María Victoria Caro Bernal vuelve a sorprendernos con Lino blanco (que publicó en 1986), ahora reeditado

en cuatro idiomas: español, inglés, árabe y farsi, una verdadera joya de poesía espiritual en el que  nos muestra todo un universo místico que loa a un Ser superior y lo presenta con una voz poderosa y majestuosa que invita al mundo de los misterios, intimidad, al recogimiento y a la transformación,  con el objetivo de alcanzar el conocimiento profundo de llegar a saber quién es ella, en la oscuridad que la envuelve, en la noche del alma, la misteriosa luz del día que penetra sus muros y la calma, pues solo desde esa soledad puede ser revelada la verdad que da sentido a la vida. Hay en la autora un deseo de expresar una experiencia personal de acercamiento a Dios y fusión del alma con él. Siente la llamada de Dios como una esperanza reservada a los privilegiados.

El título del libro: Lino blanco nos hace alusión a Lino personaje de la mitología griega creador de la poesía lírica; para Dioduro Siculo historiador del siglo I a.c Lino entre los griegos fue el primero que inventó los ritmos y la melodía.

«Y Urania entonces dio a luz a Lino, hijo muy amado, al que en verdad todos los aedos y citaristas mortales que existen celebran con trenos en los banquetes y coros; y a Lino invocan al comenzar y al terminar». Escolio a Homero, “Ilíada” XVIII 570

El blanco representa la pureza. No hay nada más puro y sublime que el ser superior en poesía mística. Sugiero que hagamos un recorrido pausado y sereno por sus versos, sus poemas requieren de una lectura atenta y precisa ya que son cánticos de amor ungidos de dulzura, que se apartan del deseo, que hiere, para a través de la mente consciente estar en lo sagrado y nos conducen por una senda de reflexión: Se produce una fusión sobrenatural entre la autora y el amado cuando hace alusión a “mi fuga es tu fuga” y nuestro encuentro consumación natural. Habla a su vez de otro ser “Yo en mi”. Apreciamos así su transformación interior, cuando alude al verso “Crisálida que no necesita alas”. En el primer poema nos muestra profundidad de sus naufragios y siente la llamada a través de una estrella. El espíritu elevado de perfección, llamado “araña de amor” habla de las sensaciones después de apartar la maleza y se disparan hacia el infinito; figuras del blanco al negro que se van transformando en color, del mismo modo que las emociones, esto lo expresa a través de metáforas.

Dice María Victoria:

 «Como mil vientos de fuego

que se expandieran desde la estrella,

así es su emanante lamparilla…”

 Sereno lago,

que moldeas con el calor de tu brillo

la roca oxidada de este Año.

Y en nuestro vértigo sin equilibrio aparece la figura del salvador».

Sin duda la penumbra de la noche es el espacio de las palabras pronunciadas sin aliento, la fuerza del pensamiento despierta al corazón para que no olvide su origen, ese anhelado punto de partida.

Me atrevo a afirmar que el futuro pertenece a ella y a las personas que, como ella, creen en la belleza de los grandes ideales. En estos poemas María Victoria hace gala de una sensualidad a flor de piel que emerge de las entrañas, con esa llama de amor viva que nos dice una y otra vez que resulta imposible vivir sin amor, pues el amor, como una estrella de «luz blanca y transparente», nos da vida en la oscuridad, donde aguardamos su llegada, entre la vigilia consciente y el sueño, sabiendo que es sueño. Luz y noche son dos conceptos fundamentales en la poesía mística.

Finaliza con un poema dedicado a la paz íntima del alma. No la paz de la conciencia, sino de la paz del alma iluminada. Paz “profecía del bien intrínseco” almohada de su cuerpo, paloma clara, luminosa nevada nocturna.

Las grandes religiones tienen grandes semejanzas, afortunadamente. La más hermosa es el amor a Dios y el amor a la humanidad, a su imagen y semejanza. ¡Qué gran misterio y realidad! No encuentro mejor manera de llevar a cabo este y otros preceptos, sino la de respetar y hacer respetar los derechos humanos, como hace la autora que da plenitud viva a la práctica religiosa en la sociedad y entre los pueblos.

A continuación, les muestro uno de sus poemas:

Gracias, Señor, por tu misericordia

Sereno lago

que moldeas con el calor de tu brillo

la roca oxidada de este Año.

Una tímida isla se asoma durante la noche

para conocer los cuerpos celestes,

con ellos las agitaciones

que nunca descansan

y plasman figuras en el cielo.

¡En cuántas lenguas se te ha cantado!

Porque te introduces ágil en la danza del éxtasis

y amas con el hombre

el ofrecimiento de ser unidad.

Siempre presente

en las infinitas combinaciones de los elementos,

impregnando tu estilo al átomo más acabado.

Espiritual siempre,

te recoges en el arte,

capacitas cuando la mente osa crear,

entretejes los Hilos,

inicias en el Yo-Él,

misterios de la conjunta unidad.

Y en nuestro vértigo sin equilibrio

extiendes la red.

Gracias, Señor, porque Tú salvas.

Estimados lectores les recuerdo que María Victoria Caro Bernal es una mujer de peso y andadura internacional. Andaluza, nacida en Málaga. Cuenta en su haber con una larga trayectoria y excelente formación en diferentes ámbitos. Es socia del Ateneo de Madrid,poeta, actriz y gestora cultural, licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación, por la Universidad Complutense de Madrid, y en Arte Dramático, por la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga, diplomada en Estudios Avanzados en Teoría, Historia y Práctica del Teatro, por la Universidad de Alcalá, y Magíster en Dirección de Proyectos Culturales, por la Fundación Contemporánea.

Vive en Madrid desde hace 33 años. Está felizmente casada con un profesor del British Council, con quien tiene dos hijos. Ha ostentado varios cargos honoríficos en el Ateneo de Madrid, como Secretaria Segunda de su Junta de Gobierno o Presidenta de la Sección de Literatura. En la actualidad sigue la Presidenta  de Honor de la Agrupación de Retórica y Elocuencia. Dentro y fuera del Ateneo de Madrid realiza una intensa labor cultural altruista, organizando actos de interés social y cultural, sobre filosofía, ciencias y artes.

Ana María López Expósito

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