El “Carnaval” de la vida – A Toda Costa

Vivimos en una época en la que el carnaval ha dejado de ser la celebración de una fiesta, para convertirse en una actitud cotidiana

Un «carnaval diario» en el que los disfraces, trampas, suplantaciones de personalidad y mentiras, es lo que está de moda, tanto en el ámbito general como en España.

Lo primero que uno se pregunta es: ¿Dónde comienza la realidad y dónde termina la mascarada?

En el mundo contemporáneo, parece que las diferencias entre uno y otro se difuminan rápidamente. Todos nos hemos convertido en actores y actrices, asumiendo papeles que a veces ni siquiera reconocemos.

En las redes sociales, por ejemplo, todo es un carnaval perpetuo: filtros, poses y vidas diseñadas a la medida de lo que creemos que el público quiere ver y nos disfrazamos de perfección, de felicidad, de éxito constante, sin asumir que la realidad es mucho más gris.

Y no solo se trata de máscaras virtuales. En el día a día, nos encontramos con un carnaval en la política, donde las promesas son como versiones brillantes que se deshacen a la menor ráfaga de viento, para acudir al manido ¡Y tu más!

La suplantación de personalidad se ve en las encuestas, en los debates, y en los discursos que parecen no ajustarse nunca a la necesidad del pueblo en general. Es un baile interminable del “YOÍSMO”.

Nadie quiere estar fuera de la fiesta. Todos nos lanzamos al carnaval diario porque el miedo a no encajar, a no tener una máscara que ponernos, es más aterrador que la realidad de los disfraces.

Las verdades a medias se convierten en la norma, y la incertidumbre en la que se vive se adorna con risas, bromas y una dosis de humor.

La ironía es, que en todo carnaval que se precie, mejor reírse de la vida, que tomársela muy seriamente.

Francisco Ponce