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DIARIO DE UN POETA EL DÍA QUE CONOCÍ A CAMILO JOSÉ CELA

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Camilo José Cela ha sido uno de los más grandes escritores de lengua castellana en el mundo. Algunos de sus libros se han llevado al cine con gran éxito de público y crítica. Por poner un ejemplo: La Colmena y La Familia de Pascual Duarte. En su prolífica carrera literaria, ha tocado todos los géneros literarios. Me sorprendió muchísimo comprobar que también había publicado algunos libros de poesía. El más conocido es “Pisando la dudosa luz del día”. Un poemario surrealista. Es el libro de poesía que más ha trascendido y el más conocido. Debo admitir, que he leído muy poca poesía de este autor, salvo el ya descrito.

              Aunque tengo en mi poder toda la extensa obra publicada de tan egregio escritor –(por un regalo que me hiso un amigo), debo reconocer que no he leído toda su prolífica obra. Solamente algunos de sus libros, los dos ya mencionados y sobre todo su conocido libro Viaje a la Alcarria, (1948). Tanto el primer viaje a la Alcarria, como el segundo (1986). En dónde con una narrativa ágil y descriptiva, nos fue narrando sus viajes a esta comarca que hizo, la primera, en una situación bastante precaria. No así en el segundo viaje, que lo realizó en un coche conducido por una conductora de color negro. Nuestro personaje de hoy había alcanzado ya prestigio mundial y era un escritor reconocido.

              Camilo José Celas, nació en Ira Flavia en 1916 y falleció en Madrid en el año 2002. El Premio Príncipe de Asturias lo obtuvo en el año 1987, El Premio Nobel de Literatura en el año 1989 y el Premio Cervantes en el año 1995. Habiendo sido uno de loes escritores españoles más galardonados.              

En el año 1974 me publicaron mi primer libro de poesía En mi propio exilio, AHE (1974). Por esas fechas un buen amigo Jaime Santandreu Dols, era el director del Restaurante y sala de fiesta Samanth´as, ubicado en la Plaza del Mediterráneo en el Terreno, Jaime me comentó que Camilo José Cela -que entonces vivía en un chalet de la Bonanova-, iba cada tarde a dicho local a tomar un café y no lo pensé, una tarde me presenté en dicho lugar con un ejemplar de mi libro, para dárselo, previamente lo había hablado con mi amigo Jaime.

              Cuando llegué al local, D. Camilo ya estaba sentado en un sofá y estaba leyendo -no lo recuerdo bien-, si era un periódico o una revista, lo que no he olvidado es todo el diálogo que mantuvimos los dos. Cuando me acercaba hacia él, reconozco que estaba muy nervioso, ya que yo, sabía cómo era cuando se le importunaba. Un poco temblando me dirigí a él:

-Buenas tardes señor Cela, le ruego que perdone si le molesto. Pero me acaban de publicar un libro de poesía y tengo el gusto de regalarle un ejemplar. Él interrumpió la lectura me miró de abajo arriba, serio y cuando pensaba que me iba a mandar a tomar gárgaras, me indicó que me sentara a su lado.

              -¿Cómo te llamas?

              -Marcelino Arellano.

              -¿Cuántos ejemplares has editado de este libro?

              -Tres mil.

              -¡Tres mil!, no son muchos para una primera edición.

              -Vera usted señor Cela, me lo ha editado la AHE y esta agrupación regala un ejemplar a todos sus asociados.

              -¿Cómo sabías que yo estaba aquí?

              -Un amigo me lo ha dicho, me hacía mucha ilusión conocerlo personalmente y darle el libro.

              -Está bien, Marcelino, siéntate y hablaremos un poco de tu libro.

              Los nervios no me dejaban tranquilo, temiendo que me soltara algún exabrupto, por algo. Pero debo reconocer que, en todo momento fue muy atento y correcto conmigo. Me pidió que le firmase el libro. Lo que para mí fue un gran honor, por pedírmelo uno de los más grandes escritores del siglo XX. Le expliqué que era la AHE y lo que esta realizaba. Me despedí de él y al llegar donde se encontraba el amigo Jaime, este me dijo:

              -Has tenido suerte. Enhorabuena.

              Pasó el tiempo y un día recibí una llamada telefónica desde Granada, en la que un amigo, pedía que le hiciera un gran favor y me dijo:

              -Una amiga mía tiene que hacer una tesis sobre un pintor y la persona que tiene la colección más grande de cuadros de ese pintor es Camilo José Cela, podrías ponerte en contacto con él e ir acompañado de un fotógrafo para medir los cuadros y fotografíalos y mandarme las fotos para que esa amiga pueda preparar la tesis.

              Su petición me sorprendió mucho, ya que, no conocía a esa amiga y, por otro lado, no era nada fácil, entrar en la casa de D. Camilo, que seguía estando en La Bonanova. Porque me lo pedía mi migo acepte hacerle el favor que me pedía.

              Tuve que buscar a un fotógrafo profesional, que recayó sobre el propietario de Foto Levantes, para que realizara el reportaje sin cobrar nada por ello. Me puse en contacto con el domicilio de D. Camilo, y hablé con su secretaria, le conté que era lo que quería y me dijo que volviera a llamar varios días después y, me diría lo que fuese. Así lo hice, me dijo que podía realizar el reportaje, me indicó la hora que era más propicia para tal cometido. Allí nos presentamos el fotógrafo y un servidor, al llegar a su casa, D. Camilo iba a salir a la calle, le presenté al fotógrafo y lo saludé, mi sorpresa fue que me reconoció -ya habían pasado tres años, desde la tarde que estuve con él en el Samanth´as.

              Nos recibió su esposa doña Rosario Conde, que nos acompañó mientras el fotógrafo iba haciendo las fotos y yo midiendo los cuadros, en ningún momento se separó de nosotros. Al terminar nos despedimos de ella y ya dentro del coche le comenté a mi compañero:

              -¿Has visto que señora más seria, no nos ha perdido de vista ni un momento?

              -Ya, ya me he dado cuenta. Es normal, no nos conoces y ya has visto la de objetos de valor que hay por todo el chalet.

              Por el relevado de las fotos, mi amigo José, no cobro nada y se lo mandé a mi amigo de Granada -cuyo nombre omito-. Nunca esas personas me dieron las gracias por el trabajo realizado. Quizás, a lo mejor, lo cuento cuando escriba mis memorias, pero por ahora no voy hacerlo, soy muy joven todavía.

              Dos veces vi y hablé con el Premio Nóbel. Del que guardo un grato recuerdo. En el fondo no era tan fiero como lo pintaban.

Marcelino Arellano Alabarces

Palma de Mallorca

   

Marcelino Arellano

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