QUERIDA AMIGA CLAUDIA: “¡IMPOSIBLE OLVIDARTE!” V
-Rogelio, ¿estás ocupado?
-Claudia, estoy a tu disposición. ¿Qué tal, inolvidable amiga?
-Pues sigo leyendo con fruición los tres libros que me regalaste, fruto de tu prodigiosa inspiración, de tus profundos y bellos sentimientos y de tu amor a la Naturaleza y la Vida: tus “Poemas del Vino con un Epílogo en clave de Amor”, tus “Poemas Eróticos” y tu “Historia del Vino en la Humanidad”. Me instruyen y deleitan… Nuestro amigo, organizando movidas culturales por muchas ciudades de España, de las que me informa cuando vuelve, en cada regreso siempre me pregunta si me encuentro bien, si me las he apañado durante su ausencia, y si quiero manifestarle cualquier cosa que me incomode. Yo le digo que nada me incomoda en este maravilloso Huerto, mi “Paraíso Terrenal”. Pero esta vez le dije que el domingo pasado escuchando ante el Televisor la homilía dominical me sorprendieron estas palabras del predicador: “Hemos de perdonar siempre al pecador, al hacedor del mal, por mucho que nos repugne”. Y estuvimos platicando sobre esto del perdón “siempre a todos” que no logro comprender. Con gran interés por su parte y mucha atención por la mía, él me hizo estas reflexiones:
-Mira, Claudia, quien peca reiteradamente es quien más necesita nuestra comprensión y nuestro perdón, porque es víctima de su falta de voluntad y de valentía para pasar de su problemático, deplorable e insatisfactorio estado, a otro superior, marcado por la paz interior y por la admiración y la benevolencia de sus familiares, de sus amigos y de la sociedad, con respecto a su persona. Porque no lo dudes, Claudia, los que reiteradamente están obrando el mal, en lo más recóndito y secreto de sus pensamientos y de sus sentimientos, reconocen que ni son felices ni florecen rosas y laureles en sus sueños, sino espinas y plantas venenosas, que en su fuero interior él reconoce, y no con satisfacción sino con desagrado, Claudia, no creas que carecen de conciencia para darse perfecta cuenta de su desagradable estado personal, ¡claro que la tienen, pero procuran que no se les note ni en sus gestos ni en sus palabras, fingiendo tranquilidad, y a veces comportamiento afable y sonriente! Los psicólogos y psicólogas experimentados saben que esto es así. Pero también saben muy bien que las personas atrapadas por las redes del Mal, aun reconociendo que son esclavas de su proceder, “no pueden, aunque lo desean, pasar de su muerte a la Vida”, es decir, a una nueva existencia feliz y admirable en la sociedad. Y no pueden porque su voluntad tiene carencias, entre ellas carecen de la necesaria “fuerza vital” para hacerlo. Te pongo un ejemplo, Claudia. Imagínate una persona que, por su inapetencia y deficiente alimentación, experimenta cansancio y fatiga permanentes. Si le mandan trasladar un objeto de peso razonable “de un lugar sucio, oscuro e insalubre a otro limpio, luminoso y agradable”, y en su intento se le cae siempre dicho objeto porque, aunque quiera, no puede por la debilidad física de sus brazos. ¿Crees que su capataz hace bien gritándole e insultándole, llamándole vago, desgraciado, mal operario, e inaceptable e indigno de ser tenido en cuenta para favorecerlo en lo que le haría feliz? Lo que dicho persona necesita no son reproches por no hacer lo que no puede, ¡lo que necesita es un médico que le atienda, le examine y le suministre la medicación y los alimentos necesarios para recuperar las fuerzas y energías de las que carece! Y entonces sí que podrá trasladar un peso razonable de un lugar desagradable a otro limpio, luminoso y cómodo. Aplicando este ejemplo al reiterado pecador y hacedor del mal, ¡lo que necesita, Claudia, es ponerle en contacto con un acreditado psicólogo o psicóloga, para que re rehabilite, fortalezca su voluntad, y le abra en su vida un nuevo horizonte luminoso, agradable y tentador por su belleza panorámica y su riqueza de posibilidades benéficas para vivir en óptimas condiciones consigo mismo y en la sociedad. ¿Lo has comprendido, Claudia?
