DE MONS ACUTUS AL CASTILLO DE COTE

Gonzalo Lozano

(HISN AQUT) historia de Montellano.

I.Cot en la frontera castellana. La primera crónica general, o sea, Historia de España que mandó componer Alfonso el Sabio y se continuaba bajo Sancho IV en 1289, mencionaba el castillo de Cot entre los cerca de treinta lugares de Andalucía “que le dieron por pleitesías” al rey Fernando III hacía el 1240, además de “otros muchos castiellos a que non sabemos los nombres, que se le dieron a este rey don Fernando et que ganó desa yda”, de los que el autor sólo se detiene a explicar “la razón porque se dio Morón en tan poco tiempo, seyendo tan fuerte casteillo et tan bien poblado”, esta noticia documenta por tanto, la fortaleza de Cot en época musulmana.

Conforme a lo estipulado en 1240, los mudéjares de Cot, al igual que los de Morón y otros lugares, permanecieron en las “aldeas de Coth” de los alrededores. En 1248, el rey santo entregó Morón y Cot a su hijo Don Enrique, pero al suceder Alfonso X en 1252, recibió el 24 de marzo de 1253 del maestre y frailes de Calatrava los privilegios concedidos por su hermano, a quien terminó arrebatando estos lugares.

El 8 de diciembre de 1253, el rey confió al concejo de Sevilla ambas villas fronterizas, y en 1255, decidió poblarlas enteramente con cristianos, obligando a la población mudéjar a malvender sus propiedades, a cambio de tierras en el término de la aldea de Xelebar, al poniente de Cot.

En 1271, al no poder defenderla el concejo Sevillano, el rey segregó la villa de Morón creando un concejo autónomo, y tras las invasiones de los benimerines a partir de 1275, concedió a los frailes de la Orden de Alcántara, en diciembre de 1279, “la villa e

castiello de Morón, a que ponemos nombre de Buenaventura, en que tengan el convento mayor, e otrossi les damos la villa e el castiello de Cot”.

En 1378 se ocupó de Cote Enrique II, otorgando en el mes de junio a veinte hombres una carta puebla “porque pueblen bien e moren continuamente en dicho castillo”, acompañada de una serie de privilegios que confirmaron los sucesivos reyes de Castilla hasta Felipe IV (Bohorques, 1633: 31-32) En 1385, Juan I confía de nuevo los castillos de Morón y Cote a la Orden de Alcántara, que hubo de cederlos hacia 1460-62 a los ambiciosos Girones, Collantes de Terán (1983), trazó la planta de la que consideraba fortaleza cristiana que rodea a la torre por todo su flanco su flanco sur, mostrando en

cuatro fotografías los “restos del poblado inmediatos a dicha torre”, un hermoso donjón tetrabsidal construido por los alcantarinos a finales del siglo XIII y conservando hasta hoy la fortaleza de época musulmana.

Aunque Cot no aparece con este nombre en textos árabes, la villa fortificada musulmana que existió en este emplazamiento, cuya capitulación en 1240 y posteriores acuerdos con los reyes de Castilla está históricamente documentada, esta atestiguada también por la arqueología, Mora Figueroa (1985), ilustra dicho poblamiento musulmán con un fragmento de cerámica vidriada de inscripción en relieve con caracteres árabes sobre fondo verde, y sobre todo da cuenta de los restos de edificios y de murallas conservados hasta nuestros días en la falda de la colina del “relativamente amplio dispositivo castrense y urbano de época anterior, “mal qil del que subsisten tenues y dispersos restos”. En una fotografía señala además el nivel en que comenzaban por la zona sur, las primeras defensas urbanas de dicho maqil musulmán, que se extendía hacia el norte hasta la parte mas escarpada, y cuyas murallas actúan como tales por su cara externa y como muro de contención por la interna, generando terrazas que proporcionan un mínimo de asentamiento horizontal.

Más tarde, procedente de un primer hábitat musulmán anterior a la construcción de la torre, se localizan fragmentos de vasos vidriados, generalmente en color verde, en su mayoría amorfos. El lugar llamado Cote el viejo a finales del siglo XV no es pues el primitivo castillo de Cot, si no, un despoblado próximo de nombre desconocido, quizá las ruinas de Xilibar en la sierra de Montellano, del que se ha tratado en estudios de historia y de arqueología medievales.

Propuestas etimológicas para explicar el origen de este topónimo, debemos partir de esta forma Cot que presenta generalmente los documentos del siglo XIII. Es claro que Cot no es una palabra castellana, si no acaso árabe, o un termino anterior adaptado a la fonética árabe, en final de palabra, el castellano no aceptaba de grado una oclusiva sorda, por lo que adaptó el topónimo a sus tendencias fonéticas generando un soplo vocálico, reflejado quizá en la transcripción Coth de algún texto alfonsí, que desarrolló una vocal plena e, presente en la forma Cote de la carta puebla de 1378, y en inscripciones menos fiables de documentos anteriores.

Los tres fonemas de Cot pueden proceder de diversas alteraciones fonéticas, que permitirían derivarlo de una docena de étimos, con distinta verosimilitud según su lengua, significado y documentación, y de la previsibilidad de esos cambios.

