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¿UNA ESPAÑA CASTRADA?

“Es cruel e inhumano el mentir diciendo que se tiene una ciencia que no se posee. Alabarse de ignorancia es una vergüenza. Pero alabarse de poseer una ciencia que no se tiene es todavía mayor vergüenza”

(Heráclito filósofo siglo V a. C)

 

  Hace unos días fui a visitar a mi amigo Pepe para felicitarlo por haber cumplido 93 años, que todavía está vivo a pesar de la pandemia y del confinamiento. Conserva la mente lúcida y no tiene miedo, sólo una gran preocupación martiriza su alma. Nada más verme levantó los brazos como gesto de acogida y una gran alegría se reflejó en su rostro. A continuación, y muy serio, me preguntó a bocajarro: “¿Han quemado alguna iglesia, han matado a algún cura o a alguna monja?” De momento creí que era una broma o que quizá hubiera perdido la cabeza, pero no, tenía sus razones.

 Pepe es Catedrático de Economía Política y doctor en Derecho y Ciencias Políticas. Desde hace varios años está en una silla de ruedas y por tanto sale poco a la calle, pero está informado al máximo no sólo de lo que ocurre en España sino en el mundo entero, pues se lee varios periódicos, escucha la radio y ve los programas de televisión, los oficiales y sobre todo los independientes, que cada vez son menos. Por tanto, a pesar de su escaso movimiento físico tiene una visión profunda y extensa de la situación social, política, económica, etc. que pocos alcanzan.

         Después de tomar unas copas de “Moriles” y unas exquisitas tapas de aguacate con anchoas, le pregunto que cómo ve la situación española. Ahora se pone serio y me dice: “Nada más entrar aquí te pregunté si habían quemado alguna iglesia y si habían matado algún cura o alguna monja. Por la cara que pusiste me di cuenta de lo que pensaste de mí. Era lógico, tengo ya muchos años y la edad no perdona, pero afortunadamente mi cabeza es lo único que funciona bien, tal vez, demasiado bien.

         Cuando yo era todavía un niño vi quemar una iglesia, destruir pinturas e imágenes de santos, crucifijos que eran obras de arte; no vi matar a los religiosos, pero me lo contaron. Cuando pregunté por los profesores que tenía en el colegio. Sus faltas, sus delitos: que eran buenos. sí vi a la policía llevarse al padre de mi vecino por el sólo hecho de ir todos los días a oír misa y llevar corbata. No volví a verlo. Bien, pues el clima que tenemos hoy en España es semejante a aquel de la República donde todas las injusticias, todos los desmanes estaban permitidos. Este Gobierno inútil, demostrado hasta la saciedad, que desgobierna conjuntamente con este gobierno de coalición está actuando de forma, no dictatorial sino tiránica, y los partidos de la oposición sólo se quejan, critican, pero no actúan intentando ser moderados, ¡Bobos! En estas circunstancias la “moderación” no lleva a ninguna parte, o mejor dicho, lleva a la destrucción de España y quizás a un enfrentamiento si dejan que estos ineptos continúen por este camino de perversión.

Aún hoy, a mi edad se me revuelven las tripas cuando oigo o veo en los medios de comunicación que tenemos una sociedad muy culta y civilizada, y que lo que ocurrió en otros tiempos no puede ocurrir ahora. Necios, ya está ocurriendo, y si no lo veis por vosotros mismos, tan cultos, pues está de más cualquier explicación que os dieran, pues veríais menos aún. Estos politicastros que quieren gobernarnos con tantos errores, pero con todos los medios de comunicación en sus manos han creado una sociedad apática, ingenua, desinformada y castrada, sin vigor que como dijo Ortega “le sobra la arisca soberbia del triunfante”, no quieren luchar, lo que quieren es vencer, y así nos va. Esta sociedad tan culta ignora que los derechos hay que ganarlos y después defenderlos. Nada de esto se hace, ni por de los partidos ni por la sociedad.

         Llegados hasta aquí surge una pregunta que los analistas nacionales e internacionales no consiguen clarificar: ¿Cómo un pueblo tan culto y civilizado como es en la actualidad la sociedad española elija lo peor, a los más inútiles, a los más degenerados para dirigirlos? Esta pregunta la contestó hace años el gran Ortega y Gasset en su “España Invertebrada”: “Así, un pueblo que, por una perversión de sus afectos, da en odiar a toda individualidad selecta y ejemplar por el mero hecho de serlo, y siendo vulgo y masa se juzga apto para prescindir de guías y regirse por sí mismo en sus ideas y en su política, en su moral y en sus gustos, causará irremediablemente su propia degeneración. En mi entender, España es un lamentable ejemplo de esta perversión”. Esta es la triste realidad de la sociedad española incluida la alta, la media y la baja: el odio a la excelencia. No obstante, tenía la esperanza de que las nuevas generaciones supieran escoger. Se equivocó. Ya lo había advertido cuando dijo en sus “NOTAS”: “Cuando se pone a los hombres en igualdad de condiciones ante la lucha por la existencia, es seguro que triunfarán los peores, porque son los más”. Esto lo dijo en 1918 pero sigue de actualidad; y con mayor fuerza aún.

Respecto al abandono de España del Rey Juan Carlos, ¿Qué opinas? Es sencillamente uno de los efectos de lo que venimos diciendo: el odio a lo superior, a la excelencia. En un gobierno de malvados y una sociedad capada, políticamente inculta, desinformada e ingrata no podía esperarse otra cosa. Un presidente, vicepresidente y ministros que hasta hace unos días no eran nada y tampoco nadie y que por una aberración del destino se ven encumbrados a lo más alto sin tener formación, ni aptitudes, ni moral alguna, es lógico que quieran destruir a lo superior, a lo eminente como era el Rey Juan Carlos, con una gran formación intelectual, con prestigio personal en todo el mundo, que en realidad es el que ha creado la España del progreso, de la paz y del prestigio, quien tuvo la habilidad de pasar de un régimen autoritario a una democracia moderna sin contratiempos, y fue la admiración del mundo. Sin embargo, estos pelagatos en el poco tiempo que llevan mandando, han conseguido que España pierda por completo su prestigio y también su dignidad, y en cuanto a lo económico será una segura ruina. Porque sólo con la destrucción de España ellos pueden seguir mandando.

Por tanto, este destierro del Rey de España es la vergüenza de este Gobierno, de la Iglesia, las Fuerzas Armadas, la Universidad, los empresarios y de la sociedad en general, que han permitido esta crueldad, esta ingratitud sin hacer nada para impedirlo. El siguiente paso se dirigirá a derrocar al Rey Felipe, y a continuación la cartilla de racionamiento. Esta nueva casta de políticos que está unos cuantos meses en un cargo y ya salen ricos, millonarios, sin que nadie les pida cuentas exigen, sin embargo, que los demás sean puros, inmaculados, santos.

¡Ay de mi España!

Rogelio Bustos Almendros

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