ESTÁ LLOVIENDO y YA ESTAMOS EN SEPTIEMBRE
Está lloviendo y aumenta mi tristeza. Mi corazón, con pereza, no se quiere despertar. Quizá la lluvia podrá, con sus lágrimas que vienen del cielo, darme un poco de consuelo para poder olvidarte. Se despertó a medianoche mirando si el reflejo del agua podía encontrar aquella risa que un día cambió, en una segunda piel, de soledad se vistió. Buscó respuesta en el aire mientras el mar le arropó, pidió ayuda a su estrella que le abandonó. Pues olvidó llorar, llorar es purgar la pena, deshidratar todo el miedo que hay en ti. Es sudar la angustia que te llena, es llover la tristeza para poder ser feliz. Cierra los ojos, abre el corazón y aprende a ver con los ojos del alma. Ella oyó, le hablaba el viento, le hablaba una flor con la cadencia que tiene un susurro de amor. Deja salir los fantasmas que amargan besos y dan, a cambio de tus silencios, acopio de ansiedad mutilada y paz. Llorar es purgar la pena, deshidratar todo el miedo que hay en ti. Es sudar la angustia que te llena. ¡Escúchame, soy una joven!, ¡No castres tu rabia!, ¡Que tu alma escupa el dolor! Que llueva la tristeza al llorar y que sacie la amargura y su sed. Las lágrimas son el jabón que limpia de penas tu piel. Llorar es purgar la pena, deshidratar todo el miedo que hay en ti. Es sudar la angustia que te llena, es llover la tristeza para poder ser feliz.
Llorar es purgar la pena, deshidratar todo el miedo que hay en ti, es sudar la angustia que te llena. ¡Escucha, soy mayor!, ¡No castres tu rabia!, ¡Que tu alma escupa el dolor! La lluvia ha besado al jardín provinciano, dejando emocionantes cadencias en las hojas. El aroma sereno de la tierra mojada inunda el corazón de una tristeza remota. Se rasgan nubes grises en el mudo horizonte. Sobre el agua dormida de la fuente, las gotas se clavan, levantando claras perlas de espuma, fuegos fatuos que apagan el temblor de las ondas. La pena de la tarde estremece a mi pena, se ha llenado el jardín de ternura monótona. Todo mi sufrimiento se ha de perder, Dios mío, ¿cómo se pierde el dulce sonido de las frondas?, todo el eco de estrellas que guardo sobre el alma, ¿será la luz la que me ayude a luchar con mi forma?, ¿Y el alma verdadera se despertará en la muerte? y eso que ahora pienso que se la tragará la sombra, ¡Oh, qué tranquilidad da jardín con la lluvia! Todo el paisaje casto mi corazón transforma, en un ruido de ideas humildes y apenadas que pone en mis entrañas cuando baten las alas de las palomas. Sale el sol. El jardín se desangra en amarillo. Late sobre el ambiente una pena que ahoga, yo siento la nostalgia de mi infancia intranquila, mi ilusión de ser grande en el amor, las horas pasadas como ésta, contemplando la lluvia con tristeza nativa. Caperucita rojeaba por el sendero, se fueron mis historias, hoy medito, confusa, ante la fuente turbia que del amor me brota. Todo mi sufrimiento se ha de perder, Dios mío, como se pierde el dulce sonido de las frondas. Vuelve a llover.
El viento va trayendo las sombras. Hoy y siempre, amiga querida, sabrás que el dolor también une más allá de los corazones, el tuyo con el mío, y el mío con el tuyo. Levanta la frente, seca esas lágrimas, deja que las violetas de tus ojeras tornen en bellas primaveras sin que tu alma se llene de lástima. No hay pena que por bien no venga, solamente no se puede remediar aquella nefasta suerte que nos quita todo, la eterna muerte. Dame tu mano, ¿lo ves?, abrazo con abrazo, caricia con caricia y vamos tendiendo lazos, los que jamás se romperán, ni nunca ni siempre. Quien tiene una amiga, la tierra es su cielo y el cielo es el alma que le da consuelo, quien tiene una amiga la lleva en su seno, latiendo en el pecho su más bello anhelo. Mi hogar es cobijo para ti, mi amiga, para calmar tus penas y darte alegría, mi hogar es mi nido y es más dulce compartirlo contigo.
YA ESTAMOS EN SEPTIEMBRE
A mi Granada Costa
En invierno hace frío y espero a la primavera,
salen las hojas, mi Dios, solo tengo dolores,
pero me consuelo porque comienzo a ver las flores
y tengo esperanza al saber que viene el verano.
Pero los años no perdonan
y yo pienso que el agua del mar es buena y cura,
pero es triste que en ella no me mantengo
de pequeña me cortaron la alimentación y luché al final de mi vida
no tengo salvación, caigo y no hay perdón,
mi Dios, ¡tanto trabajé en la vida!
Y termina en una ruina con las rodillas en la tierra
como si hubiese ocurrido una guerra en mis miembros.
Estos están usados y ya no pueden con el dolor,
sin embargo, yo esperé mucho al verano
para que, mi enfermedad, pudiese darme
un poco de descanso y esperanza
para escribir poemas de amor
a todos los amigos de mi familia adoptiva,
Granada Costa, pues nunca pensé
tener un hermano de corazón
porque los de sangre me abandonaron sin perdón.
Nunca pensé que entraría en Granada Costa
y sería tan querida por esta familia verdadera,
aunque en medio de un ramo de flores
hay siempre algunas que nos gustan más
yo siempre me hago la inocente,
para mí, sean rojas o amarillas, siempre hago que me gustan
pero en realidad cuando son rosas me gustan más.
La margarita es una flor menos ofrecida
pero yo que viví una vida dolorida,
sonrío siempre a la vida y siempre fui agradecida,
me gusta toda la gente, incluso si hablan de mí por detrás
y me ponen sonrisas por delante. De todos modos,
pasó el invierno y la primavera. El verano se está acabando
y el otoño llegando, los problemas no están terminando
y mi salud me está condenando,
pero estoy llorando y sollozando, continúo sufriendo,
lucho por vivir, mal amada por unos y querida por otros.
Mi memoria en Granada Costa quiero dejar,
espero que el día de mi muerte me vengan a acompañar.
Francelina Robin
Preciosas reflexiones, más bien , lamentos, de un alma sensible que está sufriendo mucho. Ánimo, amiga Francelina. Pasará el otoño y el vendrá el crudo invierno pero siempre tornará la primavera de nuevo a tu vida. Bisous, ma chèrie.