DIARIO DE UN POETA EL DÍA QUE CONOCÍ AL POETA RAFAEL JAUME

Nadie puede poner en duda que Baleares, en general, y Mallorca, en particular, han dado grandes poetas, tanto masculinos como femeninos, aunque como siempre sucede, destacaban más los nombres masculinos. Las listas de todos ellos y ellas serían suficiente para llenar la página de este Diario de un poeta. En ese contexto definitorio podemos hablar de los poetas mallorquines. No deseo destacar a ningún poeta vivo, que los hay muy buenos. Esto no es un estudio sobre ellos y menos aún sobre su poesía, solamente quiero resaltarlos para que los posibles lectores de este artículo sepan que Baleares, y especialmente Mallorca, ha sido tierra de grandes intelectuales, tanto poetas como novelistas, pero si quiero nombrar a algunos de ellos: Miquel Costa i Llobera, Joan Maragall, María Antonia Salvà, Bartomeu Roselló-Porcel, Miquel dels Sants Oliver, Miquel Bauçà, Blai Bonet, Gillem Colom, etc.

               La poesía mallorquina ha brillado con luz propia, acoplándose a los estilos poéticos reinantes de la época y destacando en los juegos florales, tan de moda en los siglos XIX y principios del XX. Los poetas de esa época han sabido reflejar el sentir de los mallorquines y sus poemas han calado en el alma de todos los habitantes de las Islas.

              He tenido la suerte de poder conocer a alguno de los poetas masculinos y femeninos de las últimas décadas del siglo XX -repito: masculino y femenino-, porque la palabra poetisa no me gusta y, por lo tanto, nunca la escribo en mis textos. Esos poetas, con los que he intervenido en recitales, me sorprendieron por su expresión dialéctica y armoniosa de su poesía. De ellos y ellas aprendí y guardé lo que más me gustó.

              Entre los poetas mallorquines nada hay diferente a lo que pasa en el resto de España. Por distintos aspectos que nunca he llegado a comprender (sic),

  ha habido grupos que han destacado más que otros, no por la grandeza de lo que escribían, sino por la categoría social de algunos de ellos, que les permitía ser acogidos en cenáculo de algunas determinadas élites, en el que no tenían cabida los poetas más humildes, quedándose el resto casi en el anonimato, a pesar de ser grandiosos poetas.

              Rafel Jaume (1928-1983), hijo de Francesca Mulet, costurera, y de Josep Jaume, hornero. Tras la muerte de su madre y una nueva boda de su padre, vivió siempre solo hasta su muerte. Rafel pudo estudiar el bachillerato, a pesar de ser una época difícil, durante ese periodo empezó a escribir poesía en castellano, fue también un gran lector de autores, como José Luis Hidalgo (fallecido este prematuramente), Vicente Gaos, Vicente Aleixandre, etc. En esa época se publicaron algunos poemas suyos en revistas como Ínsula, Almotamid, Espadaña y Sa Roqueta, revista que fundé y dirigí durante 8 años. En ese tiempo obtuvo varios premios de poesía. En el año 1951 funda, junto a Pere Quetglas Ferrer, Xam, la revista Dabo que agrupó a un gran grupo importantísimo de intelectuales y críticos de arte. A partir del año 1971 empezó a escribir en catalán. Publicó algunos libros. En el año 1978 gana el Premio de la Agrupación Hispana de Escritores, siendo un servidor, por esas fechas, el presidente-delegado para Baleares.

              Desde el año 1981 trabajó como corrector del diario Última Hora. Por aquellos años, acudía yo de noche a dicho periódico esperando a que los correctores Rafael Jaume y Heraclio López Bonilla terminaran de corregir todas las galeradas por si quedaba algún espacio libre en el periódico, para poder poner las notas culturales que yo llevaba para su publicación. Fueron muchas las noches las que acudí a la oficina de correctores, pero creo que en todo ese tiempo nunca hablé con Rafael tres palabras. Falleció el 4 de octubre de 1983.

              Conocí a Rafel Jaume en el año 1973, en un acto cultural celebrado en el salón de actos de la Caixa, cuando ganó el primer premio de poesía de la AHE, premio que le entregó un servidor. lo visité a menudo, a indicación del poeta y amigo Esteban Pisón, en la librería que creó, Cavall Verd, especializada en libros de poesía. Era un hombre introvertido, con el nunca intimé, por encontrarlo frío y distante, hablaba muy despacio, que conseguía ponerme nervioso. Era una persona muy culta, crítico de arte y de literatura, pero siempre respetuoso, de hecho, acudí a su librería muchas veces a comprar libros de poesía y a pedirle consejo sobre literatura. Tras su fallecimiento, L´Associació d´Escriptors en Llengua catalana instituyó el premio de poesía Cavall Verd de la Crítica. Desde 1985 el Premio Cavall Verd Rafel Jaume, convoca el Premio a la mejor traducción de poesía publicada en catalán.

              Me pregunto cuántas personas de las que acudieron a la pequeña librería lo recordarán. La última vez que lo vi fue en el Ambulatorio de Son Gotleu, lo saludé y estuvimos hablando varios minutos, lo vi muy deteriorado, de alguna manera sentía pena por él -la soledad nunca es buena-, y él, por su forma de ser, vivió siempre no solo, sino en soledad. Un tiempo más tarde, vi su esquela mortuoria en el periódico donde estuvo trabajando. Me dio pena y recé una oración por él. Su poesía queda para ser leída y, al ser leída, su recuerdo vivirá.

Marcelino Arellano Alabarces

DE TOTES LES DESGRÀCIES, DE TOTES

De totes les desgràcies, de totes

es malalties que jo he conegut

o m´han contat -perquè de mal o mals

se´n xerra sempre-, cap com la d´ aquella

dona vestida de pagesa encara.

Mai no vaig demanar con vivía

perquè me feia por saber la casa

seva. Una mezclada amb molta llàstima.

Poques vegades vaig topar-me amb ella.

I les poques vegades vaig mirar

a l´altra banda. És cert. I puc jurar-ho.

Em feia  calfred veure-hi un pedaç

petit i negre justo n tenim

el mas a aquella pobra li mancava.

Rafel Jaume

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