SIERRA NEVADA: MIRADAS INTERIORES

Cuando alguien que ha visitado Granada vuelve a oír el nombre de la ciudad, recuerda indefectiblemente la bella estampa de la Alhambra contemplada desde el Albaicín, desde cualquiera de los múltiples y sorprendentes rincones de este barrio asomándose directamente al monumento nazarí, pero sobre todo desde el archiconocido mirador de San Nicolás.

Pero esa imagen, guardada en el más selecto de los lugares que nuestra memoria reserva para sí misma -allí donde descansan los sueños- no es sólo el reflejo de algo que levantaron las manos prodigiosas del hombre hace un puñado de siglos. Es la culminación arquitectónica de un entorno natural privilegiado, de torres y murallas flotando sin tiempo sobre la colina de la Sabika, con el majestuoso telón de fondo de Sierra Nevada. El blanco impoluto de las alturas tocando el intenso azul del cielo mediterráneo, el rigor del frío y la nieve en armonía con la claridad y luz del sur, trazan ante nuestra retina los colores de un cuadro de contrastes difícil de olvidar…

Sierra Nevada, el gran macizo montañoso de la Penibética y techo de la Península Ibérica, ya acompañaba mis pasos de niño, de casa al colegio. Aprendí que las calles estrechas y paralelas convergían efectivamente –como decían los maestros- en el infinito. Y para encontrar ese punto a mí me bastaba girar la cabeza, materializar la inmensidad de lo inabarcable en aquellas cumbres. Dejaba entonces volar la imaginación y la pesada cartera llena de libros se convertía, por unos instantes, en liviana mochila conteniendo apenas una cantimplora y -eso sí- el delicioso bocadillo de tortilla que preparaba mi madre cada vez que nos llevaban de excursión.

Han pasado ya casi cuarenta años de aquello y he de reconocer que, en cualquiera de las ciudades en las que he estado, en algún momento me he sorprendido a mí mismo tratando de buscar instintivamente a la gran dama blanca dominando el horizonte, añorando la almohada -de ochenta kilómetros de largo y más de tres de altura- en la que siempre creí que descansaban las nubes y nacían las estrellas. De igual forma que el oriundo de una localidad costera -allá donde se encuentre- echa de menos el mar, los granadinos anhelamos la Sierra, su imponente silueta relativizando nuestras dudas y preocupaciones cotidianas. Logrando que seamos conscientes de lo efímero e insignificante de nuestra existencia frente a la inmensidad de la montaña.

Es por eso, por todo lo que para mí siempre ha representado y representará Sierra Nevada, por lo que me he animado a colaborar con el Proyecto Nacional de Cultura Granada Costa, sitio donde confluyen arte y ciencia como bien se canta en el himno de la fundación. Que la colaboración mensual que aquí se inicia sirva de humilde granito de arena que haga crecer a esta otra gran montaña, la cultural, surgida a partir de la emoción y el conocimiento de personas unidas en su afán creativo, repartidas a lo largo y ancho de todo el territorio nacional.

FOTO 1 CABALLO EN LA VEGA

Pico del Caballo (3011 m) desde la vega de Salobreña (Granada), cerca de la desembocadura del río Guadalfeo, a comienzos de septiembre de 2017.

Poesía:

Te recuerdo desde siempre por la orilla galopando,

con tu larga y orgullosa crin, cómo el viento la iba agitando.

Dime viejo caballo, ¿qué mal sueño te hizo un día parar?.

Hoy mis ojos de niño te vuelven a extrañar.

Te busco por la sierra y sus alturas, anhelo el Pico que luce tu nombre.

Dibujan allí arriba tus suaves contornos las lomas de Lanjarón y Cáñar,

cabalgando -ya renovadas- todas mis emociones, desde mar hasta tu cumbre.

 

FOTO 2 AGUILA EN VUELO

Águila calzada (Hieraaetus pennatus) sobrevolando las casas de Nigüelas (Granada) con dirección al valle del Torrente. Finales de marzo de 2020.

Poesía:

Velero de alas blancas y poderosas, apresando con sus garras la victoria de la última batalla.

Navegante de cielos que no cesan -los próximos y los lejanos-,

tan dueña y señora del aire pero sin embargo, de la primavera, su fiel vasalla.

 

FOTO 3 VENCEJOS EN VUELO

Vencejos comunes (Apus apus), acróbatas del aire a las faldas de Sierra Nevada. LLanos de Plúnez (Nigüelas, provincia de Granada) a comienzos de abril de 2020.

Poesía:

Apenas un tic, el parpadeo nervioso de unas siluetas…

y al instante, galimatías de medias lunas fugaces y negras,

chirriando y llenando el cielo.

Sin tiempo para diferenciar la sombra de la realidad en vuelo.

David Ríos Aguilar

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