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A LA MEMORIA DE LAS VÍCTIMAS VALENCIANAS

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He querido dedicar mis Páginas Verdes del periódico, para dar el pésame a tantísimas familias que han perdido a sus seres queridos, y mostrar a mis amigos valencianos mi sentimiento por las pérdidas materiales añadidas también de valor incalculable, entre casas, vehículos, fincas agrícolas, empresas, empleos y las secuelas que todo ello ha podido representar para su salud, en aquellos que, como espectadores, han vivido la tragedia de cerca y han podido defenderse de sus terribles garras.

   Los valencianos y tantísimos pueblos de alrededor han mostrado su solidaridad viajando a pie y con el material que podían precisar, para ayudar a sus vecinos en las situaciones tan extrema como han padecido; y hasta los cementerios inundados en algunos casos, se han visto obligados a cerrar sus puertas forzados por los acontecimientos en el día de “Todos los Santos” cuando sus deudos solían acudir a rendir culto a sus amigos o familiares. Las tenebrosas imágenes televisivas que pudieron verse desde el minuto uno y que las embarradas aguas atacaron con furia extraterrena, fueron remitidas por rigurosos medios periodísticos, que sin reparar en los riesgos que corrían, cumplían con su deber informando a los poderes públicos y a los ciudadanos, de la tragedia que los estaba amenazando.

   Cuando estoy escribiendo sobre éste obituario, viene a mi recuerdo una amiga valenciana que había perdido a su marido hace algunos meses; estaba sola en casa y escapando del agua que anegaba su garaje y planta baja, se subió al piso superior huyendo de la riada y de la falta de medios, y con un terrible miedo durante toda la noche sin pegar ojo y sin teléfono, ni electricidad, ni comida, ni agua, hasta que al siguiente día  y cuando el lodo y  agua creciente en las alturas mojaba ya sus pies, apareció su hijo en  su búsqueda y pudo ponerla a salvo en un lugar apartado donde rescatada, sigue viviendo sus insomnios.  

   Alguien ha escrito que el fenómeno tenido era peor que una guerra. Y sí, podían tener razón; porque mientras las aguas luchaban con todas las armas y fuerzas de la naturaleza, los seres humanos se defendían para sobrevivir utilizando sus manos y piernas ayudando a los más vulnerables, pero con escasos resultados. Y ante la incertidumbre y tantos fallecidos, más de 200, cabe preguntarse: ¿Será un castigo divino?

   Deseo terminar el presente informe necrológico deseando el mayor ánimo posible a cuantas familias han sobrevivido y perdido a sus familias, y descanso eterno a todos cuantos han desaparecido.  

Julián Diaz Robledo

02/11/24

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