UN HÉROE DE LA AXARQUÍA MALAGUEÑA OLVIDADO
El día 23 de julio de 1746, en Macharaviaya, pueblo en las montañas de la Axarquía malagueña, nació Bernardo Vicente Apolinar Gálvez y Madrid, hijo legítimo del General del Ejército don Matías Gálvez y Gallardo, quien alcanzó el cargo de Virrey de Méjico, y de Josefa de Madrid (ambos del mismo pueblo malagueño). Muerta ella, como consecuencia del parto de su hijo José, don Matías se volvió a casar con doña Ana de Zayas y Ramos, que fue para su hijastro Bernardo una madre excelente, como reza en su testamento fechado el 23 de diciembre de 1785, en Méjico, en referencia a Bernardo que ella acogió al contraer matrimonio con don Matías.
La niñez de Bernardo transcurrió en Méjico, donde el padre ejercía de Virrey, y a tenor de lo que requería su clase. Su hermano José falleció a la tierna edad de ocho años en 1756, triste y trágico acontecer familiar.
Macharaviaya fue fundada en 1572, aunque la iglesia parroquial data de 1505, pues era norma en aquella época que, reconquistado un territorio, primero se fundaba la iglesia, luego el pueblo iba creciendo a su alrededor. Más tarde, en el siglo XVIII, la iglesia fue reconstruida con caudales de la familia Gálvez. El pueblo crecía y prosperaba con el cultivo de la vid, y el monopolio de una Fábrica de Naipes fundadas por los Gálvez, cuya producción se destinaba para ser comercializada en América.
Por influencia de esta destacada familia, aquel modesto pueblo fue muy conocido y famoso, es a los Gálvez a los que se debe su importancia. Macharaviaya tenía un importante patrimonio de suelo, ya que los Gálvez compraron las tierras de sus alrededores, y posteriormente las fueron cediendo al municipio.
Desde muy joven, Bernardo mostró afición por las armas. Era apuesto y de buena planta; siempre dispuesto a defender su Patria, el Imperio y el noble linaje de su familia. Sus sueños eran de grandeza; los galeones que surcaban los mares; los adelantados de las leyendas del Dorado; las célebres amazonas, imaginadas por Orellana… Pero no habiendo encontrando esas riquezas soñadas, ni Ponce de León los manantiales de la Eterna Juventud de la Florida; Gálvez se había de inmortalizar en esa región, primera de su destino militar, y devolverla restituida a España, conquistada a los ingleses.
En 1762, a los 16 años, se alistó como voluntario en el Ejército, y por la gracia del linaje, lo inicia como Teniente de Infantería en la guerra contra Portugal. Allí vería encenderse la llama vengadora contra Inglaterra (aliada con Portugal) y al ver que, acabada la guerra, España tuvo que ceder importantes territorios, como castigo por su alianza con Francia.
Su tío José fue nombrado en 1765 Visitador del Virreinato de Méjico. Habría de ser él quien conduciría a Bernardo a los más altos destinos bajo su tutela.
Fue destinado como Capitán, al Regimiento Fijo de Infantería de la Corona, bajo el mando de Juan de Villalba, en el año que Pierre de Laclède y Saint-Maxent (francés), funda la ciudad de San Luis en Luisiana. Estos territorios pasan a ser posesión española, según convenio con Francia por su infortunada lucha en la guerra de los Siete Años. En ese destino Bernardo había de servir tres años, los cuales aprovechó para aprender francés, idioma que le fue de utilidad para su posterior destino en Luisiana, y conquistar allí en matrimonio a Marie Felice de Saint-Maxent, a la que cariñosamente llamaban Felicitas.
Por entonces presagiaban el principio del fin de la hegemonía inglesa y española en las colonias. La guerra de la independencia de las “Trece Colonias” pronto sería imitada en los dominios españoles, ávidos de libertad y dueños de sus riquezas.
Los combates habían comenzado encarnizadamente, el 19 de abril de 1775, ocasionando muertos y heridos cerca de Boston, y para el 17 de junio los británicos estaban situados en esa ciudad. Estas acciones eran ya una guerra total. El golpe decisivo lo planificó contra Inglaterra el Rey Carlos I, al suscribir el “Tercer Pacto de Familia” con Francia en 1761, resentido por la derrota en la Guerra de los Siete Años, en cuyo tratado Francia perdió inmensos territorios. España sufrió el asalto a la Habana y Manila en 1762, aunque luego los ingleses nos las devolvieron. España tuvo que ceder a los ingleses Florida y Pensacola, aunque recompensada por Francia al cederle Luisiana y Nueva Orleans. España cedió a Portugal la península de Sacramento.
El General Washington (independentista), contaba con el apoyo de don Bernardo Gálvez, quien fue nombrado en 1776 gobernador de a Luisiana para suceder a Luis de Unzaga, ascendido a Capitán General de Caracas.
Gálvez tenía planes de apoyo a los rebeldes de las “Trece Colonias”. Los ejércitos de los independentistas eran gente semisalvaje, sin instrucción ni medios de combate, aunque eran valientes y temerarios.
