Visita a la iglesia de Alpandeire

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Cuando nos asomamos a Alpandeire lo primero que vemos son unas hermosas casas blancas, adornadas con flores naturales que nacen de cualquier trocito de tierra, suben por la fachada, se enredan en las rejas de las ventanas y se vuelcan mirándote y regalándote su olor cuando pasas por su lado. Sus cuestas empinadas vistas desde arriba son como desembocaduras de un rio cuando llega al mar, la Iglesia de San Antonio de Padua vista desde el punto más bajo del pueblo, es como una ventana al otro lado, preludio de la hermosura que nos toca vivir tras esta vida. Y como nada es casual, éste pueblo vio nacer a una de las personas más veneradas de todos los tiempos. Fray Leopoldo.

            Su obra, va con su vida, su vida va con su historia y su historia va con su pueblo.  Alguien como él con un corazón tan noble y generoso, no podía haber nacido en cualquier sitio. La tierra es sabia, el terreno sabe muy bien que fruto tiene dar.

            Cuando llegamos a Alpandeire lo primero que nos recibió fue la hospitalidad de sus gentes, al principio puedes pensar que la primera persona es solo una cuestión de suerte, pero no es así porque conforme vas andando los vecinos no solo te saludan con los buenos días o buenas tardes, sino que te miran, te sonríen y te dan la bienvenida. Y cualquier pregunta que les pronuncies se ofrecen rápidamente a llevarte al destino que buscas, a contarte todo lo que saben y a hablar de su pueblo con un amor incondicional que pocas veces se ve. Alpandeire emana paz por cada rincón que encuentras a su paso.

            El origen del nombre es árabe “Pandeire”, al parecer el lugar estaba fundado por tres zonas: Pandeire, Pospitar y Audalazar. De los que solo quedó el pueblo del que hablamos.

            En los años ‘50 y ‘60 era una población con 900 habitantes, no había agua en las casas, la luz era muy deficiente pues cada vez que había una tormenta ésta se iba y tardaba en volver.

Según nos contó una de las personas que nos acogió con los brazos abiertos desde que llegamos; Gaspar Mena Sánchez, en la fuente del pueblo se formaban largas colas durante todo el día para llenar los cántaros y bidones y en verano, al parecer, era algo muy común ver durante todo el día esas colas pues la fuente apenas si manaba un pequeño hilo de agua. Cuenta Gaspar con todo el cariño y el orgullo que se puede tener, que antiguamente el pan venía de Ronda, pero que por fin consiguió esta población tener panadería propia.

            Una de las cosas que llamó mi atención (Entre muchas otras que os iré contando) es el Escudo Heráldico del pueblo. Y ésta es la información que encontramos en la página oficial del ayuntamiento de Alpandeire: “Como premio a la conducta patriótica que observó este pueblo durante la guerra de la Independencia, y por su constante lealtad y distinguidos servicios, el Rey Fernando VII le otorgó Real Cédula de Villazgo, por la cual lo sacó de la jurisdicción de Ronda y lo condecoró con los títulos de “Muy Noble y Fidelísima Villa”, mandando poner horca, picota, cuchillo y demás insignias de jurisdicción civil. Fue entonces cuando se le otorgó el escudo actual”.

“Vamos niños al sagrario

que Jesús llorando está

pero él viendo tantos niños

muy contento se pondrá”

            Con esta canción que Fray Leopoldo cantaba en la Iglesia con todos los niños del pueblo, nos adentramos en el corazón de Alpandeire, su Iglesia. Disfruten del viaje.

            La Iglesia de San Antonio de Padua fue inaugurada el 13 de junio de 1713, nos ofrece no solo una maravillosa postal vista desde fuera, sino una sin fin de historias, leyendas y emociones una vez que entras en ella.

Fue construida bajo el mandato del Arzobispo de Sevilla, Diego de Deza. Conocida en su día como “La Catedral de la Serranía”.

            Consta de tres naves cubiertas con bóveda de medio cañón y arista. Las naves están separadas por arcos de medio punto sobre pilares. En la fachada principal vislumbran dos campanarios octogonales con tejadillos de tejas moriscas.

