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Un alto en el camino – A TODA COSTA

Teniendo como horizonte la impaciencia y por consejero el egoísmo, el mundo que nace sale a la luz con tanto atrevimiento como ignorancia.

Lo primero que sorprende en esta sociedad civil y política actual, es el individualismo el “yo” omnipresente que le caracteriza, parece que el ser humano en general ha prescindido de la solidaridad y reduce su existencia a lo más sencillo y práctico, sólo persigue realidades que le compensen el hecho de haber nacido.

Su mejor filosofía es no tener ninguna, y su creencia más firme, no creer en nada. ¡Vivir!, ¡Vivir!; he aquí su doctrina.

Evitarse todo sacrificio por el planeta tierra y por nuestro prójimo, su aspiración ideal. ¿Podemos censurarlo? Sinceramente creo que no, porque este mundo nuevo que contemplamos es al fin y al cabo obra de nuestra irreflexión y quién sabe si también de nuestra dejadez.

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Para censurarlo tendríamos que acusarnos ante la historia, como reos que somos, de los delitos que han engendrado un mundo que seguramente nos aborrecerá.

Hagamos un alto, detengamos nuestro frenético vuelo de libélula sobre la insignificante superficie de un cardo seco y recapacitemos.

Los seres humanos por lo general somos una “chapuza” y una cosa es segura, el mundo sigue y nosotros somos parte de él, luchemos, en lo mucho o poco de positivo que encontremos, para hacerlo más transitable.

Sería bueno despojarse de efímeras vanidades y egoísmos y buscar otras formas y maneras de alcanzar el equilibrio emocional, con el trabajo diario, con la voluntad de ayudar a los necesitados, a quienes sufren falta de cariño, a los ancianos y enfermos… así una larga lista de actuaciones, que son las que deberían llenar las arcas de nuestro más recóndito interior.

Francisco Ponce Carrasco

Merendero

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