¡Claro que lo comprendí, Rogelio, se lo agradecí de todo corazón y emocionada le di un abrazo muy cordial! Nuestro amigo, Rogelio, razona muy bien con su inteligencia, pero al mismo tiempo, sus razonamientos y reflexiones le nacen del corazón.
-Te felicito, Claudia, por encontrar en eso maravilloso Huerto y en nuestro cultural amigo “la catequesis y la sabiduría espiritual” que necesitas para ser más ilustrada y feliz cada día. Y con respecto al “perdonar a nuestro prójimo”; te redactaré varias sentencias de ilustres personalidades de distintas épocas, para ofrecértelas cuando vengas. Y a tu regreso, con tranquilidad, eso sí, ya te las leerás con detenimiento para extraer las sabidurías de cada una.
Amigos y amigas lectores; nuestra conversación telefónica concluyó tan amistosa y cordial como siempre. Pero yo os invito a leer y considerar detenidamente las mismas frases que Claudia se anotará para meditarlas a su regreso en la paz del Huerto donde trabaja, descansa y vive feliz
Dichas frases son las siguientes:
“El perdón nace del alma generosa”. (Nicolás Maquiavelo, célebre escritor, político e historiador italiano. 1469-1527))
“Si conociéramos a los demás como nos conocemos a nosotros mismos, sus actos más reprobables nos parecerían dignos de perdón”. (André Maurois, célebre escritor francés. 1885-1967)
“Perdonando una ofensa se puede convertir un enemigo en amigo, y a un perverso convertirlo en hombre de nobles sentimientos. ¡Cuán consolador y hermoso es este triunfo, y cuánto supera en grandeza todas las horribles victorias de la venganza!”. (Silvio Pellico, célebre patriota y poeta italiano. 1789-1854)
“Es humano equivocarse; pero también es humano perdonar”. (Plauto, célebre comediógrafo italiano. 227-183 antes de Cristo.)
“Las tonterías que todos hubiéremos cometido, son las que menos perdonamos al prójimo”. (José Roux, moralista y poeta francés. 1834-1905)
“Solamente los espíritus valerosos saben la manera de personar. Un ser vil no perdona nunca; no está en su naturaleza”. (Laurence Sterne, célebre humorista inglés. 1713-1768)
“Dios ama a tres clases de persona: a quienes no se enojan; a quienes no renuncian a su libertad; y a quienes no guardan rencor”. (Sentencia del “Talmud”, palabra hebrea que significa “Enseñanza”. Libro de los judíos escrito por varios autores de distintos siglos, con enseñanzas para mantener la unidad doctrinal, política y social de los hebreos).
“Solamente juzga y dicta sentencia rectamente, el juez que sopesa, compara, y en la austera sentencia que dicta su voz, no abandona nunca la caridad”. (William Wordsworth, célebre poeta inglés. 1770-1840).
“Los únicos medios que deberían emplearse para corregir a las personas son: la mansedumbre, la longanimidad y la clemencia”. (Anatole France, célebre novelista francés. 1844-1925).
“Indulgencia: he aquí el arreglo de todas las cosas conflictivas”. (Abel Juan Enrique Dufresne. Magistrado, novelista y escritor francés. 1788-1862)
“La vida nos enseña a ser menos rigurosos con nosotros mismos y con los demás”. (Goethe, celebérrimo poeta y escritor alemán. 1749-1832)
”La indulgencia es una parte de de la justicia” (Joseph Joubert. Moralista y crítico francés. 1754-1824)
“Los beneficios deben escribirse en bronce, y las injurias en el aire”. (Galileo Galilei, célebre astrónomo y físico italiano. 1564-1642)
“Entonces se le acercó Pedro y le preguntó: -Señor, ¿cuántas veces he de perdonar a mi hermano si peca contra mí? ¿Hasta siete veces?- Jesús le dijo:: -No digo yo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete-“ (Evangelio de San Mateo, capítulo 18, versículos 21-23) .
ROGELIO GARRIDO MONTAÑANA
Presidente de Honor del Proyecto Cultural Nacional “Granada Costa”.