ELENA MARTÍN VIVALDI “LA VOZ LÍRICA MÁS PURA DEL SIGLO XX ESPAÑOL”

AMARILLOS

 Qué plenitud dorada hay en tu copa,

árbol, cuando te espero

en la mañana azul de cielo frío.

Cuántos agostos largos, y qué intensos

te han cubierto, doliente, de amarillos.


 Toda la tarde se encendía

dorada y bella, porque Dios lo quiso.

Toda mi alma era un murmullo

de ocasos, impaciente de amarillo.


 Serena de amarillos tengo el alma.

Yo no lo sé. ¿Serena?

Parece que entre el oro de sus ramas

algo verde me encienda.

Algo verde, impaciente, me socava.

Dios bendiga su brecha.

Por este hueco fértil de mis ansias

un cielo retrasado me desvela.

Ay, mi esperanza, amor, voz que no existe,

tú, mi siempre amarillo.

Hazte un sol de crepúsculos, ardiente:

ponte verde, amarillo.


    Amarillo, el color icónico de esta gran poeta, aunque prefería la palabra poetisa cuando se referían a ella, Elena Martín Vivaldi es todavía injustamente la eterna desconocida incluso en su Andalucía natal.

     Cronológicamente, Elena Martín Vivaldi es contemporánea de los poetas de la Generación del 27, pero autores posteriores a dicha generación, la toman como      referencia, tales como Luis García Montero, Antonio Carvajal, Rafael Suárez etc.

     Su poesía se caracteriza por un tono elegante y refinado, intimista y melancólico a la vez que romántico. Sus poemas denotan una manifestación vital y amorosa. Constante de su obra es la naturaleza, en la cual se refugia en los momentos de soledad, los árboles, las flores, los pájaros y el paisaje como reflejo de su estado de ánimo, pero, sobre todo, su soledad, la angustia ante el paso el tiempo, la tristeza y la frustración maternal y erótica:

Un hombre no podía comprender la soledad de una mujer…

Estar solo, / si sola, es esa doble / única soledad de dos partida…

     Nos encontramos ante dos modelos de mujer: el modelo tradicional y el nuevo modelo de mujer que busca su identidad:

…Yo quisiera vencer, quisiera una gloria para mí, quisiera luchar y me encuentro con un espíritu doble de mujer…

     Elena, en plena época de censura, escribe, fuma, viste pantalones, trabaja para no depender de nadie, se la ve sentada sola en los cafés…

     Un espíritu pleno de rebeldía ante el mundo que la rodea y con el que no está conforme.

Elena Martín Vivaldi nació en Granada un 8 de febrero de 1907. De familia burguesa y progresista, su padre, D. José Martín Barrales fue catedrático de ginecología y primer alcalde republicano de la ciudad. Su madre, Elena Vivaldi Romero, era de origen italiano.

     Junto a sus cuatro hermanos transcurrió su infancia, siempre apoyada por el padre que la animó en sus estudios, iniciando los mismos en el Colegio Riquelme al cual asistía tan solo a los exámenes, ya que no se admitían mujeres.

     Se diplomaría en Magisterio y más tarde licenciose en la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad de Granada, siendo una de las primeras mujeres universitarias en la provincia.

     Al fallecer su padre en 1939, opta a las oposiciones de una plaza en el Cuerpo de Bibliotecas, Archivos y  Museos y, una vez conseguido el puesto de archivera, 1942, tuvo que desplazarse a Huelva para tomar posesión de dicha plaza.

     Inquieta, asimismo fue profesora de latín en el Instituto de Enseñanza Media de Osuna, Sevilla. Más tarde se trasladaría a la capital sevillana al Archivo de Indias, 1943,  hasta que por fin fue destinada en 1948 a Granada impartiendo clases como profesora adjunta de latín.

     Se cuenta, según anécdota, que en tiempos su economía no era muy boyante y un día en que su hermano Victoriano le regaló un pan blanco comprado de estraperlo, recibió ese pan con la alegría de una niña.

