Portada » A DON MIGUEL DE CERVANTES
quijote

La noble Alcalá de Henares,

testigo de tu nacimiento,

siente por ti el orgullo

de ser su hijo predilecto.


Aquel niño fue creciendo

entre el papel y la pluma,

y en el oficio del padre

vio las heridas que curan.


Antes de escribir sus letras

en Italia fue un soldado,

y en los Tercios de la Armada

era siempre valorado.


Luchador como el primero

al frente de la batalla,

contra el turco se enfrentó

con valentía y agallas.


Y en su brazo recibió

la bala que le acechaba

y lo dejó malherido

con la tristeza en el alma.


A su regreso a España

se encontró detenido,

la galera fue asaltada

por piratas berberiscos.


Por cartas de referencia,

tan valioso lo creyeron

que fue muy alto el rescate

por conseguir más dinero.


Y durante los cinco años

que fue cautivo en Argel,

vivió la peor penuria

dejando huella en su piel.


Con su ansiada libertad

consiguió cumplir los sueños

de ser el gran escritor

más sublime de aquel tiempo.


Su teatro y poesía;

sus comedias y entremeses;

sus novelas ejemplares,

permanecen para siempre.


Fue viajero incansable

por Aragón y Andalucía,

recaudando para el Rey

en las tierras de Castilla.


Y en la Mancha grande y llana

con perseverancia insiste:

quiere conseguir los bienes

para la Armada Invencible.


En Argamasilla de Alba,

en la cueva de Medrano,

se quedaron los secretos

entre miedos y quebrantos.


Y en la amarga soledad

de su prisión pasajera

la tinta fue derramada
y florecieron sus letras.


Don Quijote de la Mancha,

su leyenda universal,

patrimonio de este mundo

que nadie la borrará.


Siendo un loco soñador,

defensor de causas nobles,

de injusticias de la vida

 y de imposibles amores.


Por su visión confundida

quiso atacar los gigantes,

y todos eran molinos

con las aspas en el aire.


Fue directo con su lanza

al lomo de Rocinante;

su caballo predilecto

no ve rienda que lo pare.


El golpe contra los muros  

rompió la lanza de acero,

y Sancho lo vio encogido, 

magullado y en el suelo.


Otras historias se cuentan

a lo largo del camino,

con el Ingenioso Hidalgo

dando vida a su destino.


¡Príncipe de los ingenios,

caballero de las letras,

es Don Miguel de Cervantes

nuestro orgullo y bandera!


¡Inmortales son tus obras,

porque a ti nadie te olvida

y en el nombre del Quijote

en tu universo pervivan!

Antonio Navarrete

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