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Un mundo de contradicciones que exige no bajar la guardia

Me pregunto y sigo sin resolver cuando no me siento imbécil: ¿por qué durante todo el confinamiento se desinfectaban las calles? Si la probabilidad de contagio era reducida puesto que estábamos en casa. Ahora que todo el mundo está en la calle y por tanto existe una probabilidad alta de contagio, por qué no se desinfecta. ¿Nos hemos relajado? ¿Ya no es necesario? ¿No tenemos ya presupuesto? ¿La desinfección sería porque había que parecer que se hacía algo para prevenir o contener?; el caso es que las medidas de los asesores nos pasan de unas a otras sin educarnos o concienciarnos con tiempo y en la eficacia de las normas para asimilarlas de modo significativo para no bajar la guardia o sabiendo el porqué. Antes si ibas en chándal cómodamente a elegir un supermercado diferente al que estabas acostumbrado y respetando las distancias permitidas de alejamiento, “la policía me contaba una vecina que le llamaba la atención porque si no iba a un bar no podía porque para hacer deporte tenía que ser a partir de tal hora aunque no fueses a tal menester”. Ahora después del confinamiento, sea por el motivo que sea, o porque las ganas de vivir con menos angustia y sin problemas de horarios ni espacios, las mascarillas son las restrictivas o las que las reglas prohíben u obligan no ir sin ellas. Que no digo yo que si es así, no haya que cumplirlas pero para ser más verosímil toda la situación grotesca que los expertos del coronavirus nos han generado, deberían ser más coherentes y menos contradictorias porque si no, no vamos a reconocer la funcionalidad y el uso preventivo para el contagio. Antes en el coche dos miembros de la misma unidad familiar tenían que ir uno delante y otro detrás, ahora no. Parece que tiene relación máscaras y distanciamiento pero en el interior de aviones, trenes y autobuses no prima la distancia aunque la tengamos o no en cuenta al pasear, al deambular en la playa, o sin asustarnos por la multa y llevarla hasta la tercera semana de julio en la mano o debajo de la nariz cuando no te cruzabas con alguien. A veces conversando con mi amiga la psicóloga y de modo incrédulo o estúpido, respecto a las mascarillas comentamos para mejorar nuestra autoestima que es algo absurdo o es un desvarío, los tipos según el empleo de horas, el coste y garantía o no de china, o fabricadas ya desde la solidaridad de cualquier lugar o persona solidaria. Porque algunas llevan señales de suciedad, marrón o carmín de maquillaje más que verlas. No obstante al lado de los bares te la pones y luego te la quitas y no pasa nada, porque ahí si estamos protegidos.

Si estás en la playa y te da por pasear, ponte la mascarilla aunque no haya apenas gente. Pero si estás en la toalla o debajo de la sombrilla, y paseas hasta la orilla, no la lleves aunque haya mucha gente porque no hay riesgo de contagio. La cantidad de trabajadores que no están libres de virus. En cambio, si estás de cliente, espectador, o si comes o fumas al aire libre ponerse la mascarilla depende de quien lo interprete, porque el virus no o sí contagia. No lo entiendo. Deberíamos seguir extremando la responsabilidad en la higiene colectiva tanto como la individual, más que nunca por los numerosos rebrotes que estamos padeciendo. Si vas por la calle o por el parque de tu ciudad, tienes sed y encuentras una fuente pública de agua, recuerda que está prohibido pulsar el botón para que puedas beber; el virus es implacable en esta situación; sin embargo el virus a los parquímetros de la zona azul no los ataca; ahí no tendrás problema en pulsar el botón para que realices el pago u operar con los cajeros automáticos. Aun sabiendo la ruina de los negocios de hostelería, habría que dar ayudas pero si pasas delante de un bar con las mesas vacías, ponte la mascarilla aunque no haya nadie porque te podrías contagiar aun sin ser muy lógico y sirva como medida de protección. En cambio, recuerda, si te sientas fuera te la podrás quitar pero es dudoso cuando no seguro en el interior, porque el virus sabe si vas a beber o comer algo dentro o fuera, ¿pero y si se le olvida, y encima faltan rastreadores?

Francisco Velasco Rey

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