Portada » LA CHIQUITA PICONERA
Imagen-de-WhatsApp-2023-12-13-a-las-10.17.44_e24ebb15

(Un enigma de Mujer)

María Teresa López González, conocida mayormente por “La Chiquita Piconera”, fue una gran modelo del extraordinario pintor Julio Romero de Torres. Mª Teresa empezó a trabajar casi siendo niña al principio de su adolescencia.

Nació en Argentina, creo que en 1914 más o menos, sus padres habían emigrado desde Córdoba (España) a Buenos Aires hasta que regresaron de nuevo a nuestro país cuando Mª Teresa contaba con solo siete años.

Pasaron a vivir a Córdoba en una casita que estaba cerca del pintor Julio Romero de Torres, teniendo buenos vínculos de amistad con la familia del pintor que propuso que la niña trabajara para él como modelo ya siendo adolescente.

Era una jovencita guapa, una belleza de ojos negros, lo mismo que su pelo con una bonita silueta y que el pintor quedó prendado de su hermosura convirtiéndola en la mejor y más popular, dentro de sus modelos, yo creo que la más famosa conocida como artista por “La Chiquita Piconera” al pie de su brasero. Este cuadro el más importante admirado por todo el mundo figura en el lugar más especial del Museo sito en Plaza del Potro de Córdoba con el nombre del gran pintor Julio Romero de Torres, destacando su cuadro de una belleza incomparable por ser el más admirado.

Mª Teresa hizo sonar el nombre de Córdoba dándole vida al Museo por donde pasaron grandes bellezas y los cuadros del pintor destacaban por esas lindas mujeres que ensalzaban sus figuras de mujer cordobesa, todas por regla general eran jovencísimas pero con un enigma en su mirada, triste, melancólica, pensativas, seductoras perversas, misteriosas, serias, de cuerpos atractivos, sensuales, insinuantes, que por lo visto es lo que quería destacar el pintor dentro de su Museo Julio Romero de Torres.

El pintor poseía más de 200 cuadros de gran belleza pintados en grandes lienzos de óleo y que todo el mundo que sabe admirar el arte, pasó a visitar este museo desde el año 1931 abierto al público, donde viene gente de todo el Mundo. La estrella del museo es “La Chiquita Piconera” donde se encuentra en el sitio más privilegiado en el centro del museo.

Al fallecimiento del pintor Julio Romero de Torres el 10 de mayo de 1930 sus hijos y su viuda decidieron hacer un legado al pueblo de Córdoba con parte de sus cuadros y muebles, para contar con la dicha de crear un Museo de exposiciones que se llamó Julio Romero de Torres llevando el nombre del pintor como dije anteriormente.

La vida del pintor resultó ser un tanto misteriosa, su empeño era pintar a niñas adolescentes con rumores existentes de infinidad de “traes y diles” pasando a ser un misterio su vida con las modelos, que supieron respetar siempre su vínculo hacia el pintor a pesar de pasar por muchas críticas y más por aquel entonces que se miraba todo con más morbosidad sobre los desnudos y que el admirador entendido siempre admiró los cuadros viéndolos como obras de arte pero la crítica siguió y seguirá existiendo como en otras muchas cosas.

Hoy voy a centrarme en el personaje de una de los modelos más famosas, La Chiquita Piconera, su nombre verdadero Mª Teresa López a la que tuve la suerte de conocer personalmente sin esperarlo. Yo estaba buscando piso y vi un cartel que anunciaba piso en venta en la calle Alfaro, muy conocida en Córdoba, y que me limité a llamar para crear una cita y poder verlo. Mi sorpresa fue cuando subí las escaleras y me encontré con una señora mayor pero atractiva, con cara triste, que me recibió muy atentamente, me hizo pasar a su casa y me invitó a sentarme y ponerme un café con unas pastas.

Tuvimos una bonita conversación, yo intuía que quería decirme algo, pero la vi algo indecisa y cuando estábamos en mitad de la merienda me soltó la “bomba” diciéndome “le voy a contar un secreto, yo soy La Chiquita Piconera, aunque mi nombre es Mª Teresa López”. Yo no sabía qué hacer, solo se me ocurrió decirle que fui una gran admiradora de ella y del Museo puesto que yo vivía cerca de la Plaza del Potro y que era un honor poderla conocer después de haber admirado infinidad de veces sus cuadros.

