VISITA A LA FINCA EXPERIMENTAL DE “SON MUT NOU”

2800 HIGUERAS, 1384 VARIEDADES PROCEDENTES DE 64 PAÍSES SE CULTIVAN EN  18 HECTÁREAS

 

 Hacía ya varios años que tenía ganas de visitar una de las fincas más importantes de Mallorca en el cultivo de uno de los árboles frutales más antiguos que se conocen. Por fin pude visitarla –previa cita con el dueño–, acompañado del amigo y fotógrafo Pep Ramis. Quedamos citados a las 9 de la mañana en la finca “Son Mut Nou”, donde nos estaría esperando su propietario, farmacéutico de profesión y enamorado del campo, en especial, del cultivo de la higuera. Llegar hasta esta finca es sumamente fácil; está cercana a Palma, hay 25 minutos de ruta hasta Llucmayor, por la autopista, y poco antes de llegar a dicha población hay que coger el desvío que hallaremos a la derecha y que indica Sa Torre; a unos tres kilómetros escasos por esta carretera, encontraremos un desvío a nuestra derecha con el indicativo de “Son Mut Nou”. Transitaremos por un estrecho camino asfaltado hasta la puerta de entrada, una vez traspasada, seguiremos por un camino de tierra entre garrigas, pinos y chaparros hasta llegar a la casa de la finca.

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Una vez aparcado el coche junto a la casa, nos recibió muy amablemente el dueño y alma mater, el señor Monserrat Pons, verdadero enamorado y artífice de esta finca, aunque pienso que debe de haber una gran dosis de romanticismo. La afición le viene de su abuelo y él ha proseguido con más interés el trabajo primigenio que empezó su antepasado. La vasta finca, exquisitamente labrada y en perfecto estado de limpieza, alberga la friolera de 2800 higueras con 1384 variedades, procedentes de 64 países, por ejemplo: Grecia, Japón, Australia, Sudáfrica, Siria, Líbano, Austria, Suiza, México, Panamá, Chile (y otros países de Hispanoamérica), España y, por supuesto, de la misma Mallorca. Todo ello comprendido en 18 hectáreas.

Debemos saber valorar este gran proyecto, no solamente la ardua labor de viajar a estos países para traer esas higueras, sino el gran costo económico que ello supone. Más teniendo en cuenta que casi no recibe ayuda económica de ninguna institución, salvo la que le concede la Consellería de Agricultura, como finca colaboradora. Aunque siempre ha sido Monserrat un enamorado de la higuera, fue a raíz de sus estudios de Botánica en Barcelona cuando se despertó en él esa gran afición, y de ahí su interés en lo agronómico.

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Solamente una persona carismática y entregada totalmente a este cultivo puede no decaer en el empeño en los momentos duros y seguir batallando para que su sueño se haya convertido en todo un éxito de perseverancia, coraje y decisión. Pero existe un elemento primordial y de responsabilidad, que ha sido no solamente tener en su finca todos los tipos de higueras de Mallorca, sino que ha sabido rescatar algunas de ellas que ya se daban por perdidas, de manera que este gran hombre ha logrado bucear por todas las fincas de Mallorca, hacerse con un esqueje y sembrarlo en su finca para que no desaparecieran. Por lo tanto, todos los tipos de higueras de Mallorca, y son muchos, están presentes en esta finca digna de mención.

Montamos en un todoterreno conducido por Monserrat Pons y, por un camino de gravilla que circunda toda la finca, nos fue explicando exhaustivamente las características y la formación de la plantación de este cultivo. Aparte de los varios miles de plantas ya en plena producción, hay otras muchas partes de la finca con plantas más jóvenes y otras recién plantadas y vigiladas con mimo por Monserrat y sus ayudantes. Nos paramos en “el sequer”, recinto donde se secan los higos para después elaborar el delicioso pan de higos. Entramos en él, un invernadero, donde sobre mesa de tela metálica se va secando el delicioso fruto.

