Una Tradición de Fe y Renovación en Molvízar
El pasado 2 de noviembre, como cada año desde hace más de tres décadas, el cementerio de Molvízar acogió una misa en honor a los difuntos del municipio. Esta ceremonia, que reúne a familias y amigos para recordar a los seres queridos que ya no están, es un pilar de devoción para este pequeño pueblo de unos 3,000 habitantes. Sin embargo, la celebración de este año trajo consigo una serie de novedades que hicieron de este día un acontecimiento inolvidable.
La primera novedad destacable es el cambio de párroco. Tras dieciocho años, la parroquia ha recibido con entusiasmo a Don Javier, quien llegó a Molvízar hace apenas dos meses. Desde su llegada, Don Javier ha mostrado un genuino interés en involucrar a la comunidad en la vida de la iglesia, devolviendo a la parroquia esa participación que muchos anhelaban. Este compromiso ha revitalizado la devoción popular: cada día, más personas se suman a los cantos en la iglesia, los monaguillos han recuperado sus vestimentas tradicionales, y la participación activa de los vecinos se ha hecho sentir.
Otra de las grandes novedades de este año ha sido la iniciativa de Alfonso y Miguel, dos vecinos de Molvízar que, con la colaboración de la ciudadanía, han confeccionado un manto negro nuevo para la Virgen de los Dolores. Con gran esmero y dedicación, ambos se han encargado de recuperar esta tradición y aportar un sentido de solemnidad a la celebración. Este nuevo manto ha sido confeccionado con la ayuda de muchos voluntarios, uniendo a los molviceños en un esfuerzo colectivo y renovado de devoción hacia su Virgen.
La Virgen de los Dolores, además, protagonizó una procesión que, saliendo de la iglesia, llegó hasta el cementerio. A lo largo del recorrido, los asistentes rezaron el rosario, haciendo pausas para reflexionar y orar en una estampa que dejó huella en todos los presentes. Ver a la Virgen avanzando hacia el cementerio, rodeada por la comunidad en oración, fue un espectáculo cargado de emotividad, que sin duda quedará en la memoria de los molviceños.
Este 2 de noviembre ha sido más que una misa en honor a los difuntos; ha sido una reafirmación de fe y una muestra de cómo Molvízar encuentra formas de renovarse. La devoción por la Virgen de los Dolores y la implicación de la comunidad en esta celebración hablan de un pueblo que no solo mantiene vivas sus tradiciones, sino que las revitaliza y las hace parte de su identidad.
En palabras de Don Javier, “la fe de un pueblo se mantiene viva cuando todos tienen un lugar en ella”. En Molvízar, su llegada ha traído precisamente eso: la posibilidad de que todos, desde los más jóvenes hasta los más mayores, encuentren su sitio y formen parte de la vida de la iglesia, haciendo de esta festividad una tradición renovada y llena de sentido.
Además de la participación comunitaria en la celebración de los difuntos, la imagen de Nuestra Señora de los Dolores de Molvízar destaca por su profundo valor histórico y artístico. Esta talla procede de la escuela granadina barroca y data de los siglos XVII y XVIII en lo que respecta a su cabeza y manos, mientras que el cuerpo es una adición posterior de autor desconocido, probablemente del siglo XX. La imagen es una talla de candelero en madera policromada, diseñada para vestir y de tamaño natural, lo que le otorga una presencia majestuosa y solemne en el brazo izquierdo del crucero o transepto de la iglesia.
Artísticamente, la Virgen presenta el característico estilo de las dolorosas granadinas, con las manos entrelazadas y el rostro sereno mirando al frente. Las carnaciones, en tonos claros, destacan en su policromía, aunque con el paso del tiempo la imagen ha perdido detalles, como lágrimas de cristal y pestañas postizas, y muestra algunas faltas en la pintura. Se sabe que fue reconstruida y posiblemente restaurada por su hermandad entre 1937 y 1940 en un taller granadino, devolviéndole entonces parte de su esplendor. Esta mezcla de historia y fe hace que la Virgen de los Dolores ocupe un lugar especial en el corazón del pueblo de Molvízar.
Análisis bíblico de Nuestra Señora de los Dolores
La Virgen de los Dolores es una advocación de la Virgen María. También es conocida como Virgen de la Amargura, Virgen de la Piedad, Virgen de las Angustias o La Dolorosa. Su fiesta es el 15 de septiembre; su vestidura por lo normal es negra o morada.
