde la gastronomía como hemos comentado, hasta los diversos rasgos étnicos y culturales en general.

El vestido fue uno de los que mayor impronta marcaron; traspasando los limites manchegos, las sayas en la mujer, permitiendo cubrirse con la última de estas, con el fin de paliar los rigores climáticos, tanto el frio como el calor, (un ejemplo lo vemos en el famoso cuadro del pintor vasco Zuloaga, en el cuadro “las mujeres de Sepúlveda”, donde aparecen unas mujeres cubiertas con sus sayas, en el hombre la típica blusa manchega, que según al gremio al que pertenecían, podía ser gris para los labradores y negra para los ganaderos, también es de este tiempo y así podríamos seguir con un sinfín de prendas, pero nos desviaríamos por caminos, que nos son los principales objetivos del articulo.

En la música también tenemos ejemplos dignos de mención; tanto en instrumentos como en músicas y ritmos son herencia morisca, es cierto que al ser cristianos, ellos mismos supieron aportar a la tradición cristiana, canciones de navidad como los villancicos, unos cantos en principio de consideración villana y por lo tanto menores, que fueron en origen considerados así, por su procedencia, pero que terminaron calando en la población, por su alto contenido social y religioso. En cuanto a los instrumentos; tanto los de percusión como otros de viento y cuerda, también tienen su origen en estos granadinos, algunos de ellos fueron rápidamente adoptados, principalmente entre los grupos pastoriles, el caso de la flauta y el rabel, un violín rudimentario.

Molino del siglo XVI

Conclusiones:

Es lamentable la falta de conocimiento que existe entre la población, de la aportación a la cultura española de estos españoles, que por decisiones políticas, fueron borrados del panorama antropológico de toda una sociedad. Entiendo que es un deber con aquellas personas; poner en conocimiento su cultura que termino recalando en la general de la sociedad española. En todas las decisiones políticas; rara vez son medidas sus consecuencias, este fue un caso paradigmático de lo que hablo, las consecuencias fue un empobrecimiento de una tierra que tenía una buena prosperidad, convirtiéndola prácticamente en un paramo.

Sin embargo los prestamos que fueron aportando, en sus nuevos lugares, creo que son dignos de mención, sobre todo como acto de reconocimiento ya que en la mayoría de los casos, sobre todo en círculos de consideración purista, les chirriara saber que el origen de muchas de las muestras autóctonas, son herencia de aquel contacto morisco. Los nombres y apellidos; es otro de los ejemplos, obligados a cambiar sus anteriores nombres, surgen los llamados, nombres conversos y los patronímicos, los primeros principalmente entre las mujeres, nombres de una connotación muy manchega como: Sacramento, Sagrario, Presentación, Custodia, Anunciación, Iluminada, entre otros son de origen converso, (moriscas que para demostrar su cristianismo, optaron por reivindicar nombres que incluso, los denominados cristianos viejos, no daban a sus hijos). En cuanto a los apellidos; muchos de ellos optaron por adoptar el del pueblo de acogida, así vemos como Hellín, Villacañas, Villajos, Manjavacas entre otros son de esta procedencia.

Quisiera haber mostrado con el presente artículo; que en la sociedad es mucho más lo que nos une que lo que nos separa, el gran maestro Julio Caro Baroja, solía decir “para hacer un estudio sobre la vida del ser humano en la prehistoria, no es necesario hacer hipótesis descabelladas, basta con acercarnos a cualquier tribu amazónica o centroafricana, para saber que el ser humano, responde de igual manera ante sus necesidades”, sin embargo hoy estamos en un creciente afán por separar…

José María Escribano Muñoz

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