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DIARIO DE UN POETA EL DÍA QUE CONOCÍ AL POETA Y ESCRITOR JAIME SANTANDREU DOLS

Jaime-Santandreu

De todos los amigos y colaboradores de mis proyectos culturales sin duda alguna, el que más destaca sobre todos los demás, fue el entrañable amigo Jaime Santandreu Dols. Un hombre amante de la cultura, tanto de la autóctona como la castellana. Amaba a Mallorca su tierra y por su puesto, escribía tanto en castellano como en catalán, aunque no estaba obcecado en defender a una lengua de la otra. Él amaba a ambas lenguas y se expresaba tanto en una como en otra, aunque si se enfadaba cuando en cualquier acto querían silenciar al castellano, eso le enfadaba bastante. Es verdad que casi siempre escribía en castellano, pero a pesar de ello, tenía varios libros de poesías escritos en la lengua local de mallorca. ¡Para escribir en catalán, para hablar en mallorquín! Y bien, unos están de acuerdos y otros no. Pero dejemos de escribir sobre esto porque siempre genera controversia. Los hay muy pegados a Cataluña y otros no.

              Jaime era una persona afable, leal y bondadosa para los demás, estaba casado y tenía dos hijos, a los que quería con locura, así me lo expresó muchísimas veces e igualmente adoraba a su esposa Ana. Nació en el bello pueblo de Santa María en el año 1937 y falleció en el mes de noviembre del 2023 a los 86 años. Cuando ya el otoño se viste de un manto ocre y el aire proveniente de la sierra de la Tramontana empieza a refrescar las tardes cortas de sol.

              Jaime Santandreu Dols fue un luchador por la cultura, un hombre comprometido con todo lo que tenía relación con Mallorca, aunque no estaba conforme con la deriva que algunos poetas y escritores hicieron una vez restablecida la democracia y comprobar que aquellos que habían defendido el castellano en tiempo de la dictadura, de pronto, dieran un giro de noventa grados y se convirtieran en los más acérrimos defensores del catalán y se pasaran todo el día mirando hacia Cataluña, haber si les llegaba alguna migaja. Era un gran defensor de la democracia y admirador de la monarquía como forma de Gobierno y rechazaba firmemente a los partidos de la extrema izquierda como de la derecha. Trabajador nato, pasó por distintos oficios hasta llegar a ser director de emblemáticos y lujosos restaurantes y director de Hotel, una vez jubilado daba clases de español a personas de otros países que habían llegado a España buscando una oportunidad de vivir mejor en una entidad religiosa. Durante los últimos años de su vida pasó por distintos avatares que fueron minando su salud. Terminó ingresado en una residencia de mayores. Algunas veces cuando lo llamaba, me contaba que estaba muy triste y, me decía muy apenado que por qué se encontraba allí con los vegetes. Él a pesar de que era mayor no se consideraba como tal, eso fue minando su salud anímicamente. Tuvo la mala suerte que estando en la residencia le cogió la época del COVID y se encontraba en la residencia confinado y sin libertad. Fue su hija quien a través de WhatsApp me comunicó la muerte del apreciado e inolvidable amigo.

              Conocí a Jaime a través de un anuncio en el periódico que él había puesto en relación a la Agrupación Hispana de Escritores, por aquel entonces Jaime trabajaba de metre en un restaurante por la zona de Palma Nova, me puse en contacto con él y una tarde fui a velo a su trabajo, de inmediato congeniamos y pusimos en marcha la delegación de la Agrupación Hispana de Escritores que por aquel entonces la cede se encontraba en Madrid y era su presidente José María Barriopedro, el primer delegado de Baleares fue Francisco Argente. Una vez dimitió el Sr. Argente, se me nombró presidente-delegado de dicha entidad para Baleares y por supuesto nombré a Jaime Santandreu secretario de la agrupación, a partir de aquel momento, la agrupación creció extraordinariamente de socios y organizábamos recitales de poesía, semanas culturales, diferentes concursos de poesía, exposiciones de pintura colectiva, conferencias, etc. Nada hubiese sido posible sin la dedicación del recordado amigo Jaime. No solamente acudía a las reuniones y levantar acta de dicha reunión, sino que muchas veces venía hasta mi casa para hablar sobre realizar algún acto y que yo le diera la autorización para ponerlo en marcha, nunca le prohibí sus iniciativas. Su ilusión era contagiosa.

              Me ayudó mucho para poner en marcha mi idea de crear la revista literaria Sa Roqueta, que se editó trimestralmente durante ocho años interrumpidamente y él fue su secretario. Sigo pensando que a pesar de que él estaba en la sombra yo debo agradecerle su estimable ayuda. Tras presentar mi dimisión como presidente de la Agrupación, en aquellas fechas la sede nacional se encontraba en Mataró (Barcelona), yo me desligué de la agrupación a la que había engrandecido en Mallorca, y recayó en una persona que estaba preparada -quizás más que yo para tal cometido, pero… fue entonces cuando fundé la revista literaria y el grupo cultural Arboleda, quizás fue el tiempo que estuvimos más separados, pero sin perder nuestra amistad.

Siempre estaba un poco a la sombra, pero su entusiasmo por la cultura y por todo lo que yo proponía en las reuniones de la junta directiva, sirvió para que el grupo y la revista Sa Roqueta, creciera como la espuma.

              Gracias por todo, amigo Jaime, por tu entusiasmo, tu ayuda y compresión hacia mí, sin ti, bueno es reconocerlo, no hubiese logrado nada. Aunque ya físicamente no estás entre nosotros, son muchas las veces en que te recordamos y hablamos de ti. La vida son cuatro días y sin darnos cuenta volveremos a estar nuevamente junto en el Paraíso en ese lugar que Dios tiene reservado para los poetas.

EN EL RECUERDO

DE UN AMIGO

LAUREANO MELA. POETA

Cada vez que se va un amigo

se me va un trozo del alma,

cuando se muere un conocido

me hundo en una pena pagana.


Es como si se me fuera

para seguir viviendo, la pena,

como si no consiguiera

borrar la pena que me embarga.


La pena y también temer

de ver llegar la sombra,

camino que se va haciendo menor

antes de la última parada.


Cuando yo pierdo a un amigo

que de por vida se va,

me pregunto compuljido

¿quién sus pasos seguirán?


La vida es como un árbol

en la estación otoñal,

todo es cuestión de un soplo

para llegar al final.


No valen lágrimas ni sollozos

que sirven para consolar,

es que cuando quedamos solos

sentimos la soledad,

el hueco de los que no volverán

y el corazón con pujido,

aunque no debe, romper a llorar.


Yo lloro porque he perdido

a un amigo de verdad.

Jaime Santandreu Dols

Marcelino Arellano Alabarces Palma de Mallorca

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