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ATENCIÓN A LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS

Si, hablo de las nuevas tecnologías como usuario en una casa particular, de cierto nivel, donde nos vienen impuestas nuevas normas sin explicación alguna y que cada uno se las apañe como pueda. Y me refiero a los ordenadores y móviles especialmente.

   Siempre pensé que algún día nos pasarían factura por aquello que nos vienen aplicando en cuantos aparatos adquirimos, que tienen que ver con electrodomésticos, aires acondicionados, móviles, televisiones, coches, puertas mecánicas (garajes) etc. y de manera espectacular ampliados a todo, desde que se ha dado por bueno la llamada inteligencia artificial (IA) que viene haciendo su trabajo sin parar.

   Las aplicaciones manuales o manualidades hemos tenido los usuarios que ir descubriéndolas poco a poco, poniendo mucho de nuestro tiempo de ocio o de aquellas tantas horas que hemos detraído a nuestro trabajo profesional. Y pongo un ejemplo muy simple ampliable a todo lo demás: el móvil telefónico. Dicho aparato que se ha convertido en un alargamiento de nuestras manos y dedos es lo que más cerca tengo para poner un ejemplo: mi “iPhone”.  Aconsejaban durante la compra, que se haría necesario dejarlo cargando por la noche para que la batería nos diera servicio durante el día… Algo elemental. Pero algo imprevisto y que vas observando al cabo de los días, es que desde el momento que enchufas el interruptor por la noche para alimentar la batería, los “grandes poderes” allá donde estén  -pero siempre al acecho-, invaden con nocturnidad la intimidad de tu móvil para incluirte cuantas novedades van descubriendo a modo multiuso y como nuevo servicio al usuario, que sin saber para qué sirve ese nuevo sistema que te endosan, lo que hace es complicarte y cambiarte alguno de los usos  que ya conoces y que se ajustan  a tus concretas necesidades. (Evidentemente no te cobran, salvo que te des de alta en ello. Faltaría más).

    El sábado 20 de julio, pudimos leer o escuchar en todos los medios, que “un fallo informático global, bloqueó a millones de empresas y particulares”.  Los dos días que estuvimos en off era la factura que nos pasaban por tantos formularios como nos venían proponiendo con sus nuevas tecnologías aplicadas al sistema que ya manejábamos. Y esa “metafórica factura” a la que me refiero, era que dejaban de funcionar durante dos días, los ordenadores, impresoras, internet, electrodomésticos, televisiones, acondicionadores climáticos, agua caliente, máquinas de café, microondas, alarmas, y si ello fuera poco, las terribles cancelaciones de vuelos, hasta el punto de que, en España, el epicentro de la confusión se centró en los aeropuertos y ese primer día desde las seis de la mañana, se saldó con 400 vuelos cancelados.

   El impacto mundial fue de 33.000 vuelos retrasados y 3.800 cancelados, según la plataforma digital FlighAware. Y en el plano de las aerolíneas, empresas Ryanair o Wizz Air no pudieron en todo el día hacer uso de sus aplicaciones móviles para que el usuario pudiera expedir su tarjeta de embarque. Durante la noche anterior en Australia y California además de los aeropuertos emitiendo los billetes a mano, la alarma se extendió a millones de empresas públicas o privadas de cualquier actividad. En tierra firme, algunas gasolineras tuvieron dificultades para cobrar con tarjetas. Y grandes cadenas de supermercados no pudieron cobrar la compra con tarjeta a sus clientes.

   Al parecer el problema se produjo al actualizar el producto estrella de la compañía CrowdStrike Falcon. Una plataforma de ciberseguridad cuya nueva versión provocó la caída de Microsoft y posiblemente ocurrió por un error en el sistema de pruebas previo a la puesta en marcha de la actualización, según publicaban los periódicos.  

   Según los medios en general, el problema pudo afectar a un sesenta y cinco por ciento de los países del planeta. Algo que resultó tan generalizado, que el primer día pudimos adaptarnos y a la espera de que antes de dos días según se escuchaba pudiera estar resuelto el problema, como así sucedió.    

   Para terminar mi exposición y tal vez porque empiezo a ser algo mayor, quiero pedir “que me dejen como estoy” con los aparatos que me muevo y que no me amplíen mayores conocimientos de la Inteligencia Artificial, a los que renuncio desde ahora: muchas gracias.

Julián Díaz Robledo

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