     En 1948 desempeña un puesto en las Bibliotecas de las facultades de Medicina y Farmacia obteniendo el grado de directora, puesto que mantendría hasta su jubilación en 1977.

     Al mismo tiempo, participaba en la tertulias con otros famosos poetas, tales como Versos al aire libres, tertulias veraniegas del Carmen Las tres estrellas, así como en la Casa de América, durante distintas épocas.

     En cuanto a su vida amorosa, Elena, con su carácter rompedor e independiente, no facilitó la relación sentimental. Estuvo prometida con un muchacho, de nombre José Martínez, pero este decidió casarse con otra mujer, desengaño que la marcaría para siempre. Al respecto escribiría en El alma desolada:

Tú puedes unir todas tus caricias / y formar una cadena sola / que rodee y acaricie el cuello que es de ella… / puedes reírte y decir “pobre Elena”…

INKGO BILOBA
[ÁRBOL MILENARIO]

Un árbol. Bien. Amarillo
de otoño. Y esplendoroso
se abre al cielo, codicioso
de más luz. Grita su brillo
hacia el jardín. Y sencillo,
libre, su color derrama
frente al azul. Como llama
crece, arde, se ilumina
su sangre antigua. Domina
todo el aire rama a rama.


Todo el aire, rama a rama,
se enciende por la amarilla
plenitud del árbol. Brilla
lo que, solo azul, se inflama
de un fuego de oro: oriflama.
No bandera. Alegre fuente
de color: Clava ascendente
su áureo mástil hacia el cielo.
De tantos siglos su anhelo
nos alcanza. Luz de oriente.


Amarillo. Aún no imagina
el viento, la desbandada
de sus hojas, ya apagada
su claridad. Se avecina
la tarde gris. Ni adivina
su soledad, esa tristeza
de sus ramas.


Fue certeza


Alegría- ¡otoño!

     Árbol que contemplaba la poetisa desde su despacho en la Facultad de Derecho y que, según diría, le sirvió muchas veces de inspiración.

     A Elena Martín Vivaldi se la considera  dentro de la Generación del 27. No obstante, también se la sitúa dentro de los grupos de poetas de los años 36 y 50. Poeta de marcada personalidad y cultura -su biblioteca contaba con 3.123 volúmenes, leía tres periódicos diarios y escribía de noche-, con un gran dominio de la métrica, perfectos sus sonetos y décimas, su lenguaje lírico, directo, melancólico y sublime, la desvincula de las corrientes utilizadas por sus contemporáneos, al margen de las modas y con un marcado carácter independiente.

     En 1945 salen a la luz sus primeros poemas bajo el título Escalera de luna. Su especial sensibilidad y el hecho de estar siempre rodeada de libros, la convirtieron en una de las personas de referencia en el entorno intelectual de Granada, al tiempo que publicaba en diversas revistas.

Incluso los niños se acercaban a ella para escucharla contar cuentos y recitarles sus poemas.

     En El alma desvelada, 1953, desengaño y despecho son los sentimientos que destacan en sus versos como resultado de su situación personal.

     En Cumplida Soledad , 1958, refleja su soledad existente, su desengaño, su amor por la naturaleza y su capacidad de crear. Es uno de sus libros más transcendentes.

     En Arco de desenlace, 1963, la naturaleza estalla con exaltaciones de la lluvia, los árboles y el amarillo, color icónico por la poeta empleado en varios de sus versos, como símbolo del amor y la vitalidad. Este poemario contiene su famoso poema Amarillos, incluido en el presente artículo:

Tengo el alma serena de amarillos…

     En Materia de esperanza, 1968, se ha querido entrever su ausencia de maternidad, una poesía de esperanza y una soledad impuesta a la vez que elegida:

Hijo sin vida eres tú. / Hace tiempo que esa estrella / no es realidad pero eres luz…

     En Durante este tiempo, 1971, sería un personal romanticismo, fiel a toda su trayectoria poética, a la vez que el tema existencial de la muerte, o la exaltación de la naturaleza, así como su constante soledad aceptada y el amor universal. Poemario del cual la autora se sentía especialmente orgullosa.

