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VULGARIDAD, BAJO NIVEL FORMATIVO DE LOS   POLÍTICOS QUE NOS REPRESENTAN Y MANDAN

Un vecino de casa me contó hace unos días el calvario que ha pasado su hijo para entrar a trabajar en una empresa privada. Como vi que era de interés general pues fui a enterarme en la “fuente”, es decir, a que me informara el propio interesado. De lo que a mí me contó he hecho este resumen:

Leí un anuncio en un periódico: “Se necesita persona, hombre o mujer” para trabajar en tal empresa. Condiciones imprescindibles: “menor de 30 años; estudios universitarios superiores (licenciado, doctorado): y cualquier otro certificado que pueda aportar méritos al currículum”.

Como yo cumplía con lo exigido en el anuncio, pues tenía 29 años y tengo el doctorado en Derecho, de inmediato llevé la solicitud al lugar indicado.  Pasados 10 días, mediante llamada telefónica, me dicen que me presente a una hora fijada en el lugar donde dejé la solicitud. Me recibe un señor en su despacho y me hace un montón de preguntas de los más diversos temas, que dura media hora. Cuando se dio por terminada aquella entrevista que califiqué de “doloroso interrogatorio” me dijo que en breve me comunicarían el resultado. Pasados otros 10 días recibo, esta vez por escrito, la comunicación de que había sido uno de los seleccionados y me emplaza para otro día y hora para otra prueba; pero esta vez donde tenía que presentarme era una policlínica. En ésta después de pasar una serie de pruebas que entraban, a mi parecer, dentro de lo normal, pasé a la última que era verdaderamente un martirio. Recordé los interrogatorios de las SS nazis que había visto en las películas. El exhaustivo examen fue verbal y escrito en forma de test donde aparecía constantemente, unas veces directamente y otras sugeridas, las palabras moral, ética, conciencia, responsabilidad, honradez, etc. cuando terminé me fui directamente a casa y me tomé dos pastillas de paracetamol y me metí en la cama y al cabo de no é qué tiempo me quedé dormido.

Pasada otra semana recibí otra carta en la que me daban la enhorabuena porque había sido admitido a trabajar en la empresa con contrato fijo. Llevo trabajando ya un año y mi sueldo, no me quejo, es de 1500 euros, y tal como están las cosas me siento muy afortunado. ¿Y cuál es mi trabajo? Estoy sentado en una sala donde, separados por mamparas de cristal, trabajamos 5 personas. Mi trabajo es de lo más rutinario que lo puede realizar cualquier simple oficinista, no es en absoluto necesario tener un título de doctorado.

Después de un año en la empresa he hecho amistad con algunos compañeros, y también he observado mucho, y he podido comprobar que existe cierta identidad en todo el personal que trabaja en la empresa, tanto si está en las alturas, en medio o en bajo puesto.

Y es en lo físico, la compostura: todos visten con traje y corbata, afeitados y bien peinados, sin pelambreras o barba de tres días, sin aros en las orejas, labios o cejas; sencillamente, aseados y limpios, sin ninguna cursilería. Uno de los que ya es amigo me dijo que para mi puesto se habían presentado 42 y que en la primera entrevista eliminaron a 30 sólo por su aspecto exterior, por el desaliño personal. En mi caso tengo que decir que iba bien vestido como es tradicional, traje y corbata, aseado por indicación de mis padres, y otra puntualización, que no llevara miedo, pero que no se notara la más mínima arrogancia o hinchazón de sabiduría. Así lo hice y fue efectivo. Otro rasgo de identidad es el comportamiento: amabilidad, buenos modales en todo momento, porque las conductas como las enfermedades, se contagian de unos a otros, como decía Francis Bacon: Formación. A este respecto no es necesario decir nada, va implícito en las exigencias para concurrir. Así se explica que la empresa que en la actualidad trabajan más de mil personas, vaya ampliándose, no sólo por su eficacia en la gestión, sino también en responsabilidad, cortesía y un montón de pequeños detalles que tienen en cuenta gracias a la formación y otras virtudes o valores de sus trabajadores como son la ética, la moral, la honradez, responsabilidad, etc.

   Ahora comprendo el sentido y la importancia de aquellas entrevistas del principio de las pruebas y el del  ¿psiquiatra, psicólogo o psicoanalista? Fue todo a un mismo tiempo. Y aunque no existe ninguna forma segura que permita detectar si el candidato es trabajador u holgazán y si tiene sentido común, sé que sin duda hay una cierta aproximación indicativa. En este año también he aprendido que la enseñanza académica enseña muchas cosas pero hay otras que son básicas para andar por la vida, sólo son fruto del trabajo de uno mismo. Resumiendo, me siento un privilegiado de pertenecer a esta empresa, y estoy seguro que ascenderé porque aquí sólo se valoran los méritos.

      Después de escribir esta síntesis que me ha contado el hijo de mi vecino, pongo la televisión para escuchar un debate parlamentario y no puedo evitar compararlo con aquella vestimenta y desaliño de algunos parlamentarios; el vocabulario vulgar empleado, a veces, soez, entonación y gestos aun peores; en cuanto a su razonamiento burdo e infantiles… contemplar el parlamento es verdaderamente sentirse avergonzado, porque al menos en teoría, son nuestros representantes, los mejores, para eso se inventó la democracia, pero en España eso se ha invertido: gobiernan los mediocres y los peores. Y así nos va. Haremos lo contrario de lo que dijo aquel médico belga, Gustave Le bon: “El verdadero progreso democrático no consiste en rebajar la élite al nivel de la plebe, sino en elevar la plebe a la élite”.

Pero claro aquí hace ya tiempo que enraizó la cita del escocés Steveson que dijo que: “la de político es tal vez, la única profesión para la cual la preparación es innecesaria”.

     Estamos tan acostumbrados a ver a ministros, altos cargos, a presidentes de gobierno que carecen de formación, que ya no nos llama la atención. Todos decimos tonterías, pero cuando las dice un ministro, presidente, un alto cargo y de forma pomposa o “solemne”, “bobo solemne” como se dijo, pues ya es insufrible.

     La profesión más alta y noble es la del político con cargo, especialmente, la de Presidente de Gobierno, pues tiene en sus manos el poder de enriquecer o destruir un país, de hacer felices o desgraciados a sus habitantes, ¿y no se le exige formación intelectual, sentido común responsabilidad, moral y ética, honradez, y, especialmente, sobre su estado de equilibrio mental? 

 Es una aberración total que un mozo de almacén, un vendedor de persianas, un celador, un peón de campo ocupe un cargo de parlamentario o de ministro; ¡y los tenemos!

    En España hoy se cumple aquel dicho del periodista francés ALBERT GUINON: “Cuando no se elige al más bruto de todos parece que no es democracia”.

ROGELIO BUSTOS   (20 de  diciembre de 2022)

0 thoughts on “VULGARIDAD, BAJO NIVEL FORMATIVO DE LOS   POLÍTICOS QUE NOS REPRESENTAN Y MANDAN

  1. Totalmente de acuerdo.
    Nuestros representantes en el.Gobiernonde España cada vez tienen peor nivel, mienten como bellacos y no disimulan que solo están para su beneficio personal y partidista, enchufando y dando subvenciones a empresas afines y familiares.
    Que pena.
    Están destruyendo todas las instituciones.

  2. Efectivamente, unos garrulos, mentirosos patológicos y con el ego bien hinchado. Espero que no haya epidemia de amnesia para las próximas elecciones! La gente de a pié no podemos hacer otra cosa, aparte de sufrir, claro.
    Genial artículo.

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