El día 1 de enero de 1777, don Bernardo Gálvez tomaba posesión como Gobernador de Luisiana, siendo General de Brigada… ¡Cuatro heridas de guerra y varias medallas por intervención en luchas, lucían en el pecho del joven Gobernador de 30 años! En la recepción celebrada en el Palacio de la Gobernación, en Nueva Orleans, logró ver a Felicitas, bella mujer, hija de Saint-Maxent, a la que Bernardo conquistó. Él era un hombre con buena estrella, y a partir de entonces se abrió un nuevo capítulo en la Historia de América y en el suyo propio.
El movimiento revolucionario americano motivó a don Bernardo para incitar su ánimo de venganza contra los británicos, que tantos perjuicios nos habían infringido. Presionaba don Bernardo a la corte española y a la Capitanía General de la Habana para iniciar las hostilidades con los británicos. El rey Carlos III también era partidario, pero Francia, aliada con España en el “Tercer Pacto de Familia”, expresaba sus dudas. Don Bernardo pedía a unos y otros refuerzos y ayudas e intentaba convencerlos para iniciar el ataque a la Fortaleza de Pensacola. Él ya había conquistado el Fuerte de Mobila. Al fin se decidió la cuestión organizando en la Habana un gran contingente de tropas y barcos para el ataque. Era el día 1 de octubre de 1777. Puesta en marcha la Armada, a mitad de camino fue atacada por un tremendo huracán que destrozó barcos y dispersó a los demás. Hubo de retroceder a la Habana con lo que quedó navegable.
Los reproches y críticas a don Bernardo fueron tremendos. Él admitió la culpabilidad al no prever la posibilidad de ese elemento de la naturaleza, pero no cejó en sus intenciones. El rey le había concedido el grado de Mariscal de Campo (General de División), que ostentaba en aquel momento.
Se volvió a organizar un Ejército potente en toda clase de pertrechos de guerra, y se hicieron a la mar al mando del Almirante Solano y Cagigal. Lo objetivos ya los sabemos: conquistar los Fuertes Media Luna y Pensacola. Llegados al lugar se inician los asaltos; muere el Capitán Vargas, después el Coronel Rebollo. El grupo de choque se divide en tres columnas mandadas por Tenientes Coroneles. El enfrentamiento fue brutal; caían muertos y heridos a montones por ambos ejércitos. Se construyen trincheras y parapetos, acerándolos al enemigo. Una copiosa lluvia entorpece el combate. La artillería española alcanza el polvorín de los ingleses y mueren 105 hombres. Ante este empuje, los británicos ceden el terreno y retroceden a sus edificaciones del Fuerte. Los gritos de dolor eran intensos. Se oyen voces de ¡Sálvese quien pueda! El general Campbell, inglés, ordena que trescientos hombres salgan del Fuerte y se evacuen a Georgia para evitar ser prisioneros. Derrotado Campbell, pide una tregua que los españoles rechazan. Se iza la bandera de la capitulación. Campbell envía un mensajero al General Gálvez, pretendiendo el cese. Gálvez convoca al mensajero “oficial estafeta británico” para que comunique al general Campbell que no ha de haber tregua, al menos que las conversaciones de rendición se inicien inmediatamente. Gálvez redacta unos artículos y se los envía al general Campbell.
La Fortaleza George se rinde el 10 de mayo de 1781, y Pensacola pasa al poder de España. Campbell hace tregua a Gálvez de la totalidad de la Florida Occidental, incluyendo otros fuertes, y los españoles se apoderan de toda la península, la cual nos fue arrebatada antes por los británicos. Las tropas de Gálvez toman posesión de Fort George y de todas las posiciones que ceden las armas. A las 15: 00 horas se forman las unidades en orden de combate –españolas y francesas-. El General Campbell y el Almirante Chester (que era gobernador de la Florida), se entregaron junto a 1113 hombres con todas las banderas, artillería y pertrechos. Gálvez describe la ceremonia en estos términos:
“El 10 de mayo de 1781, a las tres de la tarde, formaron cerca del Fuerte George seis compañías de granaderos y las de cazadores de la Brigada francesa, a cuya distancia salió el General Campbell con su tropa, y después de haber entregado las banderas del Regimiento y una de Artillería, con la ceremonia reglamentaria, rindieron sus armas”.
También se rindieron los trescientos que pretendían huir para Georgia. Estos hombres, exiliados luego a Canadá, cuando al final de la guerra regresaban a sus horas en Inglaterra, el barco que los trasladaba sufrió un naufragio, del que sólo se salvaron las mujeres y niños embarcados en botes salvavidas.
El General Campbell abandonó el Fuerte con todos los honores militares según el Convenio de Capitulaciones. La bandera británica es arriada del Fort George, y en su lugar se izó la española, con las salvas de ordenanza.
El día 11 de mayo de 1781, se rinden las guarniciones de Barrancas coloradas, ocupándolas tropas españolas. Campbell y Chester quedan prisioneros en la Habana. Gálvez nombró a don Arturo O’neil comandante de Pensacola.
