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Se fue el romance y la copla, poesía de Antonio Gutiérrez Moreno

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Granada cristiana y mora,

bella flor de Andalucía,

en sus perfiles romanos

hay una fragua encendida.


Se quemaron sus ojeras,

sintió fuego en las entrañas

y con llanto fue apagando

los juncos de sus pestañas.


Le arrancaron de tirón

el clavel de la pechera

y quedó su corazón

sin lunas de primavera.


Sus manos de bailaora

son dos palomas heridas,

que se fueron con la aurora

una noche fratricida.


Olivares en silencio,

aire frío en la enramada,

el duende de los gitanos

va con las manos atadas.


Una maldición gitana

lleva Granada en la boca,

murió el poeta andaluz,

Federico García Lorca.


Y sin doblar las campanas

se fue el romance y la copla,

la guitarra de sus versos

quedó con las cuerdas rotas.


Enmudeció Andalucía,

se estremeció la Giralda,

se apagaron las farolas

que iluminaban la Alhambra.


Tembló la noche y la luna,

se enlutó Sierra Nevada

y lloró el pueblo andaluz

por su sangre derramada.


Manos sucias le mataron

como alimaña en la sierra,

sus verdugos no pensaron

que le daban vida eterna.


Quisieron y no pudieron

borrarle su trayectoria,

“Yerma” y “Mariana Pineda”

son su bandera de gloria.


En los tablaos del cielo,

dice una placa grabada,

aquí estuvo García Lorca

pero se marchó a Granada.


Cádiz, Málaga, Jaén,

Córdoba, Huelva, Sevilla,

y Almería soleada,

se han puesto traje y mantilla

para cantarle a Granada.

Y Granada se divierte,

Granada tiene alegría,

García Lorca no ha muerto,

está vivo todavía.


“El romancero Gitano”

lo lleva en su letanía,

para que el mundo no olvide

su copla y su poesía.


“Verde, que te quiero verde,

verde pino, verde rama”,

Granada es Andalucía

y García Lorca Granada.

Antonio Gutiérrez Moreno

En los vastos caminos de la lírica española, se alza con majestuosidad el poema «Se fue el romance y la copla» del insigne Antonio Gutiérrez Moreno, cuyo espíritu evoca la esencia de un Andalucía dolida y enamorada. A través de sus versos, el autor nos transporta a una Granada donde la mezcla de lo cristiano y lo moro, lo antiguo y lo moderno, se manifiesta en la dualidad de una fragua ardiente y unas manos heridas, simbolizando el sufrimiento y la pasión de una tierra rica en historia y cultura.

El poeta nos pinta con pinceladas de dolor y fuego la tragedia de Granada, sufre su pena en la noche fratricida, en la que las palomas de sus manos, antes danzantes, se transforman en símbolos de una desgracia sin igual. En este lamento andaluz, el autor no solo llora la pérdida de la inocencia, sino también la del gran Federico García Lorca, cuya muerte tiñó de negro el cielo de Andalucía, haciendo que la Giralda y la Alhambra perdieran su resplandor y que la Sierra Nevada se vistiera de luto.

Con un dominio del romance y la copla, Gutiérrez Moreno no sólo recuerda a Lorca, sino que resucita su espíritu en cada verso. Nos hace partícipes de una Andalucía que, aunque enmudecida por la tragedia, no olvida su esencia, su voz, ni su duende. Quisieron borrar la huella del poeta granadino, pero sólo consiguieron eternizarlo más. Ni la fría ejecución en la sierra pudo detener la marcha inmortal del poeta, pues sus obras «Yerma» y «Mariana Pineda» continúan ondeando como estandartes de su gloria.

En una sublime apoteosis, las ciudades andaluzas, vestidas de gala, se unen en un canto a Granada, reafirmando que García Lorca sigue vivo en el corazón de su gente y en la memoria de su tierra. La letanía del «Romancero Gitano» se convierte en un recordatorio perpetuo, para que jamás se olvide la voz que cantó al «verde, que te quiero verde», una voz que, aunque apagada en carne, resuena eternamente en espíritu.

Así, el poema de Gutiérrez Moreno es más que un homenaje; es una oda a la eternidad del arte y la resistencia de la cultura. Es un testimonio de cómo, a pesar de los intentos de borrar a los grandes, su legado persiste, llenando de vida y esperanza los corazones que, en cada rincón de Andalucía, siguen cantando y bailando, celebrando la inmortalidad del romance y la copla que García Lorca dejó como herencia imperecedera.

2 thoughts on “Se fue el romance y la copla, poesía de Antonio Gutiérrez Moreno

  1. Me quito el sombrero, Y me arrodillo.
    Ante tanto arte y talento.
    Antonio con su grandioso poema a Federico.
    Y Alvaro por su maravillosa síntesis y discernimiento, de tan magno poema.
    Vuestra rendida admiradora

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