     En el mismo año publica Diario incompleto de abril, conteniendo el famoso poema:

Y estoy triste también, / “elenamente”  triste… / es verdad que estoy triste. / Elenísimamente desesperada y triste.

     Decir “elenamente” y el superlativo elenísimamente” es una forma de manifestar Elena su tristeza.

Plenamente Elenísima. ¡Ella era la más Elena de todas!

     En Nocturnos,1981, de reminiscencias románticas, nos muestra su gran conocimiento sobre las tendencias de uso de jóvenes poetas. En realidad, sus primeros versos estuvieron influenciados por Bécquer, Juan Ramón y Salinas.

    En 1990, en Solo esta palabra, homenajea a su paisano Lorca, al cual consideraba un gran poeta.

      Tiempo a la orilla, 1942-1984, se publica en dos volúmenes.

 Más tarde, Desengaños del amor fingido se publica como obra independiente en 1986 y en 1990:

El poeta al escribir puede dar a sus palabras, por la magia de la poesía, una sensación real de lo fingido.

Así, hasta doce poemarios y trece antologías.

     En prosa escribiría Los idiomas del silencio, su última obra, ya que dos años después fallecería.

     Con los años, su salud comenzó a resentirse sufriendo fuertes dolores de espalda producidas por el progresivo encorvamiento de su columna vertebral. Sin embargo, conservó su lucidez mental hasta el mismo instante de su muerte, un 9 de marzo de 1998, en la ciudad de Granada, a la edad de noventa y un años.

    Elena Martín Vivaldi recibió a lo largo de su vida el reconocimiento de sus obras a través de diversos premios:

 -Fue nombrada Hija Predilecta de Granada en 1988.

 -Recibió la Medalla de la Real Academia de Bellas Artes.

 -Diversos galardones le fueron concedidos por la Facultad de Filosofía y Letras y la de Farmacia.

 -La Junta de Andalucía en colaboración con la Universidad de Granada publicó la              Antología de poemas, Unos labios dicen, destinada al alumnado andaluz.

-En el centenario de su nacimiento se organizó el Simposium “Elenamente” declarándola como “la Voz lírica más pura del siglo XX español”.

-Sus obras han sido compiladas bajo distintos títulos a cargo de renombrados escritores.

-En el II Encuentro  de poetas andaluces, 1982, fue aclamada como maestra indiscutible de las generaciones posteriores a la suya.

-Las mujeres escritoras también le rindieron homenaje en el año 2002.

-En Granada, su ciudad natal, tiene placas, Centro Culturales, Colegios, Institutos, etc. a su nombre, así como monumentos conmemorativos. El más conocido es una escultura, obra de José A. Castro Moreno, en la Avenida de la Constitución, donado por Caja Granada.

     Allí, en el Bulevar conocido por los Granadinos ilustres, cercano a su paisano Lorca, se halla sentada en un banco sosteniendo un libro de poemas en  las manos en cuyas hojas hay unas rosas. Serena, hermosa en su ancianidad, frágil, soñadora, melancólica y transmitiendo paz a toda aquella persona que se le acerca para sentarse a su lado. Se diría que de pronto comenzaría a recitarle sus poemas con “el alma serena de amarillos”.  

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     Si este presente artículo sirve para dar a conocer, siquiera someramente, a esta gran poetisa  granadina, que aún no ha recibido el reconocimiento que merece, me sentiré muy satisfecha de poner mi granito de arena y, en justicia, dar a conocer parte de su arte, de su obra y de su grandeza. Mujer extraordinaria, dejó una huella imperecedera a través de su poesía. Vivió “por y para la poesía”:

     La poesía es lo que yo he sentido, mi forma de hablar y de pensar, lo que ha llenado muchas soledades de mi vida.

Vuestra amiga Carmen Carrasco

Carmen Carrasco Ramos, Delegada Nacional Granada Costa

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