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VERANO, VACACIONES, FIESTAS… EN MALLORCA

EL verano es una época para hacer un paréntesis de nuestra rutina cotidiana. Nos gusta viajar, reencontrarnos con amigos, volver a nuestros pueblos, asistir a fiestas …

     Hace pocos días un grupo de amigas recordábamos aquellas fiestas y reuniones de los años 80 y 90 que ya han quedado en el olvido, pero que nos gusta recordar aquellos momentos de compañerismo y, también a aquellos amigos que ya no están entre nosotros.

Recordemos algunas de ellas:

CONCIERTOS DE PRIMAVERA EN EL PALACIO MARCH

      Todos los jueves de los meses de mayo y junio se celebraban los conciertos de música clásica en el palacio March de Palma. Se daban en el salón principal, el comedor y otras salitas anexas, donde un reducido número de asistentes – la entrada era con invitación –  tuvimos el honor de escuchar aquellos magníficos conciertos en un ambiente exquisito y selecto: en arquitectura, mobiliario y rodeados de  valiosas obras de arte y lujo clásico.

Recuerdo con cariño al encargado de supervisarlo todo, Julio Martín y  Mª Teresa, que derrochaban simpatía y encanto y que tan bien nos trataron.

 

“LA FIESTA DE LAS CUATRO ESTACIONES”. A María, Catalina y Margarita les llamábamos “las hermanas Gayá”, es decir, por el apellido.  Celebraban fiestas muy a menudo. Recuerdo, sobre todo,  las de Navidad y primavera, pues tenían algo especial.

Siempre lo celebrábamos en casa de María por reunir unas condiciones excepcionales y privilegiadas de espacio y ubicación. Situada junto al castillo de Bellver, rodeada de pinos y con vistas al puerto y a la bahía.  Preparaban todo con mucho esmero, delicadeza e ilusión, con ese encanto y empatía que las caracterizaban.

Éramos un nutrido grupo de amigos todos relacionados con las  artes: poesía, música, pintura… poetas de la Agrupación Hispana de Escritores, el prestigioso músico Lorenzo Borrás de Riquer, el pintor Nicolás Forteza y su esposa la doctora Mª Dolores y otros amigos como el alcalde de Petra, su pueblo, o la presidenta de las Mujeres empresarias, el presidente de los acuarelistas del Círculo de Bellas Artes, entre otros.

Las hermanas Gayá escribían poesía y eran amantes de la cultura. Tenían un “savoir faire” especial. Las tendré siempre en el recuerdo.

ANTONIO BONET SAN CLER Y JOSÉ MANUEL BALAGUER

            Al final del paseo marítimo de Palma, en lo que podíamos llamar una villa romana con vistas a la bahía, a Porto Pi y al castillo de San Carlos, se encuentra el chalet de Antonio y José Manuel, en el que las fiestas eran una gozada.

Todos los veranos éramos invitados a la fiesta que tenían por costumbre hacer. En las espaciosas terrazas colocaban las mesas magníficamente decoradas, con toda variedad de viandas típicas mallorquinas; rodeados de una frondosa vegetación, esculturas y luces indirectas, fuentes iluminadas, estanques de nenúfares… junto a enredaderas y vistosas buganvillas, lo cual denota el buen gusto de nuestros anfitriones.

Se inspiraron en la cultura de los países orientales donde habían viajado y de los que se traían objetos decorativos. Antonio como magnífico rapsoda siempre nos deleitaba con algunas poesías de su repertorio, y otras veces, le gustaba contarnos chistes y anécdotas de sus numerosos viajes, como cuando actuó para la princesa Farah Diva. Es imposible olvidar aquellas veladas que recuerdo con tanto cariño.

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CATALINA VALLS DE SON SERVERA Y BARTOLOMÉ MESTRE

Otras veladas entrañables fueron las celebradas en el mes de julio. En este mes Catalina Valls Aguiló de Son Servera y el Dr. Bartolomé Mestre (Psiquiatra) celebraban su cumpleaños.

Catalina nos invitaba en el Pont d’Inca donde su hija tenía un espacioso chalet; otras veces íbamos a tomar el típico chocolate con ensaimadas y cuartos a C’an Joan de s’aigo, en la plaza de la Cuartera, no sin antes haber oído misa en la Cripta de la iglesia de San Sebastián ofrecida por el canónigo y amigo “el padre Fullana”.

Catalina, como actriz y excelente rapsoda, nos recitaba poesías como una deferencia a los amigos y contaba anécdotas de sus comienzos en la radio. Recuerdo el dúo que hacía con Antonio sobre el Don Juan, una escena graciosísima. Catalina era sencilla, agradable, derrochaba simpatía, su porte era de una gran señora. Ah! Siempre, siempre  llevaba las uñas pintadas de rojo y muy largas.

EL Dr. Mestre, como le llamábamos, veraneaba en el chalet que tenía en Esporlas, ES VERGER, en la cima de una colina, rodeado de un espeso pinar desde donde se divisaba Palma iluminada en aquellas noches de julio; el paisaje y las vistas de los  pueblos de los alrededores eran impresionantes.

Como magníficos anfitriones nos recibían D. Bartolomé y su esposa, también acompañados por su hija Mª Carmen que nos había preparado abundante comida mallorquina.

  1. Bartolomé ejerció muchos años en el hospital psiquiátrico de Palma y era muy conocido, también publicó varios libros de poesía y prosa y estaba relacionado con el mundo de la cultura. A sus fiestas asistían numerosas personalidades como el premio Ciudad de Palma, José Mª Forteza, el historiador y escritor Mascaró Passarius, el abogado del Estado y poeta Esteban Pisón, músicos como Gabriel Aguilera, la actriz Catalina Valls, poetas de la Agrupación Hispana de Escritores, un íntimo amigo de la familia que se desplazaba desde Madrid, el poeta Carlos Murciano, a veces también su hijo Jorge y   otros muchos, la lista sería muy larga.

