Monumentos municipales: La Carmeta de Ítrabo
Fotografía actual de La Carmeta del archivo Granada Costa
“LA CARMETA”
LAVADERO PÚBLICO DE ÍTRABO
Definir o destacar un monumento, tanto si se conoce como no, es alto difícil, por la multiplicidad de elementos que hay que destacar, por humilde que este sea. Por lo que el artículista o cronista de turno, debe aproximarse, no solamente, a la verdadera historia de tal monumento, que suele ser -en la mayoría de las veces- fría y opaca-, sino que debe crear también belleza en donde posiblemente no la haya. Por otro lado, sí es verdad, que todos los monumentos tienen alma y tienen vida y si el cronista de turno dispone, aunque sea un poco de sensibilidad, seguro estoy que sabrá destacar su belleza y, por supuesto la percepción de tal monumento.
Casi siempre los monumentos fueron realizados para conmemorar una efeméride o homenajear a un personaje por hechos destacados, que no dejan de ser monumentos estáticos y los hay que fueron construidos con un fin social, como es el que hoy nos ocupa, para que los ciudadanos de esa localidad, pudiesen hacer uso de él, es el caso del (Lavadero Municipal público de Ítrabo).
Se encuentra situado este lavadero público al final de la calle José Martín Recuerda, partiendo desde la calle Picasso, y desemboca en una antigua almazara, hoy en ruinas, siendo su último propietario D. Vicente López Sánchez (recientemente fallecido), quedando de ella, solamente sus paredes, como testigo mudo de otros tiempos mejores. Existe una pequeña placita en donde esta ubicado el lavadero, esta placita desemboca en la calle Zanja.
El lavadero municipal fue construido en el año 1934, siendo alcalde de la Población D. Manuel Calderón (fusilado durante la fratricida guerra civil), aunque a través de los años ha sufrido diferentes modificaciones estructurales hasta su última restauración realizada en el año 2008, siendo alcalde de la población D. Joaquín Alabarces Peñalver (ya fallecido). Debo reconocer que hoy en día es una obra muy digna de ser visitada, siendo un edificio sobrio, pero de una cierta elegancia. Es una estructura alta cubierta por un techo de dos aguas cubierto de tejas y trasversales de vigas de maderas y sostenido por seis columnas hechas de ladrillos y cemento.
Discurre por su centro una acequia con un gran caudal de agua (que proviene de la llamada Fuente Santa), con laterales estriados para que la ropa se pueda lavar mejor y va a parar a la alberca baja, en donde es almacenada para regar las plantaciones de frutos tropicales de la vega baja hasta el límite de la carretera que lleva a Motril.
En la última remodelación del año 2008, tuvieron el buen gusto de iluminar dicha estructura, también se adecento los alrededores y se pusieron bancos para que las amas de casa que puedan ir allí a hacer su colada, puedan descansar. Existe varios maceteros con plantas ornamentales. En el lateral derecho había la fábrica de aceite ya mencionada y algunas viviendas, todo ello ya desaparecido, al menos en su lado derecho. En otro lateral de la placita hay un edificio que hasta hace poco tiempo sirvió como corral de cabras del último pastor de Ítrabo, y cuyo propietario de nombre Paco, fue obligado por la Junta de Andalucía a quitarlas de allí, ya que, la Conserjería de Sanidad de Andalucía, no permite que haya aglomeración de animales dentro de las poblaciones. Sí existe una vivienda de segundo uso (que anteriormente sirvió de lagar) y sobre el dintel de la puerta hay una imagen de la Virgen de la Salud, estampada sobre baldosines azules.
Antes de la construcción de este lavadero en el año 1934, las mujeres del pueblo iban a lavar la ropa al río, (muy cerca del actual lavadero), pero este río solamente lleva agua cuando llueve, después apenas discurre caudal. A las mujeres, pienso que les era cómodo porque una vez lavada la ropa, podían ponerla a secar sobre las piedras o matorrales, con lo que pasada unas horas regresaban a sus hogares con la colada hecha.
Pero este lavadero no solamente ha servido para ser usado como tal, sino que, de alguna manera, sirvió como encuentro social, ya que allí se comentaba todo lo que sucedía en el pueblo, lo bueno y lo malo. Se contaban sucesos acaecidos en la localidad y por que no, más de un chisme y mentiras interesadas que una vez dichas se propagaban con celeridad por todo el pueblo. Pero también sirvió para que se realizaran algunas travesuras y que mucho de los jóvenes del pueblo siguiera a la muchacha de su deseo, cuando esta, en las tardes de calor iban allí a llenar un cántaro de agua o un “pipote” para pasar más agradable las horas estivales, y aprovechar la ocasión para declararse a ellas y si era posible (cuestión no siempre propiciada por ellas) robarle el primer beso.
Que duda cabe que era un espacio vivo, casi siempre lleno de algarabía, de murmullos y de gritos, sobre todo por las mañanas, en donde las amas de casa competían para llegar la primera y situarse lo más cerca posible de la cabecera de la salida de agua, ello motivo, a veces, discusiones, desagradables, teniendo en cuenta que, el agua no estaba parada, sino que corría sin detenerse hasta el final del lavadero no venía a cuento. Hoy día solamente se usa en muy pocas ocasiones o por nostalgia de otros tiempos pasados. Afortunadamente todas las casas disponen de lavadoras, que hacen más cómodo tal cometido.
Hoy en día es un “monumento” que es visitado por todos los turistas que visitan Ítrabo, y fotografiado por ellos, ya que, tanto su estructura, simple pero, sobre todo su gran caudal de agua impresiona.
Cierro los ojos por un instante y retrocedo a mi niñez y oigo con total nitidez, las conversaciones de aquellas estupendas y bravas mujeres que, con sus espaldas inclinadas y sus manos rojas por el agua helada, lavaban la ropa de los suyos. Siempre estaréis en mi recuerdo, por eso es, que siempre que vuelvo a Ítrabo, tanto solo como acompañado, una de las visitas obligadas es ir a visitar la “CARMETA”. Vosotros también podéis hacerlo. Os gustará.
Marcelino Arellano Alabarces