MARIANA PINEDA: HEROÍNA DE GRANADA
A lo largo de la Historia Granada ha tenido muchas mujeres que han destacado en las letras, en las artes y en todas las manifestaciones culturales. Entre ellas podemos citar a Enriqueta Lozano, magnífica poetisa y escritora de comedias, dramas y zarzuelas en el siglo XIX; Eugenia de Montijo que fue emperatriz de Francia por su matrimonio con Napoleón III, y más cercana a nuestros días, Elena Martín Vivaldi, poetisa de reconocido prestigio que ha sido y es ejemplo de estudio para las generaciones de nuestros días. Hoy nos ocupamos de la que está considerada como heroína de Granada.
Mariana de Pineda Muñoz, bella, inteligente y culta, de vida breve pero intensa. Nace el 1 de septiembre de 1808 y muere el 26 de mayo de 1831 en Granada. Sus padres, que nunca llegaron a contraer matrimonio, eran María Dolores Muñoz y el Capitán de Navío y Caballero de la Orden de Calatrava, Mariano de Pineda. Vivieron juntos poco tiempo, después de nacer la pequeña, su padre las abandonó al saber que la niña padecía una enfermedad crónica y denunció a la madre por haberse apropiado de unos bienes en nombre de su hija. Al fallecer Mariano la niña fue entregada a un tío paterno, que al contraer matrimonio delegó sus responsabilidades a una pareja conocida.
Se enamora a los 14 años y se casa a los 15 con don Manuel Peralta, once años mayor que ella y con el que tuvo dos hijos: José y Úrsula. En 1822, a los tres años de casada, enviuda. Su vida adulta iba a ser una continuación de su difícil niñez, y así fue, como veremos más adelante.
LA SITUACIÓN POLÍTICA
Debido a las constantes sublevaciones de los liberales de ideas afrancesadas y exaltadas, y sus enfrentamientos con los absolutistas, la Santa alianza que velaba por el orden moral en toda Europa, mandó enviar a España un ejército francés llamado Los Cien mil Hijos de San Luis para restablecer en el trono a Fernando VII. Comienza así la “ominosa década” de 1823 a 1833 como se llamó a este periodo del “Deseado”. Las represalias del partido victorioso contra los liberales serán despiadadas. Entonces Granada era una ciudad de poco más de 65.000 habitantes. Una población un tanto recoleta, de acusado espíritu religioso. Es una ciudad llena de contrastes, alberga sedes de varias sociedades secretas y posee incluso su minoría libre pensadora. Con el apoyo de éstas últimas los liberales intentan conspiración tras conspiración.
Mariana de Pineda, a la que se supone fuertemente influida por las ideas liberales de su marido, realiza su vida militante y se involucra en contra de los partidarios del absolutismo y del rey Fernando VII. Sus creencias políticas la llevaron a ayudar y a acoger en su casa a distintos miembros del partido liberal perseguidos durante el absolutismo del momento. A sabiendas que su casa estaba constantemente vigilada, ella servía de enlace entre presos y familiares, haciendo favores a unos y a otros. En medio de una atmósfera de tensa intranquilidad aparece la figura de don Ramón Pedrosa y Andrade, subdelegado principal de policía, comisionado especial para juzgar las causas de conspiración contra la seguridad del Estado. Éste montó un despliegue policial sumamente eficaz y severo, una red que llegaba hasta Gibraltar. Pedrosa fue enviado a Granada por el Ministerio de Justicia para cercenar la incipiente subversión antidinástica: es el verdugo de Mariana.
La leyenda popular atribuye la pena de muerte impuesta a “la bella de Granada” al despecho amoroso. Por lo menos era lo que airearon los romances de ciego que se cantaron por toda España. En 1829, Mariana tuvo una niña fruto de una relación con el abogado José de la Peña quien tardó muchos años en reconocerla legalmente.
PRIMER PROCESO DE MARIANA DE PINEDA
La primera causa seguida contra Mariana tuvo su fundamento en la delación del revolucionario Romero Tejada, preso en Málaga. En el interrogatorio confesó, entre otras cosas, que la viuda “… era muy considerada entre los anarquistas expatriados en Gibraltar por los servicios que había prestado y estaba prestando a los mismos”. A partir de entonces se le intercepta su correspondencia y la policía registra su casa, donde encuentran pruebas que atestiguan sus relaciones con los reos de la causa (correspondencia con los exiliados en Gibraltar, pasaportes falsos, etc). Y es a partir de este momento cuando queda confirmada la sospecha de la actividad política de Mariana.