Ahora, pasados los años, recuerdo con cariño la amistad que nos unió con la familia, sobre todo, con Mª Carmen y su esposo Octavio, en la etapa de locutora ella, periodista él, luego profesores, escritores, poetas… y otros “parnasos románticos” en su casa de Son Espanyolet.

EN CASA DE LA CONDESA Y BARONESA INÉS ANTICH Y REYNÉS

   En la exclusiva urbanización de Son Vida disfrutamos de fiestas y comidas entre amigos en el chalet de la baronesa y condesa Inés Antich y Reynés. Ella y su hija Marta ejercían a la perfección de excelentes anfitrionas. Sus invitados eran la crème de la crème de Mallorca. Su familia y la de su marido, el Dr. Guillermo Reynés, estaban emparentados con la nobleza mallorquina: los Villalonga, Setmenat, Salas, Zaforteza, Morell, Cotoner, etc.

Fiestas y comidas entre amigos que hacíamos a lo largo del año donde no faltaban los recitales poéticos- musicales, pues ella y Marta eran grandes amantes de la poesía y de las artes en general. A menudo asistíamos a exposiciones, conferencias y otros recitales en el Círculo de Bellas Artes, en el Casal Solleric, en el centro cultural Sa Nostra, en la Banca March, etc.

A estas veladas se desplazaba desde Barcelona nuestra querida amiga y gran diseñadora de la alta joyería, Irene Fortuny, para disfrutar de la fiesta y pasar unos días de vacaciones con nosotras.

FIESTAS EN SON RIPOLL

Durante muchos años el primer sábado de agosto teníamos una “cita en Son Ripoll”, (como nos recordaba D. Vicente)

Así se llama la “possessió” que tiene la familia Rotger a pocos km de Palma. D. Vicente Rotger Buils nació en Menorca, muy joven se trasladó a Palma. Comenzó repartiendo prensa en todos los kioscos,  editar postales turísticas, libros…hasta que se convirtió en gran empresario formando el grupo Rotger y mecenas cultural en Menorca y Mallorca a través de sus fundaciones.

    La fiesta de Son Ripoll llegó a ser muy conocida en Palma, pues asistían cientos de invitados entre amigos, familiares, conocidos, empleados de sus empresas, políticos, actores, actrices, cantantes, escritores, poetas, pintores, del mundo del deporte como el entonces presidente del Real Mallorca, el Dr. Beltrán, el presidente de la Fundación Kovacs y otras personalidades del papel “couché”.

      El concierto, organizado por el tenor Manuel Cid que se desplazaba desde Madrid, y, junto a las sopranos Mari Paz Juan y Fanny Marí, nos deleitaban durante más de dos horas.

 Al finalizar D. Vicente nos dedicaba unas palabras de agradecimiento. Se llegó a pasar de los seiscientos invitados. Y se despedía diciendo: “ahora os invito a probar la sobrasada de porc negre de Son Ripoll”.

  Y es que en esta finca agrícola y ganadera había de todo, y efectivamente, tenía muy buena fama su sobrasada, gustaba a todo el mundo – creo que muchos sólo iban por comerla – era exquisita, también los quesos, botifarrones, camaiots, empanadas, cocarrois, uvas…

Pasábamos unas veladas fabulosas, recuerdo especialmente a su sobrina Cati que estuvo muchos años conmigo en el colegio Stella.

UN CAFÉ CON EL CANÓNIGO BRUNO MOREY

  1. Bruno era otro de los personajes singulares de Mallorca. Vivía en Deià en la finca de Ca l’Abat, una de las “possesions” más emblemáticas del municipio, de gran valor histórico, típicas de la Serra, un gran casal rodeado de muro y torre de defensa del siglo XIII.

Durante muchos años también dio grandes y suntuosas fiestas con invitados de la talla de D. Camilo J. Cela, que era un asiduo de las fiestas de Mallorca.

Poco antes de trasladarse a Vivir a Palma nos invitó a tomar café  junto a María Rosa Gómez de Bringas y su esposo, Luis, el Capitán de Corbeta, historiador y escritor.  Y en un momento de la tertulia hace un silencio y me dice: “estás sentada donde estuvo hace unos días el ministro Narcís Serra –pues tenía el barco amarrado muy cerca de allí donde veraneaba todos los años-   no sé qué tiene ese sillón que atrae a las visitas”.  También nos enseñó su biblioteca y puso especial atención y, algo de secretismo, señalando dos enormes tomos de sus memorias, noticia que ya conocíamos por la prensa, pero que todos sabíamos que hasta pasados cincuenta o más años no las podríamos leer.

  1. Bruno fue un personaje sobresaliente de Mallorca. Tenía fama de sibarita: para la comida, el perfume y el coñac – de preferencia francés.

Es recordado como uno de los mejores predicadores de la catedral de Mallorca.

Hubo otras muchas fiestas con grandes amigos por aquellos años como las del pintor Juan Miralles, en Deià; el poeta Antonio Cercós, en Bunyola; la pintora y escritora Esperanza Vidal, en Alcudia…

En Mallorca nunca faltaron las fiestas y actos culturales que ya tenían tradición desde muchos años atrás, recordemos las del Casino Balear, el Liceo y finalmente el Círculo Mallorquín que aglutinaba la música y la cultura de la alta sociedad palmesana.

En fin, que los tiempos han cambiado, pero da alegría recordarlos.   Aquel entorno de ensueño y la buena compañía, hacen de aquellas veladas el mejor recuerdo estival.

AURORA FERNÁNDEZ

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