Se la invoca en latín como Maria Virgo Perdolens o Mater Dolorosa y es una de las numerosas advocaciones a través de las cuales la Iglesia Católica venera a la Virgen María. La advocación (Dolores) destaca el sentimiento de dolor de la madre ante el sufrimiento de su hijo. Los «siete dolores» hacen referencia a los siete episodios de la vida de Jesucristo, relatados por los evangelios, que hicieron sufrir a María, quien acompañaba a su hijo en su misión de Redentor.
La devoción a la Mater Dolorosa se desarrolla a partir de finales del siglo XI. En 1239, en la diócesis de Florencia, la Orden de los Servitas u Orden de frailes Siervos de María, cuya espiritualidad estaba muy ligada a la Santa Virgen, fijó la fiesta de Nuestra Señora de los Dolores el 15 de septiembre.
Los Siete Dolores
- La profecía de Simeón (Lc. 2, 22′ 35) ¡Dulce Madre mía! Al presentar a Jesús en el templo, la profecía del anciano Simeón te sumergió en profundo dolor al oírle decir: “Este Niño está puesto para ruina y resurrección de muchos de Israel, y una espada traspasará tu alma”. De este modo quiso el Señor mezclar tu gozo con tan triste recuerdo. Rezar Avemaría y Gloria.
- La persecución de Herodes y la huida a Egipto (Mt. 2, 13-15) ¡Oh Virgen querida!, quiero acompañarte en las fatigas, trabajos y sobresaltos que sufriste al huir a Egipto en compañía de San José para poner a salvo la vida del Niño Dios. Rezar Avemaría y Gloria.
- Jesús perdido en el Templo, por tres días (Lc. 2, 41-50) ¡Virgen Inmaculada! ¿Quién podrá pasar y calcular el tormento que ocasionó la pérdida de Jesús y las lágrimas derramadas en aquellos tres largos días? Déjame, Virgen mía, que yo las recoja, las guarde en mi corazón y me sirva de holocausto y agradecimiento para contigo. Rezar Avemaría y Gloria.
- María encuentra a Jesús, cargado con la Cruz (Vía Crucis, 4.ª estación) Verdaderamente, calle de la amargura fue aquella en que encontraste a Jesús tan sucio, afeado y desgarrado, cargado con la cruz que se hizo responsable de todos los pecados de los hombres, cometidos y por cometer. ¡Pobre Madre! Quiero consolarte enjugando tus lágrimas con mi amor. Rezar Avemaría y Gloria.
- La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor (Jn. 19, 17-30) María, Reina de los mártires, el dolor y el amor son la fuerza que los lleva tras Jesús, ¡qué horrible tormento al contemplar la crueldad de aquellos esbirros del infierno traspasando con duros clavos los pies y manos del salvador! Todo lo sufriste por mi amor. Gracias, Madre mía, gracias. Rezar Avemaría y Gloria.
- María recibe a Jesús bajado de la Cruz (Mc. 15, 42-46) Jesús muerto en brazos de María. ¿Qué sentías Madre? ¿Recordabas cuando Él era pequeño y lo acurrucabas en tus brazos?. Por este dolor te pido, Madre mía, morir entre tus brazos. Rezar Avemaría y Gloria.
- La sepultura de Jesús (Jn. 19, 38-42) Acompañas a tu Hijo al sepulcro y debes dejarlo allí, solo. Ahora tu dolor aumenta, tienes que volver entre los hombres, los que te hemos matado al Hijo, porque Él murió por todos nuestros pecados. Y Tú nos perdonas y nos amas. Madre mía perdón, misericordia. Rezar Avemaría y Gloria.
Carlos Álvaro Segura Venegas
Que la virgen con su manto proteja a los desvalidos y que a los familiares de los desastres humanos que hallan perdido a sus seres queridos que les de fuerza para sobrellevarlo todo.muy bonita imagen Virgen de los dolores ayúdanos.
Muchas gracias,
por tan bonito enlace mariano.
Sea vajo cualquier evocación.
Maria, siempre ampara y protege.
Un saludo
Me
Magnífico reportaje, de un espléndido acto lleno de amor y devoción a nuestra Santísima Madre. Que Dios os bendiga a todos.