JUAN JOSÉ IGUALADA, UN JOVEN POETA DE NOVENTA Y CINCO AÑOS.
Sí. Noventa y cinco espléndidos años llenos de vitalidad, de entusiasmo, de inquietudes literarias y de ilusiones. Juan José Igualada es un ser excepcional. Una rara avis a quien los años no han pasado por él; él ha pasado por encima de los años saludándolos al llegar y despidiéndolos con la mano diciéndoles: -Que os vaya bien. El año que viene nos volveremos a ver de nuevo. Me encontraréis tan atareado como siempre. Componiendo versos, escribiendo artículos, ensayos, humoradas o publicando mi último libro. Y de cuando en cuando, para no aburrirme, dibujaré, asistiré a los mil y un actos culturales que se celebran, entre ellos, los lunes de A-Rimando, y si me queda tiempo, descansaré.
Juanjo es así y mucho más. Yo tengo la suerte de conocerlo hace unos años, no muchos pero sí bien aprovechados, y de que me honre con su amistad. Nos conocimos en el Grupo Literario A-Rimando, fundado por también mi buen amigo Paco Ponce Carrasco, su presidente, donde nos reunimos todos los lunes para leer nuestros poemas o relatos; nos reímos; hacemos exposiciones; nos reímos; organizamos fiestecitas; nos reímos; presentamos libros y nos reímos, pues el Grupo, aunque eficaz, es atípico a todas luces. Una tertulia de amigos; de buenos amigos.
Juanjo allí es una autoridad, muy querido y respetado. Le llamamos el Profesor y siempre nos trae poemas, que reparte entre todos, maravillosamente ilustrados con lindos dibujos o grecas trazado todo por él con pulso firme y mano segura. Asimismo hace perfectas manualidades que con la sonrisa traviesa de un niño nos muestra orgulloso.
¿De dónde saca tantas ideas para componer los mil y un versos que tiene y que a diario escribe? Quizá este poema nos dé una pista.
ALGO TENGO
Algo tengo misterioso
dentro de mí, como incienso
de dolientes ansiedades,
de sonrisas,
de inquietudes y desvelos.
Voces tristes que me piden las redima
de la cárcel y prisión en que las tengo;
voces dulces que me arrullan y me duermen;
voces bruscas, penetrantes, que sacuden
el dolor que llevan dentro.
Son anhelos escondidos;
son rumores de colmena lo que tengo.
Son los gritos de mis penas, que se clavan
aferrándose a mi pecho
y que ahogándose de amargas lágrimas
se transforman en silencios.
Son las ansias que no caben en el alma
y que luchan por librarse de su encierro
y se agolpan, provocando mis tristezas,
pues me obligan a vestirlas dignamente
si las suelto.
Estas ansias, estas voces angustiosas
que me acosan sin sosiego,
estos gritos fervorosos
que incesantes martirizan mi cerebro,
son la causa permanente,
son la ingente maravilla,
son la fuente misteriosa
de donde nacen mis versos.
Bueno, alguna conclusión podemos sacar acerca de la fuente y origen de sus versos. Pero yo sé que hay más: Juan José Igualada es un auténtico POETA. Versátil en los temas que trata en su variado repertorio: amorosos, intimistas, sociales, humorísticos, nostálgicos…
He aquí una preciosa oda a unos ojos, semejante a un madrigal. Perfectos endecasílabos. Versos plenos de musicalidad.
TUS OJOS
Imán poderoso de fuerza que arrasa,
flamígera llama que prende y abrasa,
hechizo que mana de oculto poder;
después de haber visto tu mágico encanto:
“¡Benditos los ojos que causan placer!
Son ellos imán de atracción poderosa,
son ellos la llama de luz misteriosa,
y son el hechizo que vibra de amor;
y yo que en sus galas esclavo me veo,
dichoso por ello con ansia deseo
que eterno me alumbre su extraño fulgor.
Gran sonetista, sus catorce versos son un ejemplo de rima, de ritmo y acentuación.
De los muchos sonetos que tiene escritos he elegido un par de ellos que, a la vez, son acrósticos. Fijaos bien a quien van dirigidos, sobre todo el segundo, al que yo he llamado acróstico combinado pues en él hay dos nombres entrelazados, versos impares con versos pares. Más difícil todavía.
SONETO ACRÓSTICO
Contenta quiero verte, amiga mía,
Afirmando tu voz y tus antojos,
Regando tu dulzura sin enojos,
Más tierna, más hermosa cada día.
En torno vas regando tu alegría
Nacida de sus tímidos sonrojos,
Cantores son de amor esos tus ojos
Ahítos de candor y simpatía.
Riadas de placer son tus miradas,
Reflejos son del alma que te anima
Alabando tu gracia y tu figura:
Si anhelas florecer tus alboradas,
Canta, canta, que el verso te sublima.
¡Ondea tu bandera, criatura!
ACRÓSTICO COMBINADO
Jugando con las letras a diario
Con ayuda constante del cerebro,
Un día y otro voy gozoso
A jugar con las notas de mi verbo.
Advierte la penumbra en que se ocultan
Revueltas en ropaje de misterio
Navegando y surcando silenciosas
Mis letras y mis nobles pensamientos.
Juego al dulce placer de los enigmas
Embrujando la mente en su concierto
Ordenando el clamor de mis ideas
Nacidas en mi mente y en mi pecho.
Sólo espero que en este laberinto
Entiendas el perfil de mis secretos.
¿Y qué me decís de estas esdrújulas repartidas por el siguiente poema? Son un “tratado gramatical” para recalcar que las palabras esdrújulas se acentúan en la antepenúltima sílaba, pues yo he contado ¡sesenta y cinco vocablos esdrújulos! ¡Qué ingenio hay que tener! Y encima, rimando.
