Lo que la justicia no debería permitir sobre las viviendas

Hemos asistido a casos últimamente y estamos expuestos a que nos dejen fuera de nuestro domicilio si no se actúa de oficio y  si se actúa con impunidad. Nos preguntamos qué tiene que ocurrir para protegernos del desamparo judicial en el que nos encontramos a veces. Por eso lo que la justicia no debería permitir es que te desalojen unos “okupas”, como en el caso de Portugalete(Vizcaya) a una anciana de 94 años, o a cualquier persona que salga de su casa si no sabe las triquiñuelas legales para evitarlo, o lo que es lo mismo si no tiene ni idea de cuál es la diferencia entre allanamiento de morada y okupación. Y si te cambian la cerradura, “si te he visto no me acuerdo o cuidadito si me la cambias tú a mí” como diría el sinvergüenza delincuente que se aprovecha de la indefensión o desconocimiento de nuestros derechos. ¿Pero por qué no se actúa de inmediato, desde que se tiene conocimiento del acoso o aprovechamiento indebido? Porque es un acoso y tan grave que atenta contra la dignidad.

Así el día menos pensado, nos puede ocurrir un enorme disgusto, que regreses de un viaje y te encuentres dentro de tu casa a una familia desconocida y que se ha apropiado de tu vivienda. Lo que le ocurrió a dicha anciana cuando regresó a su casa, después de pasar unos días con los suyos. Además han pensado ustedes si algún día deciden alquilar o vender su vivienda, poniendo en riesgo y sobre aviso con un cartel  de inmobiliaria o particular, porque dan conocimiento y facilitan el acceso de vía libre a los intrusos. Porque lo que sí sabemos por experiencia, después de los hechos que ocurren en nuestro país, es que en nuestro dormitorio podría dormir algún inquilino no autorizado que no conocemos, y usurpa a sus anchas nuestra intimidad, y al que la ley protege si lo hace con niños pequeños para que no le puedan echar.  Pero para colmo de los colmos si los propietarios tienen dinero negocian con los Okupas su salida a cambio de una cantidad. “Son unos profesionales de saber cómo burlar a la justicia”.  Por ello, lo que no es de recibo y gracias a las manifestaciones solidarias de vecinos del barrio de Portugalete y amigos en protesta por lo que consideraron una indiscutible injusticia, al solicitar los okupas la protección policial, lograron echarlos antes que la Ley empezara sus dilatados trámites. En este sentido, nos hace pensar que si así funciona el sistema judicial exprés para echar a los okupas mientras te destrozan y desvalijan la casa, vamos apañados y estamos salvados con tal demora. Y no nos queda otra que mostrar nuestra indignación contra las familias okupas y el apoyo más solidario con las desalojadas. Así nadie se pregunta acaso qué ocurre con una familia que se le abandona a la intemperie si se le usurpa su vivienda. Lo lógico sería tomarse la ley por su mano, echarles si no a patadas, si volviendo a cambiar tu propia cerradura. Porque lo que no es normal es que tengamos que saber cómo actuar sin la formación penal necesaria;  sin embargo, lo normal es que el Estado garantice con sus medios la morada como propiedad y derecho fundamental. Porque al tramitar una denuncia por ocupación, alarga los plazos del posible desalojo de los intrusos. Nadie le aconsejó  a la vizcaína que, dadas las circunstancias del caso y su edad, diera otra versión de lo sucedido, por ejemplo, que había salido a comprar. Entonces su denuncia se habría tramitado por allanamiento de morada, lo que conllevaría la aceleración de los plazos para la resolución judicial. No suficiente sin la presión popular ya que los usurpadores pidieron protección policial para abandonar la vivienda tras varios intentos de asalto de centenares de personas. Estos hechos nos llevan de nuevo al planteamiento de movilización y actuar de la sociedad, para que mediante la presión funcione la Ley;  no obstante con tantos antecedentes de apropiaciones indebidas de viviendas, ¿no sería suficiente para que se modificase la Ley y protegiese a la ciudadanía que cumple con sus deberes y no a “los chorizos” que incumplen con los suyos? Centenares de personas lograron “la victoria del sentido común” que Victoria de Castro, la mujer de Portugalete de 94 años que fue desalojada por unos okupas, pudo volver a su casa y lograr lo que ni la policía ni el sistema judicial podían acelerar, pues todavía faltarían tres semanas más. Desgraciadamente que las Fuerzas de Seguridad o policías estaban para defender a los okupas y no a las víctimas fue algo evidente y que dependía de la voluntad popular también, así que gracias a todos los vecinos de la anciana, volvió a ocurrir lo que en Fuenteovejuna ya vaticinaba Lope de Vega, claro sí en otro contexto; pero que después de haber pasado más de cuatro siglos estamos en las mismas: sin funcionar la justicia a veces equivocada de este país. Juzguen ustedes.

Francisco Velasco Rey

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