Portada » A DON  MIGUEL DE CERVANTES
cervantes 2

Como un gentil caballero

cabalgáis en mis sueños

de lectora, don Miguel.


Admiración sublime  

mi mente siente por vos

 y en mi corazón anida

una honda devoción.


Pluma que diseña filigranas

con palabras repletas de mensaje

que por los libros dispersáis

para que lleguen frescas y galanas.


Errante forjador de sueños,

de historias mil veces contadas,

leídas, oídas ,interpretadas…

bajo el trémulo pasar

de un tiempo pretérito

que os transformó en hito

por la riqueza sin par

de un ser fecundo y creativo.


Mi admirado Don Miguel,

pobre se queda mi canto

cuando quiero relatar

tanto suspiro y quebranto

que fuisteis capaz de crear.


Suspiros en La Gitanilla,

o en el Amante liberal,

Rinconete y Cortadillo,

como Novela ejemplar

que  La española inglesa

dan cuerda para contar.


En el Licenciado vidriera

ponéis  mensaje locuaz

dando a La fuerza de la sangre

valor a considerar.


Tocáis temas cotidianos

que nos pueden afectar

en El celoso extremeño

porque dan valor mundano

a actos para olvidar.


En La ilustre fregona

hay sentimientos gentiles

de arrogancia y verdad

que intensifican su esencia

dando voz  con Cornelia

a la etapa juvenil.


 Y perseveráis en ello

escribiendo Dos doncellas,

 y El casamiento engañoso,

llevando mucho más lejos

vuestro espíritu creador

cuando en  Coloquio de perros

le dais humana acción

simulando su sentir,

sin duda con un buen fin.


Con gallarda impostura

el semblante habla de vos,

viviendo mil aventuras

cual caballero español.


Magia imprimís a la historia,

requiebros de sutileza

ingenio de hombre sabio,

creador de  nueva  conciencia

que os hicieron ser llamado

como “monstruo de las letras”.


Por el Tajo paseasteis

amores idealizados

de pastores que soñaron

con la bella Galatea.


Y tras la hora postrera,

Persiles y Segismunda,

enamorados de alcurnia,

huyen como dos hermanos

para ocultar su amor,

dando valor al trabajo

como fuente de honor,

que versando con  maestría

os da prestancia, ¡oh! autor.


Os adorna , don Miguel

la majestad de la pluma

que supisteis blandir

con el drama o la comedia

que también fuisteis a escribir.


Desde Los tratos de argel,

 que vuestra historia  plasmó

como experiencia vivida

cuando Hazán Baja os apresó,

a la etapa tragicómica

con La Numancia, a la sazón,

surgieron otras comedias,

que a la gente divirtió

como El gallardo español,

o esa Casa de los celos

y El laberinto de amor.


Pero la obra maestra

por la que se os conoció

fue una burla caballeresca:

Don Quijote, se abrevió.

Mofa de la afición de antaño

a leer historias memas

de caballeros andantes

que rescataban a damas

de las fauces de un dragón

o de unas brujas malas

que las pócimas crearon

para engañar doncellas

que sus palabras creyeron.


El Quijote,

fiel a la moda imperante,

con sarcasmo e ironía,

era caballero andante

con porte y sabiduría

que  vuestra pluma sagaz

sentencias en su boca ponía.


Su Rocinante paciente

portaba a tan buen señor

por los caminos manchegos

para hacer su buena acción.

Y el contrapunto a Quijano,

Sancho Panza , a más saber,

acompañó al desdichado

en sus múltiples hazañas

sin dejarlo de la mano.


Y aquí dejo mi relato

de este hombre genial

que por su valentía y buen hacer

es de las letras españolas

el exponente universal.


DIÁLOGO ENTRE DON QUIJOTE  Y ALDONZA   LORENZO


-Ay mi querida señora,

dama de mis pensamientos,

a quien vengo a salvar

de ese dragón tann perverso.

-Decid mi señor don Alonso,

¿en qué os puedo servir?

Tan solo soy una mujer débil

 que busca salir de aquí,

de esta mazmorra oscura

en la que siento morir.

-Aquí  estoy mi fiel Dulcinea,

presto a morir por vos,

mi caballerosa hombría

jamás permitirá, mientras viva,

que semejante truhán

 ponga en peligro la vida

de  tan hermosa  dama

a quien deseo para mí.

-Ay don Alonso Quijano,

mi fiel amor y servidor,

jamás pensé que os vería

luchar por mi corazón.

-Sois mi sueño, mi ideal,

sois la flor que aromatiza

mi vida y mi pensar;

la religión que me lleva

a la lucha desigual

porque he de salvaros , señora,

del dragón descomunal.

Seréis libre dulce bien ,

aunque muera en el intento,

soy de la Mancha, El Quijote

y como caballero andante ,

tal fue mi juramento

de abatir al maleante,´

al villano al dragón

a quien tuviera la osadía

de arremeter contra damas,

o inocentes de valía.

_Mi buen señor, Don Quijote,

sois en verdad gallardía

y  arde mi corazón amado

en deseos leales

de que vuelva vuestra cordura

a recobrar su valía.

Ana Martínez Parra

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