Cotto, “cerro” a pesar de que cuadre al cerro de Cot el supuesto significado de cotto de “colina peñascosa”, altura de tierra, que puede deducirse de la topografía, estaría fuera de lugar en la Bética prerromana que García de Diego (1959) propone como étimo de Cot. La forma está documentada sobre todo en Asturias y Cantabria como cueto, cuyo diptongo no permite creer que derive desde luego de la forma latina cóte, y en Galicia y Portugal en los topónimos Coto y Cotelo.

Con no menos antigüedad, en dialectos leoneses y Gallego-Portugueses está documentada esta raíz con el sentido de “nudillos de los dedos”, muñón, moño, tarugo, que quizá fuera el significado originario. Pero, en cualquier caso, el vocablo pervive en Liébana y el este y centro de Asturias, y aunque la toponimia permite suponer que su empleo pudo haberse extendido por Galicia y el norte de Portugal, y hasta por la Rioja, Soria, Segovia, Salamanca e incluso Extremadura, nunca habría llegado a Andalucía, ni se habría conservado sin documentar hasta mediados del siglo XIII.

Antes creo incluso que tengan un origen distinto, buena parte de los topónimos menos septentrionales que menciona Menéndez Pidal, Cos “atalaya”: Por su situación respecto a la ciudad hispano romana de los Callenses Aeneanici, y mas tarde a Mauror (Morón), el lugar de Cote, que en la baja edad media era sobre todo la atalaya principal de Morón, pudo haber formado parte del sistema defensivo de estas poblaciones desde antiguo.

Bohorques(1633) creyó que fue una atalaya fundada por los fenicios, y que Cot, según San Jerónimo y Nicolás de Lira, era una palabra fenicia con el significado de “atalaya” o de “altura”, que relaciona sin razón con la isla de Cos en el mar Egeo, que en ningún caso se escribe con t, y nada tiene que ver con Cot, ni con las lenguas fenicia o hebrea.

Cotte, ciudad romana: En los alrededores del castillo, según Serrano Ortega (1911), había restos que muestran haber sido gran población, que identificaba si ningún fundamento, con una supuesta antigua ciudad romana de Cotte, pues los restos no corresponden a época romana, ni entonces existió ciudad alguna con ese nombre.

Callet, ciudad romana: Fuera de otro importante yacimiento más antiguo en la cima de la sierra de Montellano, al poniente de Cote, el principal núcleo urbano de época romana de los alrededores, estuvo en las ruinas de Molino Pintado o Canteras de

Moguerejo, donde habitaron los Callenses Aeneanici en el territorio de la antigua Callet, situado entre las Sierras de Morón o Montejil y la de Montellano y Cote, al este de la vía de Córdoba y Écija al Estrecho.

A propósito de esta ciudad próxima a su hacienda, Ignacio de Torres imaginó que el castillo de Cote, sería sin duda el centinela avanzado, hacia el mediodía de aquel pueblo. Si el nombre de Callet hubiera sobrevivido a la ciudad, tras la síncopa de la vocal átona e, que daría Calt, y la posterior pronunciación de esa l, velar implosiva como una vocal velar u, en época visigoda pudo haberse pronunciado ya “Caut”, como Aubina de albina en el caso del nombre de una alquería próxima en el siglo XIII.

Caut pudo haber monoptongado en castellano en Cot, como saltus en soto o Mauror en Morón, pero en ese caso estarían documentadas en textos árabes o romanos; Caut o Cout, como lo están Mawrur y Mouron, pues no es verosímil que este nombre se conservara sólo en el habla hasta mediados del siglo XIII.

Por tanto, no podemos derivar Cot de Callet, la ciudad prerromana próxima, por muy sugerente que resulte la hipótesis. Cote, pedernal: Bohorques 1633, desechó el último latino Cos, Cotis “piedra de amolar”, que sí habría dado en castellano Cote, argumentando con razón que el significado de piedra de amolar, no cuadra con el lugar de Cote, aunque la recoge entre otros posibles étimos García de Diego (1959).

Caute “roca, peñasco”: El termino latino cautes, cautis, con un significado más apropiado al cerro pedregoso de Cote, pudo haber dado lugar a este topónimo a partir de la forma tardía caute, que habría sufrido una evolución parecida a la de Callet, una vez apocopado en Caut por la influencia del árabe.

Pero igualmente hemos de rechazar este étimo por no estar documentada en toda la Edad Media una forma con diptongo o monoptongada, topónimo o nombre común.

Cautu “coto”: García de Diego también sugiere derivar Cot, del latín Cautu “coto” terreno acotado o mojón, aplicado supuestamente a este lugar en época tardía y en mozárabe, y que habría sufrido una evolución parecida a la del anterior.

Pero se trata de un topónimo tardío que tampoco está documentada con diptongo en ningún lugar y como nombre genérico está en castellano, gallego, portugués y aragonés, pero no en mozárabe, ni cuadra su significado al lugar de Cote, por lo que es un étimo aún menos verosímil que los anteriores.

Cúbito “codo”: En mozárabe si está documentado qubtal derivado de cub (i) tus “codo”

Continuará….

Gonzalo Lozano Curado

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