LA BELLEZA ORNAMENTAL DE LA PIÑA TROPICAL
No me cansaré de piropear a la fruta más bella que nos regaló el trópico y de cuya especie me enamoré a los 18 años, cuando tomé contacto con ella en un viaje a las islas Azores, concretamente a la isla de San Miguel, donde se daba vida de una manera artesanal a la que yo nominaría como la Reina de las Frutas.
En aquel paraíso de los volcanes moderados que se mantienen vivos y útiles al servicio del agricultor, cuyos nativos fueron capaces de entender su mensaje aclimatando a la especie Ananás, con el calor de sus suelos volcánicos y revistiendo de cristal el habitáculo donde tenía que nacer, crecer, y desarrollarse el fruto hasta alcanzar su perfecta maduración; maduración anunciada por su intensivo perfume y el color anaranjado de su atractiva corteza, mientras las hojas verdes componían su decorativa corona. (Las piñas de hoy las cosechan verdes para que viajen por todo el mundo, y han perdido el maravilloso olor de aquellas de Azores, ya desaparecidas).
Conviene destacar que su jugosa pulpa de color amarillento, la componen 20 ó 30 frutitos individuales enmarcados en cada una de las escamas exteriores, y nacidos inseparables genéticamente, para poder presentarse en los mercados como un solo fruto sobresaliente, que destaca en los expositores por encima del resto de las frutas.
Lo que yo ignoraba y no podía suponer, “que Carmen Hijosa, una joven asturiana a los 19 años y desde Dublín (Irlanda) fuera capaz de pasados muchos años de investigación, en el 2013 creara la empresa “Ananas Anam” que ha revolucionado el mercado textil con un tejido hecho con fibra de piña que es igual al cuero. Su invento lo llama “Piñatex” y ha quedado finalista en los European Inventor Award 2021 (premio al inventor del año en Europa) fallado a finales de Junio”.
“Carmen Hijosa manifiesta en LOC que está muy orgullosa de haber quedado finalista, porque es la primera vez que una empresa textil y de moda es seleccionada como candidata a estos premios…”
He tenido ocasión de hablar con un ilustre empresario filipino erradicado en Madrid desde hace años, D. Ernesto Cano Salenga, y me dice “que mucho tiempo atrás, su abuelo que era agricultor ya utilizaba las hojas de las piñas después de cosechado el fruto, para elaborar una especie de fibra de cuero y hacer zapatillas y algunos vestidos en sustitución del cuero que era más duro y contaminante. Y recuerdo que los agricultores que producían la piña y cosechaban el fruto, con las hojas que debían pudrirse y tirarlas, hacían una especie de masa que convertían en fibra y ganaban un dinero adicional al fruto, vendiendo después en los mercadillos los paños, telas y felpudos que hacían con las hojas…”
Mientras el Sr. Cano, tal vez por su mucha edad, daba poca importancia a un tema que consideraba muy antiguo en Filipinas, su nieta Natalia que había pasado unas vacaciones por aquel lejano país, interrumpió la conversación y añadió: “Pero abuelo, si las prendas confeccionadas actualmente con la fibra de hoja de piña son muy apreciadas allí y está de moda el “Barong tagalog” (una camisa formal para el hombre) y vestidos de pasarela para modelos y celebraciones, así como mantelerías y otros elementos para la casa que son muy valorados…”
Se trata de un cuero vegetal innovador, que se hace con los residuos de las hojas de piña, una vez cosechado el fruto. Los artesanos filipinos lo inventaron para sustituir el cuero animal real que era muy contaminante y éste era ecológico y mucho más económico por entonces. Los residuos de la piña se cortan en capas y se procesan con diferentes tipos de textura. Se aprovechan las hojas de quince o dieciséis piñas para producir un metro cuadrado de tela que la venden como textil.
Actualmente este tejido vegetal, tiene múltiples aplicaciones, y resulta más económico que el cuero de verdad; y debido a sus propiedades antibacterianas suele utilizarse en farmacias como recursos médicos y quirúrgicos (esparadrapos, vendajes, y otras aplicaciones).
Carmen Hijosa, la propietaria de Piñatex, estuvo un tiempo trabajando en Filipinas como consultora y se decidió por su producto como alternativa más ética y responsable con el medio ambiente. Allí descubrió la fibra de piña y el trabajo que las tejedoras hacían con ella. Actualmente el desarrollo de su marca continúa en el Royal College of Art de Londres, así como en España, investigando sin parar para conseguir el máximo de sus aplicaciones adicionales.
Aquí termino una de tantas historias que tengo escritas desde hace muchos, muchísimos años, que desde 1952 han ido transcurriendo… Pero no ha sido tarde para descubrir una nueva aplicación entre las pasarelas, a una de las frutas más importantes del trópico. Y en aquellos tiempos tan lejanos (ahora ya no mola) la piña de Azores se tomaba como postre regando su pulpa con Cointreau. Resultaba deliciosa. No dejen de tomarla con tan antigua y deliciosa bebida, que repetirán.
Julián Díaz Robledo