MARIANA SALVA A UN CONDENADO A MUERTE
En el año 1828 se produce un hecho que va a marcar para siempre el destino de Mariana de Pineda. Ocurre lo siguiente: entre los presos de la cárcel de la Corte se encontraban dos familiares suyos: un tío presbítero, Pedro García de la Serrana y un primo. El primero, procesado por su exaltada adhesión al sistema constitucional, y el segundo, Fernando Álvarez de Sotomayor, de 33 años, Comandante de Batallón, a consecuencia de un grave altercado con unos soldados realistas que conducían presos. En estas circunstancias la actividad de Mariana es notoria. Visita a diario a los presos y les lleva toda clase de socorros, sirviendo a la vez de enlace a los demás reclusos liberales. Sucede una grave noticia que crispa los ánimos: Álvarez de Sotomayor es condenado a muerte porque la policía le ha interceptado una carta que demuestra la conspiración de Sotomayor para un alzamiento en Andalucía. Su esposa se presenta en la Corte a implorar al monarca la gracia del condenado. Por otra parte, Mariana no cree en la indulgencia real y piensa que para liberarlo sólo existe un medio: la fuga. Ella había observado la gran afluencia de sacerdotes y religiosos de diversas órdenes los días que permanecía en capilla un condenado a la última pena y esos días las entradas y salidas no estaban demasiado controladas, lo cual era favorable a su plan. Pensó que de todos los hábitos religiosos el que más ventajas ofrecía era el de fraile capuchino, pues las barbas y la capucha le permitían ocultar el rostro casi al completo.
Don Fernando fue recibiendo, día a día, las piezas de su disfraz. Más tarde, el condenado, escribiría un relato explicando las tretas y azarosos días antes de la fuga, entre otras cosas contó que Mariana le proporcionó un gorro negro, un cordón, un rosario y unas barbas, llevando ella misma algunos y otros se los enviaba por medio de un criado.
Para llevar a cabo su plan, tenía que esperar que hubiese algún reo en capilla, pues en aquella época esto era frecuente. Por fin llegó ese día y el reo era un hombre que había robado unos vasos sagrados. Don Fernando se disfrazó, actuó como si hubiera confesado al reo, hablaba con los guardias, en fin, que hizo muy bien su papel y atravesando las rejas, salió a la calle dirigiéndose a un lugar secreto donde le esperaba un amigo para dirigirse a la casa de Mariana de la calle Águila. Pero aquí no sintiéndose muy seguros se marcharon a otro refugio. Efectivamente, poco después la policía de Pedrosa se presentaba en casa de Mariana, lo que confirmaba la sospecha de la complicidad con su primo, aunque nunca se pudo probar.
LA BANDERA TRICOLOR
Mariana convencida de que su partido iba a triunfar, encargó bordar una bandera a unas bordadoras del Albaicín con el lema “Libertad, Igualdad y Ley”, para celebrar el alzamiento inminente de los liberales granadinos coordinados con otras ciudades andaluzas. Pero tras fracasar dos intentos de sublevación muy intensos en Málaga y Algeciras, Mariana decide interrumpir el bordado y oculta la bandera inacabada en su casa de la calle Águila nº 19. Como suele ocurrir en estos casos, alguien ya se lo había revelado a la policía de Pedrosa que no tardó en ir a registrar la casa y encontrar la susodicha bandera. Tras un breve interrogatorio, arrestan a todos los que allí se encontraban, a Mariana, a su madre adoptiva, doña Úrsula y a los tres criados.
Las autoridades no tardaron en tomar represalias cada vez más severas contra los liberales.
MARIANA INTENTA FUGARSE
Mariana queda arrestada en su propia casa donde la vigilancia es constante y severa; los interrogatorios son abrumadores y la situación se hace cada día más insoportable y penosa. Insisten en que diga los nombres de sus cómplices, de los cabecillas de la causa liberal pero ella se niega rotundamente.
Una mañana cuando quedó sola con el vigilante pues su criada había salido al mercado, se disfrazó de vieja con las ropas de doña Úrsula, y mientras el guardia estaba distraído mirando a un obrero que empedraba el patio, ella salió sin ser vista, pero los goznes de la enorme puerta chirriaron tan fuerte que el guardia lo oyó y salió corriendo a la calle. No ve a nadie, llega a la esquina y a la altura de la calle de la Verónica de la Magdalena ve alejarse a una anciana en dirección a la calle San Antón. El guardia corre hacia ella y la detiene. A Mariana parece que el mundo se le viene encima cuando es reconocida por el guardia. Intenta conquistar su libertad poniendo en juego su simpatía y su encanto pero todo resulta en vano. Las consecuencias de su intento de fuga son inmediatas, el juez de la causa, don Gregorio Ceruelo, ordena su encarcelamiento. Mariana enferma y ante la gravedad le practican una sangría. Después es trasladada al Beaterio de Santa María Egipcíaca.