No quise indagar en su pasado, pero ella se volcó conmigo contándome varias anécdotas de las que he hablado anteriormente y me llegó a referir que la vida no la trató demasiado bien que se había sentido bastante explotada y con falta de reconocimientos, a pesar de todo lo que había trabajado y que la habían dejado en la ruina y vendía su casa porque la tenía embargada y tenía que salirse de allí rápidamente.

Me contó que el pintor era un hombre muy guapo y atractivo y que todas las modelos se enamoraban de él, incluso que él intentó seducirla a ella pero que ella guardó siempre las distancias a pesar de que estaba un poco enamorada de él y que nunca ocurrió nada entre ellos.

Estuvo conmigo muy atenta y comedida y para mí era una anécdota poder estar charlando más de dos horas con una gran modelo, nada más y nada menos que “La Chiquita Piconera”.

A pesar de sus años seguía siendo guapa, encantadora y sobre todo una mujer muy sociable, atenta, cariñosa, pero sí que la mirada era algo triste.

Me enseñó el piso, fotos, cuadros, etc. Se le veía con ganas de compañía y yo me sentía muy a gusto con esta dulce mujer. Al final no hicimos trato de la venta del piso porque me resultó caro de precio y no entraba en mis posibilidades y tampoco era mi estilo de lo que yo buscaba. Pero saqué algo bueno, una bonita conversación y conocer a una gran dama y famosa modelo, nada más y nada menos que “La Chiquita Piconera”.

Saqué en conclusión de que después de una vida ajetreada de trabajo como llevó dicha señora, pudiendo haber ganado mucho dinero, pensé yo que a veces el destino te guarda la soledad, la falta de reconocimiento sin un homenaje en condiciones sin grandes amigos y terminando en la ruina, perdiendo una buena posición como se merecía esta gran señora. Me dio pena que de poder haber tenido de todo pasó a ser ingresada en una residencia en Palma del Río (Córdoba) donde falleció en el año 2003. Solo ganaba 3 pesetas trabajando 12 horas en cada sesión. Salió en los billetes de 100 pesetas con su cuadro y en sellos de 5 pesetas, sin réditos para ella suficientes. Fue una mujer desconocida por mucha gente en su vida privada. Me dijo Mª Teresa que para ella fue un placer estar reflejada en los billetes de 100 pesetas y por la otra cara estaba su pintor Julio Romero de Torres.

Me contó que ya de más mayorcita estuvo casada, pero su matrimonio solo duró dos años y como no fue muy buena la experiencia no se volvió a casar no teniendo más relaciones, porque le adjudicaron una fama que la perjudicó bastante sobre su persona como Musa del desnudo o semidesnudo, y como musa del pintor Julio Romero de Torres y los hombres no supieron valorarla como mujer en sí y el que se le acercaba no iba con muy buenas intenciones.

Esta mujer Mª Teresa López, “La Chiquita Piconera”, desconocida por muchos, poseía un gran corazón que pasó por la vida con pena pero sin gloria. Aunque su trabajo nos lo dejó en herencia con su pose de modelo de élite por los siglos de los siglos para ser admirada por todo el mundo en su Museo de Córdoba y en otros Museos del Mundo.

GRAN MUJER Mª TERESA LÓPEZ GONZÁLEZ (LA CHIQUITA PICONERA)

Con toda mi admiración, agradecimiento a la gran Musa, bella dama modelo del Museo Julio Romero de Torres.

Soledad Durnes Casañal

Corresponsal de Granada Costa

LA CHIQUITA PICONERA

Belleza de mujer

ojos negros penetrantes

modelo de alto élite

pero mirada triste constante.

Fue grande su sufrimiento

en lugar de grandes amigos

fue rodeada de farsantes

pasando a ser sus enemigos.

Trabajo desde muy niña

pasando penumbras constantes

después de una guerra cruda

con sus posados logró salir adelante.

Soportó habladurías

haciéndola más infeliz

tuvo pocos amores

naciendo para sufrir.

Una musa con encanto

de mirada triste y apagada

le arrebataron su casa

siendo lo único con lo que contaba.

Pero quedará su recuerdo

en un Museo plasmada

inmortalizada para siempre

siendo por el Mundo admirada.

La lumbre de tu brasero

encienda los corazones

valorando a la mujer

hasta en los últimos rincones.

Soledad Durnes Casañal

Deja un comentario