VIOLENCIA CONTRA LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA O COMO LA MALDAD NO ES UNA CUESTIÓN DE GÉNERO
El maltrato contra la infancia y la adolescencia es una lacra que muchas veces queda oculta detrás de las paredes de las casas familiares. Se da en el ambiente familiar o por conocidos en un porcentaje aproximado del 90%. Esto hace que quede oculto y que cuando sale a la superficie es porque las lesiones son tan graves que no pueden seguir ocultándose. Como se dio en el caso Alba. Alba es una niña gravemente maltratada físicamente, que quedó tetrapléjica con secuelas neurológicas irreversibles. En el año 2006, cuando tenía cinco años, su padrastro le dio una terrible paliza y su madre no hizo nada para evitarlo. En este caso fallaron todos los indicadores de alarma, no existió coordinación ni con la escuela, ni con pediatría ni con los servicios sociales. A raíz de este gravísimo caso, en Cataluña, se estableció un protocolo para la detección y abordaje de los malos tratos en la infancia y adolescencia.
Este tipo de violencia contra la infancia y adolescencia no solamente se produce en familias de bajo nivel social, sino que podemos observarla en todo tipo de clase social, nivel económico o cultural. El problema es que cuanto más elevado es el nivel económico o cultural de la familia, más escondido queda y es más difícil de poder ser puesto al descubierto. Del mismo modo, el maltrato psicológico es más grave porque queda muy oculto al no dar señales físicas, aunque las consecuencias a largo plazo son muy graves tanto a nivel psicoemocional, social o somático.
Como decimos el maltrato (físico, psicológico, negligencia, abuso sexual) en la infancia y adolescencia está relacionado con la maldad y esta no es una cuestión de género. ¿Cómo es posible que las personas que deben amar y cuidar a los hijos e hijas sean sus verdugos?. Esto es posible porque los hijos e hijas dejan de ser considerados personas y pasan a ser vistos y sentidos como objetos sobre los que se tiene el poder de vida y de muerte. Muchas películas, como: «Los olvidados», «Padre padrone», «El bola», o «Precius», han expuesto este tipo de violencia. Que un padre agreda a un hijo o hija es incomprensible, pero aún es más difícil de ser entendido cuando la agresora es la madre. Es muy difícil entender que una madre, que lo ha llevado en su vientre 9 meses, sea capaz de matar al bebe recién nacido y tirarlo a un conteiner o a la basura. Nos parece una conducta tan antinatural. Ningún animal es capaz de agredir a sus crías, sino que las defiende con uñas y dientes, por lo que tendemos a pensar que si se produce es debido a la locura o a una enfermedad mental. Pero no es un problema de locura, porque en realidad los asesinatos de este tipo se dan en muy pocos casos y suelen ser debidos a un intento de proteger a los hijos de algún mal imaginario. El que un padre o una madre agredan gravemente o maten a sus hijos e hijas está relacionado directamente con la maldad. Porque la maldad existe, independientemente del género del que la ejerza. Esto es posible si los hijos e hijas dejan de ser personas y pasan a ser vividos como un objeto despersonalizado y ajeno del que tiene que desprenderse porque molesta.
De este tipo de violencia ejercida sobre la infancia y adolescencia, cuando los hijos e hijas son usados como objetos contra el otro cónyuge (violencia vicaria), es la más cruel de todas. Porque los hijos e hijas son objetos usados para hacer daño al otro. Un daño que ejercen contra el otro, porque saben que le van a producir un dolor dificilísimo de poder ser elaborado. La Associació Catalana para la Infància Maltractada ACIM elaboro un documento sobre: «La vulneración de los derechos de la infancia en separaciones conflictivas». En el mismo se detallan las diferentes formas de maltrato: usar a los niños para dañar, matar, amenazar con llevárselos y que nunca más los va a volver a ver, interrumpir los tratamientos médicos, utilizar la recogida y retorno del régimen de visitas para insultar o amenazar al otro, hablar mal de la ex-pareja y de su familia en presencia de los hijos e hijas, etc. Lamentablemente este documento es de mucha actualidad, después de las muertes de Olivia, Ana y Yaiza.