MARIANA ES CONDENADA A LA ÚLTIMA PENA
Cinco reos declaran sin aportar datos nuevos. Los jueces sólo cuentan con los objetos del registro y del agravante intento de fuga. El ministerio de Gracia y Justicia comunica a la Chancillería la necesidad de adoptar medidas urgentes y autoriza a Pedrosa para solventar los expedientes de tipo político. Al abogado de Mariana sólo le dan 24 horas para que formule su defensa por escrito. La causa se ve a puerta cerrada, sin “citación ni presencia de la interesada”.
Su abogado intentó defenderla sin éxito, todo resultó inútil y Mariana fue condenada a muerte. Cuando le comunican su condena, ella no se lo cree, y dice con cierto humor: “tengo el cuello muy corto para ser ajusticiada”. Pero le cambia el semblante cuando le dicen que Pedrosa es el comisionado que lleva la causa. Es enviado a la Corte para su revisión. Fernando VII cree que la propuesta es justa y arreglada a la ley y firma la sentencia de muerte. Se lleva a cabo en la forma ordinaria de la época: a “garrote vil”, en el Campo de Triunfo de Granada, donde se cumplían todas las ejecuciones. Su cuerpo, después de haber sido trasladado en distintas ocasiones, hoy descansa en la Cripta de la Catedral de Granada.
MARIANA EN CAPILLA
Tres días antes de la ejecución llevan a Mariana a la Cárcel Baja, para ser puesta en capilla. Pedrosa estaba autorizado para indultarla en el caso que se decidiera a denunciar a los otros conspiradores liberales. Ella se muestra indiferente contestándole que nunca una palabra saldría de su boca y que le sobraba firmeza para ir a la muerte sin vacilar. Por la noche la reo es despojada de sus vestidos, horquillas y cintas. Pero cuando la camarera se dispone a quitarle las ligas, reacciona violentamente diciendo: ¡eso no, jamás consentiré ir al patíbulo con las medias caídas! “ Que estén tranquilos los ministros de la tiranía y que estén seguros que aunque pudiera quitarme la vida, no lo haría porque me sobra valor para montar al cadalso y la religión me prohíbe el suicidio”.
Al día siguiente hace el testamento y escribe una carta a sus hijos, en la que les persuade a ser fieles a la causa por la que ella va a morir. Pero otra vez interviene Pedrosa prohibiéndole despedirse de sus hijos y negándose a entregarles la carta por considerarla subversiva.
LA DAMA LIBERAL CAMINO DEL PATÍBULO
El día fijado para la ejecución fue la mañana del 26 de mayo de 1831. Mariana hace su aparición igual de bella que antes de su condena, en la puerta de la cárcel, donde la expectación es enorme. El pregonero tras un fuerte redoble de tambor, anuncia la sentencia del crimen de traición por el que se le condena a muerte y a la confiscación de sus bienes. En atención a su noble condición la llevan en una mula en lugar de un asno. Mariana se apea de la caballería y se pone a rezar; el pregonero le lee la sentencia por última vez. La ejecución se lleva a cabo en la forma ordinaria de la época: a garrote vil. El lugar es el Campo de Triunfo de Granada donde se cumplían todas las ejecuciones. Sus restos hoy descansan en la Cripta de la Catedral de Granada.
MARIANA DE PINEDA entra en la Historia y en la leyenda. Recordemos estos versos:
¡Oh, qué día tan triste en Granada,
que a las piedras hacía llorar,
al ver que Mariana se muere
en cadalso por no declarar!
LUGARES DE GRANADA QUE RECUERDAN A MARIANA PINEDA
Hoy la figura de Mariana de Pineda está presente en diversos puntos de la capital. En plena Carrera del Darro se encuentra la casa natal del siglo XVII, de procedencia de familia noble. Hoy convertida en hotel-museo. Cuenta con una placa en la fachada con su nombre. Sus últimos años de vida los pasó en su casa de la calle Águila , en pleno centro de la ciudad, que hoy administra el Ayuntamiento como “Centro Europeo de la Mujer, Mariana Pineda”. Fue donde residía cuando las autoridades encontraron aquella bandera que representaba los sueños de los liberales granadinos. En el Campo de Triunfo se encuentra un monolito y una placa con el lema de aquella bandera, colocada en 1988 por el alcalde D. Antonio Jara. En la Real Chancillería, hoy Tribunal de Justicia de Andalucía, se guarda el instrumento que acabó con la vida de la heroína granadina que guarda otro homenaje al final de la calle San Matías: “La plaza Mariana Pineda” con una bella escultura sobre una columna que conmemora su recuerdo y donde el Ayuntamiento, cada 26 de mayo, le rinde un homenaje y una ofrenda floral.
AURORA FERNÁNDEZ
Me ha gustado mucho el artículo.