“Si alguna vez tienen la oportunidad de visitarla ojalá puedan subir a uno de sus torreones, tiene una panorámica preciosa de todos los tejados del pueblo, con la serranía y su verde intenso la vista se pierde como cuando miras a la mar… que no sabes dónde termina”.

            Haciendo un recorrido de izquierda a derecha, nuestro amigo Gaspar nos lleva primero a una habitación, donde encontramos ni más ni menos que; la pila Bautismal, donde fue Bautizado Fray Leopoldo.

Una habitación dedicada a este Santo. Su pila bautismal, su reliquia, su retrato, algunos versos y las flores que siempre le acompañan entre otras muchas cosas. Una estancia acogedora en la cual penetran los rayos de luz a través de una pequeña ventana que parece estar siempre iluminada.

            Al salir de la primera sala y avanzar solo unos pasos nos encontramos con una preciosa imagen:  Nuestra Señora del Mayor Dolor y el Cristo Crucificado. Con orgullo y satisfacción nos dice nuestro amigo Gaspar, que éste maravilloso presente viene de Málaga bajo una donación.

             La sencillez y el blanco inmaculado es algo presente constantemente en Alpandeire, como podemos ver. El estilo de vida de Fray Leopoldo ha calado en todos los sentidos en este rincón Malagueño.

Ambas figuras se procesionaron solo una vez por las calles de Alpandeire puesto que el trono era demasiado grande para sus calles.

            Sin duda alguna, creo que fue suficiente para que vieran el hermoso lugar donde residirían eternamente.

            La Soledad.  Esta maravillosa talla procesiona por las calles de Alpandeire el Viernes Santo.

            Nos cuenta nuestro amigo con una sonrisa en la cara, que este Viacrucis lo adquirieron los niños del colegio de Alpandeire tras una obra de teatro que realizaron.

Nos cuenta Gaspar en este rinconcito tan especial bajo nuestra mirada atenta al viacrucis que “Tía Forita” era una señora del pueblo parece ser muy adinerada y fue la que puso el dinero para la construcción de la Iglesia. Los vecinos ayudaron en lo que pudieron, hasta los niños colaboraron trayendo ladrillos y tejas del tejar que hay a tres kilómetros del pueblo.

            Cuenta la leyenda que cuando se quedaron sin dinero para la construcción le dijeron a esta señora que no podían seguir adelante y ésta les dijo; “Id abajo que hay un pilón, coged las monedas y veréis como se termina la construcción” (Entendemos que se refiere a un pilón que había en la casa de esta señora). Actualmente hay una frase popular en el pueblo que dice así;

 “Eres más hondo que el pilón de tía Florita” haciendo alusión a las personas que son derrochadoras, que comen mucho, o que no tienen miramiento a la hora de consumir.

            No podemos continuar la visita sin que nuestros ojos se dirijan hacia el techo, y es que la Iglesia posee unos frescos que pertenecen con total seguridad al S. XVIII. Llamados “Los Angelitos Músicos”, ya que cada angelito porta entre sus manos un instrumento musical. Por desgracia la humedad del lugar ha hecho que se deterioren por completo, pero Dios nos ha querido dejar este trocito para que nos asomemos un poquito al cielo.

            En el altar podemos ver un precioso Camarín con el Sagrado Corazón de Jesús, pero al parecer antes de la Guerra Civil existía un precioso retablo, que fue totalmente destruido.

            Al pasar la vista por el altar mayor no podemos ser indiferentes a la figura que sin duda desde que entramos en la estancia capta nuestra atención. Y es la imagen de Fray Leopoldo, que no tiene más de tres años desde su tallamiento. Es una escultura realizada por Ana Rey, de Puerto Real. Sin duda, no pasa desapercibida, hasta dan ganas que abrazarle, hablar con él, preguntarle… pero como nada de eso es posible, los viajeros como nosotros nos conformamos con mirar la figura hasta grabarla en nuestra memoria para la eternidad.

            Ésta maravillosa Virgen del Carmen es un regalo de una familia de Ronda.