El Pacto de Estado contra la Violencia de Género, firmado en España en 2017, califica la violencia vicaria como: “el daño más extremo que puede ejercer el maltratador hacia una mujer: dañar y/o asesinar a los hijos/as». Esta definición es muy parcial, porque no tiene en cuenta que la violencia vicaria también puede ser ejercida por las mujeres. Las mujeres pueden desarrollar cualquier tipo de violencia extrema, dañar o asesinar a sus hijos para dañar al hombre. Se habla de violencia vicaria pero no se puede hablar del síndrome de alienación parental. Parecen dos conceptos contrapuestos: la violencia vicaria la ejercerían los hombres contras las mujeres y el síndrome de alienación parental la ejercerían las mujeres en contra de los hombres. Más allá de las palabras, los hechos nos demuestran que, en los casos de separaciones conflictivas, la maldad carece de género. Tanto hombres como mujeres, llevados por los celos, un malsano resentimiento y unos incontrolables deseos de venganza, utilizan a los hijos para hacer daño a la ex pareja. Se puede alegar de que hay muchos casos de mujeres maltratadas y asesinadas por sus parejas. Esto es cierto y es una lacra social muy difícil de poder ser controlada, ya que independientemente del color del gobierno, desde las administraciones han sido incapaces de evitar estos hechos. Matar a un hijo es el peor dolor que se le puede ocasionar a un padre o a una madre. Medea mata a sus dos hijos para dañar a Jasón por haberla abandonado casándose con Gluce. Y al matarlos mata en cierta manera a Jasón.
Recientemente hemos sido testigos de dos casos terribles, pero al que se les ha dado un trato muy diferente. Las niñas de Tenerife han tenido una gran cobertura en los mass media, todos los políticos han dado su opinión y solidaridad, y se han dado múltiples concentraciones de personas en apoyo a la madre en todo el territorio español. En el caso de Tenerife el padre ha matado a sus dos hijas. Lamentablemente, al mismo tiempo en Sant Joan Despí (Barcelona) una madre ha matado a su hija. Este caso ha tenido muy poca cobertura en los mass media y el apoyo al padre ha sido muy residual tanto por parte de los políticos como por parte de la sociedad. Hay una evidente diferencia entre los asesinatos de las niñas de Tenerife y la de Sant Joan Despí. La violencia de Tomás Gimeno contra Anna y Olivia y su madre Beatriz Zimmermann, (recuerda lo que hizo José Bretón con sus hijos Ruth y José y su madre Ruth Ortiz) es extrema y cruel, pero la de Cristina Rivas contra su hija Yaiza Sant Joan Despí no por menos extrema deja de ser también cruel. La maldad de ambos progenitores es la misma, pero el padre de Yaiza no ha tenido el mismo apoyo que la madre de Ana y Olivia. Nuestra sociedad tiene un grave problema si solamente entiende la violencia vicaria como una cuestión de hombres contra mujeres. La violencia vicaria no es una cuestión de género porque la maldad existe más allá del sexo que tenga el que la ejerza.
Dra. Carme Tello i Casany
Presidenta de la Associació Catalana per la Infancia Maltractada ACIM
Presidenta de la Federación de Asociaciones para la Prevención del Maltrato Infantil FAPMI
Excelente artículo, al que añado estos comentarios:
1) La Dra. Tello denuncia muy acertadamente la gravedad del problema, ya que la infancia y adolescencia sufren mucha más violencia de la que se detecta y reconoce públicamente.
2) Igualmente, la autora señala la distorsión con que se aborda esta cuestión por parte de las autoridades competentes y los medios, pues está archicomprobado que la maldad no tiene género, pero el discurso oficial que los medios difunden insiste en que los varones son maltratadores y las mujeres víctimas.
3) De hecho, las investigaciones más rigurosas coinciden en que las madres maltratan a sus hijos en una proporción que duplica o más al maltrato que los padres ejercen sobre sus hijos. Esta diferencia se debe a que a las madres les resulta más fácil creer que los hijos son suyos, es decir, de su propiedad personal.
4) Del artículo se deduce que es imprescindible un abordaje científico, riguroso y carente de enfoques ideológicos para lograr una verdadera protección de la infancia y la adolescencia.
5) Viene al caso recomendar la obra clínica y de investigación de la Dra. Estela Welldon en Londres, cuyos libros más importantes están traducidos y accesibles en español. Welldon es pionera en investigar clínicamente a las madres que han maltratado o asesinado a sus hijos y entre otros conceptos acuña los de perversión materna y vínculo maligno entre dos progenitores perversos y maltratadores.