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VI HABLANDO CON EL GATO CASIMIRO

 A pesar de que el gato Casimiro se encuentra a gran distancia de Granada porque está en Londres, ahora me es más fácil conectar con él y lo hago con frecuencia, basta con desearlo. Tomé buena nota de sus consejos cuando me dijo que para traerlo a mi presencia debía concentrarme en profundidad, tener un intenso deseo y una Fe absoluta, pues de lo contrario no habría conexión alguna. Insistió mucho sobre la Fe y me sugirió que leyera a San Mateo, y como estamos en un mes eminentemente de fiestas religiosas pues nada más indicado. Me sugirió especialmente los capítulos 14 y 17. En el primero aparece el pasaje “Jesús camina sobre las aguas”, y dice así: Cuando los discípulos que esperaban a Jesús en la barca en el mar, le vieron que venía andando sobre el agua, ellos se asustaron creyendo que era un fantasma. Pero Jesús les dijo: “soy yo, no tengáis miedo. Pedro le contestó: “Señor, si eres tú mándame ir a ti sobre el agua”. Él le dijo: “Ven”. Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua”. Pero al poco sintió miedo y comenzó a hundirse y gritó: “Señor sálvame”. Jesús le extendió la mano y lo agarró y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?

En el otro capítulo, en el 17, la Fe es también la protagonista, “El niño lunático”, aquel hombre que se hincó de rodillas ante Jesús implorándole que sanara a su hijo pues sus discípulos no habían sido capaces de curarlo. Jesús al instante lo sanó. Después los discípulos le preguntaron el porqué ellos no pudieron hacerlo y Jesús les dijo: Por vuestra poca fe”. En verdad os digo que si tuvierais fe como un grano de mostaza le diríais a aquel monte: “Trasládate desde ahí hasta aquí” y se trasladaría. Nada os sería imposible”.

Cuando terminé de leer estos pasajes del evangelio me sumergí en una honda reflexión. Después volví a leerlos y a releerlos no sé cuántas veces, pero en vez de ver claro todo me parecía más confuso, más incomprensible. Aquellas palabras eran grandiosas y verdaderamente viniendo de donde venían, pero al mismo tiempo también tenían el tinte de una exageración, de una fantasía cuando no de una burla.

En esto estaba cuando apenas sin darme cuenta tuve la conciencia de ser transparente y al mismo tiempo invisible, sólo existía mi interior y desde él veía muchas cosas a mi alrededor como si una Inteligencia superior me mostrara otra clase de mundo que desde el exterior era intangible. Me sentía ingrávido, flotando en un espacio de energía y de luz en el que todo era posible, solamente bastaba con desearlo, todo estaba al alcance de la mano. Daba la sensación de estar en este mundo conocido y limitado y al mismo tiempo en otro en el que todo era posible, y no era un sueño ni un ensueño sino algo real, estoy seguro.

Cuando salí de esto pensé que quizás habría padecido de una alucinación y mi mente me la había jugado. Pero luego pensé ¿no será que se me ha abierto la ventana de esa chispa divina que todos llevamos en nuestro interior?

Casimiro

En estas reflexiones estaba cuando me vino a la memoria aquellas palabras de Séneca, hace ya 2000 años, que le dijo a su amigo Lucilio: “Dios se halla cerca de ti, está contigo, está dentro de ti. Sí, Lucilio, un espíritu sagrado reside dentro de nosotros, observador de nuestros males y guardián de nuestros bienes, el cual nos trata tal como es tratado por nosotros”.

   Llegado a este punto decidí consultarlo con el gato Casimiro, con él conecté al instante, sin ningún esfuerzo (entonces caí en la cuenta de que en este acto había puesto en marcha lo que él me había aconsejado, esos enormes poderes misteriosos: el deseo y la FE. Le dije que había leído los capítulos del Nuevo Testamento que me había indicado, que realmente era prodigioso pero nada más, pues me parecía pura fantasía el hacer grandes cosas “sólo con la FE: “nada os sería imposible”.

    El gato Casimiro me miró muy serio y me dijo: “Ese pasaje del Evangelio está ilustrado con metáforas y exageraciones, pero eso no invalida que en sustancia las facultades, los poderes de la FE. Lo asombroso y extraordinario es cosa de todos los tiempos y de todos los lugares. Antes y ahora la FE es la que ha hecho y sigue haciendo esos hechos prodigiosos que se llaman milagros. Es un poder misterioso que desafía a los científicos y a la ciencia y a todas las leyes de la Biología y de la Física. Olvidan que el ser humano lleva en su interior la Inteligencia, el Dios interior del que hablaba hace ya 2000 años Séneca que tú has recordado. Sé que cuesta mucho comprender que la FE puede hacer milagros, pero es la verdad. “Anda, vete, tu fe te ha salvado”. Y en aquel instante el enfermo quedaba curado. En los Evangelios esa frase se ha hecho muy familiar, pues Jesús la empleaba constantemente.

    Después de este pequeño discurso el gato Casimiro permaneció en silencio unos minutos, pero en mi mente resonaban aquellas palabras del Evangelio sobre el poder de la FE: “NADA OS SERÁ IMPOSIBLE”. Y como para el gato Casimiro no hay nada oculto me dijo: “no dudes de la verdad de esas palabras. Recuerda que Jesús pronunció muchas veces “Yo soy la verdad y la vida”. Él nunca mintió”.

Intervengo y le digo cómo es posible poseer esa virtud de la FE y si se tiene reforzarla. Esta vez el gato Casimiro me sonríe y dice:

_ El método es sencillo, pero no fácil. El punto esencial es acondicionar la mente, desprenderse de todo lo negativo como es el miedo, la envidia, el egoísmo, la avaricia, el odio, los celos… es decir, limpiar la mente de toda basura para que pueda entrar lo positivo, y por tanto, la FE, pueda actuar esa Inteligencia Universal.

Por supuesto que esto necesita entrenamiento y persistencia. Recuerda que la Providencia alimenta a los pájaros, pero no le pone comida en el nido. Si practicas estos principios todo te será posible.

El gato Casimiro al llegar aquí levantó la cabeza hacía arriba y permaneció en silencio. Yo le imité mirando en la misma dirección y vi una brillante estrella avanzando lentamente hacia Oriente y en su cola ondeaba una blanca filacteria con letras doradas y estas palabras “Gloria a Dios en el cielo. Bendito el que viene en nombre del Señor”.

 

                    ROGELIO BUSTOS ALMENDROS

  

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