PÁGINAS DE LA VIDA
Soy un tímido discípulo
de propósitos didácticos,
nunca dogmático o técnico
filósofo o matemático.
Aunque soy parco en mi plática
y algo irónico y sarcástico,
sé distinguir en mi brújula
un círculo y un rectángulo.
Sé de flemáticos dómines,
plumíferos o gramáticos
con pretensiones retóricas
de académicos pragmáticos.
Catedráticos anónimos
que disparan unos párrafos
emblemáticos, apócrifos,
históricos o dramáticos.
Sé de Sénecas ridículos
que entre estrépitos y escándalos
lanzan críticas histriónicas
como vulgares gaznápiros.
Ninguno exhibe su título
lingüístico o matemático:
son lo mismo que el murciélago
que no es ni ratón ni pájaro.
(fragmento).
No olvida nuestro poeta a sus compañeros de lírica y les invita figuradamente a cantar sus sentimientos, denunciando las injusticias, la maldad, la infamia, el dolor, la miseria. A cantar la libertad.
Magnífico y rotundo el verso final.
CANTA, POETA
El dulce ruiseñor canta en la jaula,
preso por su cantar y su belleza.
En su encierro su trino enmudeció:
cantaba en libertad, murió sin ella.
La mordaza del miedo y del terror
oprimió su garganta y su existencia;
calló su voz, pues le faltó el espacio,
y su alegría se trocó en tragedia.
¡Canta, poeta, canta! No en pedazos
rompas la lira que tu voz sustenta;
no encierres en tu pecho al ruiseñor
y muera de nostalgia entre sus rejas.
Grita la libertad que te obsesiona,
mueve las alas, iza tu bandera,
suelta los frenos del volcán que ruge
la angustia y el recelo que te inquieta.
Libera el interior que te presiona,
infunde con tu aliento tu entereza
y vierte el entusiasmo que te embarga
en regueros de voz, garganta abierta.
La caja de los truenos lanza al aire
si miras la maldad que, traicionera,
goza hiriendo en la sombra al desdichado
que gime entre sus garras sin defensa.
Has de atajar la infamia y la injusticia
y cantar al amor y su grandeza
con las armas rotundas del ingenio:
la palabra, las frase, las ideas.
Esgrime sentimientos de armonía
que han de ser tu argumento y tu querencia;
analiza con ellos y recorre
las rutas del dolor y la miseria.
La bondad sea norte en tu esperanza
sin que asombro ni pena te detenga,
porque el ser que te guía y te acompaña
tiene un nombre magnífico: POETA.
Antes de continuar con sus maravillosos versos, no quiero dejar de comentar los innumerables premios que Juan José Igualada tiene en su haber, tanto literarios como en sus aficiones particulares. Yo he estado en su casa y doy fe de ello al ver las estanterías repletas.
También tiene un gran número de libros escritos, unos son poemarios y otros del género narrativo. Su despacho es como una pequeña Capilla Sixtina de libros, copas, diplomas, trofeos… y en medio, él brillando con luz propia.
Homenajes también ha recibido… no sé cuántos. Nosotros, los compañeros de A-Rimando (algunos pertenecientes a Granada Costa, tales como Francisco Rossi, Antonio Prima, Baldomero Palomares, Juanita Peña y Eloína), también le hicimos un homenaje, sincero y entrañable, al que asistieron muchos amigos, familiares y compañeros de otras asociaciones literarias. Al finalizar el recital que le dedicamos, Juanjo nos dio las gracias emocionado y nos invitó a un vino bien acompañado de amigos… y aperitivos.
Y así como nuestro poeta invitaba a cantar a otros poetas, él asimismo desea hacerlo y nos pide que también le dejemos cantar, como bien lo hace en este último poema.
DEJADME CANTAR
Siento un hálito regar mis sentimientos,
su perfume me obliga y enriquece,
me abate, me emociona y enaltece
con las notas brillantes de su acento.
Si su esencia es un dulce suspirar,
¡dejadme cantar!
Tiemblo en la luz que se convierte en llama,
gimo en el verso que me da su aliento,
floto y navego en este mi alimento
que me daña, me cura y me reclama.
Si acudo a su caricia a festejar,
¡dejadme cantar!
Un río de esperanza me encamina
una ilusión me guía y me oxigena,
un delirio me absuelve y me condena,
un amor, un afán me subordina.
Si en mi pecho lo siento palpitar,
¡dejadme cantar!
Y si algún día mi cantar se acalla
y en la bruma se apaga su sonido,
y allí en la indiferencia y el olvido
su recuerdo y su vigor se encalla,
entonces, si ya dejo de soñar,
¡¡dejadme llorar!!
No, Juanjo. No te dejamos llorar. Te lo prohibimos. Te queremos siempre alegre, optimista, cariñoso, amable, derrochando vitalidad y siendo ejemplo de lo que es saber llegar a los noventa y cinco años pleno de facultades físicas y mentales, contagiando tu entusiasmo y tu saber estar a todos.
Y ya me despido de ti, Juanjo, “mi chico favorito”, como siempre te llamo, porque es así. Yo, cuando sea “mayor”, quiero ser como tú.
Juan José Igualada, gloria de las letras manchegas: Te queremos.
Vuestra amiga Carmen Carrasco.
Enhorabuena a ambos. Un cordial saludo y deleite de luz.
Muchas felicidades al magnífico poeta Juan José Igualada al que aprecio de veras.
Estuvo en Poetas Unidos y sentí mucho su marcha y deseo que siga aún mucho tiempo escribiendo tan maravillosos poemas.