Si el lector se ha dado cuenta, son muchas las familias que de manera desinteresada ayudan a que éste maravilloso patrimonio no pierda nunca su esencia. Contribuyen como mejor pueden y desde luego siempre con maravillosos aciertos.

            El niño del huerto. Este niño se salvó de los estropicios de la Guerra Civil porque una familia lo escondió en su casa a pesar del riesgo que aquello suponía y que todos somos conocedores de sus fatalidades consecuencias. Creo que le debemos un gracias eterno a esta familia y estoy segura de que todos los vecinos de Alpandeire tienen este agradecimiento en su corazón sobre todo el Domingo de Resurrección. Cuando ocurre algo maravilloso:

Por la mañana temprano las mayordomas secuestran al niño y se lo llevan a la plaza, en la cual previamente he han preparado una pequeña choza con ramas de árboles y arbustos. Allí lo acomodan y pasa todo el día con las gentes del pueblo, mientras éstas se divierten y pasan un hermoso día. Por la tarde, como buena madre, la Virgen sale en procesión y va a recoger a su pequeño de entre las gentes. Juntos emprenden el camino hacia la Iglesia. Y allí hasta el año siguiente en el que el niño vuelve a ser secuestrado por estas mujeres que; aparte de todo esto, le preparan un vestido del mismo color que ellas llevan. Este año pasado fue de color rosa. Los vestidos del niño se guardan en el Pósito, son preciosos, si ustedes pueden visitar el lugar verán que todo lo que allí hay está hecho con todo el amor del mundo. Cada detalle cuidado con amor.

Y aquí tenemos a la patrona del pueblo, Ntra. Señora Del Rosario. Cuyas fiestas patronales como todos sabemos son el 7 de octubre.

La imagen de la Virgen de Fátima. Es de los años ‘50 y una vez más vuelve a sorprendernos el amor de este pueblo y sus gentes.

Parece ser, según nos cuenta Gaspar; que la imagen la compró un hombre que vivía en el pueblo sobre 1956 aproximadamente y quiso que ésta antes de ser puesta en la Iglesia, pasara por todas y cada una de las casas del pueblo, así que durmió cada noche en una casa hasta que por fin, descansa, esperemos que por muchos años más, en esta maravillosa Iglesia.

            Santa Teresita del Niño Jesús. Ni que decir la paz que emana su rostro, como el de la luna. El juego de su cara, junto a las sombras que la escoltan me recuerdan al ciclo lunar, de izquierda a derecha: Luna creciente, luna llena y luna menguante. Esa unión eterna con el rostro femenino y la luna.

            Cristo Yacente, o Santo Entierro. Sale en procesión con la Virgen de la Soledad. La caja tan preciosa en la que reposa por desgracia no es la que suele procesionar, debido a su peso, así que sale en otra más ligera que guardan en “El Panteón”. Esta imagen es llevada por las mujeres del pueblo el Viernes Santo en procesión.

            Si observáis el suelo de la iglesia, podéis ver que su restauración es bastante actual. Como siempre se debe a las buenas obras de caridad de las gentes del pueblo. Pues una familia anónima, sufragó con los gastos de su restauración.

            Y ya que tenemos la vista en el suelo, vamos con la mejor de todas las historias, que para mí, me contó Gaspar. Es cierto que es muy difícil destacar alguna de entre tantas, pero mi devoción por el misterio, las leyendas, los cuentos y todo lo desconocido me lleva a tomar como opción número uno, “La historia de las momias”, pero para ello tenemos que comenzar por aquí. Por esta lápida que tenemos a los pies del altar mayor.

            Es el enterramiento de un Fraile Dominico que pagó los estudios del seminario a un joven del pueblo, este fraile fue primeramente enterrado en el llamado “Panteón” o “Sala de las momias” pero posteriormente sus restos se trasladaron aquí, quedando el nicho donde yació primeramente vació como podéis observar en la segunda foto.

