Aquel Viajante-Representante – A TODA COSTA
Sirvan estas líneas de evocación y respeto hacia esa profesión en extinción, llamada… <<el viajante>>.
Estamos acostumbrados a oír que los tiempos han cambiado, así se trate de las costumbres sociales, del coste de la vida, de la moral de los individuos, de la seguridad ciudadana y hasta del clima que sufrimos, sea cual fuere la época del año.
Todas las metamorfosis son al final aceptadas, si bien en contadas ocasiones con el aplauso general, como es el caso, por lo que conlleva de mejora para unas personas envidiables por su tenacidad y por el halo romántico que les precede y que al evocarlos los podríamos equiparar como “poetas” de una época…
Hoy se les conoce por “EJECUTIVOS DE VENTAS”, pero en tiempos pasados el viajante de comercio era un gran comunicador y creador de riqueza.
Tenía que ser psicólogo y estar dotado de una voluntad férrea para triunfar, carácter alegre y persuasivo, la paciencia de Job, ingenio despierto y palabra fácil. A estas condiciones esenciales hay que añadir las físicas: naturaleza casi sobrenatural, estómago de acero, pulmones de bronce, piernas de gamo y vista de águila.
Eran los embajadores del progreso y la cara visible de la empresa, llevando a todas partes lo de más reciente creación en estuches de galantería y gentileza, mostrando las novedades materiales y divulgando las espirituales, aquellas que saben captar las almas peregrinas.
Troveros deliciosos ofrecidos a cantar las excelencias de la mercancía que exponían. Comentaristas burlones y sagaces de la vida, sin perder la nota de sutileza para conseguir la atracción.
Debían ser como periódicos humanos llenos de ciencia popular, salpicada con esa amenidad que era patrimonio de las personas de mundo. Soportar ironías y hasta ciertos descaros con un talante estoico, tratando de reflejar siempre en su rostro la admirable sonrisa de la complacencia.
Se desplazaban en incómodos autobuses, desvencijados trenes, a pie y en burro si fuese necesario, tenían que pasar por el martirio de los hospedajes propios de aquellas épocas, sufrir fríos y calores. Lo peor, largas semanas fuera de sus hogares
Nuestro reconocimiento, para aquellos héroes que no disfrutaron de coches veloces y dotados de aire acondicionado, autopistas, aviones, hoteles de cinco estrellas, teléfonos móviles y ordenadores portátiles.
Francisco Ponce Carrasco
Y no se les reconocía el mérito que tenían y las penalidades que pasaban.