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¿Cuántos kilos de higos produce la finca? Supongo que es incontable, yo al menos no sabría decirlo –y no me acordé de preguntárselo a Monserrat–. Pienso, por lo que vi, que serán cientos de toneladas. Partes de la producción sirve para alimentar a los cerdos y corderos que se crían en otra finca aparte, propiedad de Monserrat. Doy por hecho que también venderán algunos. Además de todo esto, desarrollan un proyecto de investigación con la Universidad: proyecto de la fibra alimentaria de las variedades autóctonas de las Islas Baleares, para lograr, según palabras de Monserrat, que los higos puedan durar, una vez cogidos de la higuera, hasta diez días fuera de la nevera. Esta finca empezó a sembrar extensivamente las higueras a partir del 1989. Su esperanza está puesta en que, el día que él falte, alguno de sus dos hijos pueda proseguir con este magno proyecto y no se pierda en el olvido la gran labor realizada por este hombre, cuyo empeño principal y verdadero proyecto siempre fue la recuperación de todas las variedades autóctonas de las Islas Baleares en riesgo de extinción. Pero es que, además, con esta labor se han rescatado variedades de otros países también en riesgo de extinción.

En nuestro recorrido por la vasta finca experimental, llegó un momento muy agradable y lleno de sorpresa, que fue cuando nuestro anfitrión nos indicó una de las higueras, de Federico García Lorca, procedente de la huerta de San Vicente, en Granada, propiedad del padre del poeta, de cuya planta, en su día, degustaría algunos de los frutos el insigne poeta granadino. Como curiosidad, en los bajos del tronco han brotado dos tallos, que cuidan con mimo, para en su momento trasplantarlos y así perpetuar esa planta. También nos enseñó la higuera del poeta Miguel Hernández, que había en vida del poeta en el patio de su casa y por la que Miguel, de niño, trepó muchas veces. Igualmente, están las higueras de Rosalía de Castro y de María Antonia Salvá, la gran poeta mallorquina, y de otros poetas; se trata de esquejes que proceden de higueras con las que tuvieron contacto estos personajes. Cada higuera de la finca está documentada, su fecha de su plantación y procedencia es el carnet de identidad de cada planta. Como granadino, me emocionó ver la higuera de Federico, y di las gracias a Monserrat por su sensibilidad y amor a la cultura. Cierro los ojos y por un momento creo ver a Federico, siendo niño, trepar por el troco de esa higuera, con sus pantalones cortos, el cabello alborotado, cuyo flequillo rebelde tapaba su frente, y con su penetrante y profunda mirada contemplar con admiración los polluelos que había en un nido ubicado en una rama. Existe aún esa higuera en la huerta de San Vicente, frondosa, sin saber que un esqueje suyo voló a Mallorca, en donde pervivirá por siempre, y su nombre, al ser visitada esta finca experimental, nos hará recordarle, poeta mártir de mi Granada.

La finca dispone de una pequeña tienda con productos elaborados en la misma finca y cuyo ingrediente principal es siempre el higo. A saber: vino, vinagre, champán, pan, mermeladas, higos en almíbar y varios productos más, que se pueden comprar a su precio justo, así como un magnífico libro a todo color donde se describe detalladamente la creación y el desarrollo de este gran proyecto. Debo decir que, para este reportaje, no se ha hecho uso en ningún momento de dicho libro.

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Terminada la visita, y junto a cuatro señores a los que encontramos paseando entre las higueras –amigos del Sr. Monserrat–, nos sentamos en agradable conversación, mientras muy generosamente nos servían unos platos con diversos productos elaborados en la misma finca, todos ellos deliciosos. Hablamos de diversos asuntos y nos hicimos una foto de familia para que quedara constancia de nuestra visita a esta emblemática finca experimental, única no solamente en Mallorca, sino en toda España y, posiblemente, en todo el mundo, en relación a la higuera.

Minutos más tarde, el compañero Pep Ramis y un servidor de ustedes abandonamos el higueral y, mientras pasábamos por medio de las garrigas, pinos y chaparros, un sol de fuego caía sobre nosotros; con las ventanillas del coche abiertas, oíamos el canto de las chicharras y brotaba el recuerdo de haber podido contemplar el proyecto y la ilusión de un hombre sencillo, amable y soñador.

 

Marcelino Arellano Alabarces

Palma de Mallorca

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