            El trono que pueden apreciar también en la fotografía, es la caja donde sale el Cristo Yacente ¿Recuerdan que no podía salir en aquella maravillosa obra de arte por culpa de su peso? Pues esta es la que procesiona, para mí, igual de maravillosa solo por lo que representa.

            Cuando salimos de la “Catedral de la Sierra”, nuestro amigo nos llevó tan tranquilamente a un sitio maravilloso, que había salido en conversación varias veces. “El panteón” o “Sala de las momias”, íbamos tan relajados hasta que pisamos el lugar. ¡No daba crédito a lo que veían mis ojos! Ni más ni menos que dos momias tras una cristalera enorme iluminadas desde el fondo y con una única sábana como soporte, a sus pies; dos calaveras. Fue tan maravilloso ese momento que todo lo que había alrededor pasó desapercibido, hasta que después de unos minutos fuimos totalmente conscientes de donde estábamos. Todas las paredes estaban llenas de nichos que jamás habían sido expoliados. El suelo; eran lápidas de antiguos habitantes del pueblo, las había de todos los tamaños, como siempre las más difíciles de mirar; las de los infantes, las pequeñitas, las de los niños….

Comenzó de nuevo Gaspar a narrarnos otra maravillosa historia.

            Las momias cuentan con más de 300 años de antigüedad, al lugar siempre lo han llamado “El Panteón”, pero es curioso que solo se sepa de un enterramiento allí, Fray Blas Ordoñez, el Fraile Dominico que ahora descansa a los pies del altar mayor.

            Existen dos versiones sobre estas momias, la primera es; que puede que fuesen momificadas de forma natural por las temperaturas de lugar.

La segunda; que puede que estas momias sean los restos de la ya nombrada con anterioridad “Tía Florita” y su marido. El caso es que todos los habitantes de Alpandeire tienen conocimiento de que estas momias siempre han estado ahí. Se desconoce su procedencia, quizás las encontraron por algún lugar del pueblo, de la sierra o las cercanías.

Hace algunas décadas su situación era bastante desastrosa, pues estaban colgadas de la pared, lo que daba pie a que las gentes las tocaran, las descolgaran, incluso si apreciáis las fotos veréis que a una de ella (figura masculina en concreto), le faltan las piernas, Esto seguramente es consecuencia de arrancamientos y demás barbaridades. Un sacerdote decidió en un momento dado que tal sacrilegio no podía continuar y decidió enterrarlas en el nicho que quedó vacío en la pared, tras el traslado de los restos del fraile dominico. Al parecer esto hizo que las momias se deterioraran de una mamera feroz, por lo que se volvió a ordenar que se sacaran de allí, y ahora descansan como veis en este lugar.

Es como si estuvieran destinadas a ser vistas por la eternidad.

            Sin duda han sido unos días hermosos, descubriendo y conociendo tantas historias y las que aún nos quedan por conocer. Alpandeire es uno de esos lugares que se recuerdan con cariño, sus gentes son de esas personas que transmiten todo lo bueno que se pueda esperar y Gaspar, no solo ha sido una persona que nos ha acompañado en este viaje, sino que se ha convertido sin saberlo, en parte de la historia de todos y cada uno de los que hemos trabajado en este proyecto.

Os dejo una hermosa fotografía, sencilla, pero preciosa. De esas que te hacen sonreír cuando la miras.

            Deciros que hay muchísimas más maravillas en este pequeño rinconcito y que si alguna vez os animáis a visitarlo no dudéis en hablar con las gentes del pueblo, porque os van a guiar por senderos maravilloso.

Ana Calvo

5 thoughts on “Visita a la iglesia de Alpandeire

  1. Estupendo artículo de Ana Calvo, completísimo y muy bien documentado. Exposición acertada de todas las imágenes religiosas y de la descripción del pueblo e iglesia. No me extraña que sus habitantes sean tan amables y acogedores ya que viven en el gozo y gracia de Fray Leopoldo.

  2. Mi enhorabuena Ana. Me la he leído entera y detenidamente. Pienso que es muy interesante,
    la historia de esta Iglesia
    Y del pueblo en el que está enclavada.
    Y como figura principal.
    Fray Leopoldo de Alpandeire.

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