El día 30 de junio de 1781, se embarca a los prisioneros británicos para Nueva York, para ser acantonados bajo la supervisión de los aliados angloamericanos y franceses.
En noviembre de 1781, Inglaterra reconocía la independencia de los EEUU mediante el Tratado de París, en el que intervino en representación de España, Don Pedro Pablo Abarca de Boles, Conde de Aranda, embajador en París. Pero la guerra contra España continuó. Nunca antes país alguno derramaría más sangre y gastaría más oro como España en la independencia de EEUU, y al final pareciera, ante la historia, como un socio de segundo orden; otros que, habiendo gastado menos, como Francia, se llevaron el aplauso y reconocimiento internacional.
Bernardo Vicente Apolinar Gálvez y Madrid
Los buques victoriosos de Pensacola navegaron hacia la Habana el día 30 de junio de 1781. Gálvez se quedó en Pensacola ultimando detalles para su defensa. Luego acudió a la Habana para celebrar la victoria. Tras unos días, Gálvez se embarcó para Luisiana a compartir su tiempo con su bella esposa. Luego vuelve a la Habana, donde se le comunica su ascenso a Teniente General y Jefe de los Ejércitos, como gran héroe de la victoria contra los británicos. El Congreso Angloamericano, en un documento citaba a Gálvez y a España por su ayuda a la independencia. Existe una ciudad americana con el nombre de Galveston.
Las Islas Bahamas (inglesas), de importancia estratégica, planeaba don Bernardo conquistarlas. (Las Bahamas no se denominan así, esa era una voz inglesa tomada de la española “bajamar”). Son un conjunto de 700 islotes y cayos irregulares, separados de tierra por profundos canales de agua. Están a menos de 100 km. de la Florida. Estas islas son la llave del Golfo de Méjico y de todo el Caribe. Cuando Colón llegó a ellas en 1492, los indígenas las llamaban “Guanahaní”, pero él las bautizó con el nombre de San Salvador. Su capital es Nassau. Se consideran un refugio de piratas y depredadores de los barcos comerciales españoles, que surcaban el Atlántico. Gálvez planeaba la conquista del archipiélago de las Bahamas, pero fue Cagigal con su destacamento de 274 soldados regulares y 332 milicianos, quien desembarcó el 8 de mayo de 1782, y las sometió al control de España. Se capturaron 12 barcos corsarios y 65 buques mercantes ingleses. La bandera de España volvía a ondear sobre un mástil inglés.
Ocupadas las Bahamas, planificaron conquistar Jamaica, para lo cual mandaron a un comisionado para que informara. El nombrado fue “Miranda” que resultó ser un traidor. Sólo pedía dinero para la operación y sobornos, que luego huyó con el botín, exiliándose en los EEUU, ya independientes.
Con la intrépida acción de la toma de las Bahamas, se cerraba el ciclo de brillantes acciones militares. Capturada la Base Naval de Nueva Providencia, por fuerzas de Gálvez, se comenzó a organizar la toma de Jamaica, con lo cual desterraría a los ingleses del continente americano, y hubiese salvado los territorios españoles de América. Gálvez sabía lo importante de esta acción. Pero sus planes se vieron frustrados por la “Paz de Versalles” el 3 de septiembre de 1783, que ponía fin al enfrentamiento británico-español en el conflicto. Las Bahamas retornaron a los británicos en ese mismo año, y todavía las mantienen bajo su control.
En septiembre, don Bernardo Gálvez, acompañado de su esposa Felicitas, se va a Guarico (Estado de Venezuela), donde es celebrado con alegría el nacimiento de su hijo y único varón, Miguel de Gálvez y Saint-Maxent, bautizado el 20 de enero de 1783. Al niño lo visten con el uniforme de granadero y es ofrecido únicamente al Rey Carlos III. El 5 de enero llega a Guarico la escuadra inglesa del Almirante Hoot, que lleva a bordo al Príncipe Guillermo, Duque de Lancaster. Gálvez los recibe con el indulto de los prisioneros británicos. A don Bernardo le fue confirmado su ascenso a Teniente General, y luego el de Gobernador de la Florida Occidental, además de serlo de Luisiana. También es galardonado con el Título de Conde de Gálvez.
A la muerte de su padre, ocurrida el 3 de noviembre de 1784, es nombrado Virrey de Nueva España (Méjico), incorporándose al destino el 17 de junio de 1785.
Durante su gobierno realizó importantes obras y mejoras; con todo ello, se ganó el afecto de los habitantes. Acabó la Catedral. No vio acabado el Palacio de Chapultero. Inauguró el alumbrado público en las principales calles de Méjico.
Las acusaciones no se hicieron esperar. Sucedió que don Bernardo se dirigía en su coche hacia la Real Audiencia, y se encontró un piquete de soldados que conducían a tres reos al patíbulo. Ante los gritos de clemencia de los infelices, ordenó a su cochero que se detuviese, y preguntó:
– ¿A dónde lleváis a esos hombres?
– Al patíbulo, Excelencia, -le respondieron-
– ¿Y qué han hecho para merecer esa condena…?
– Han sido condenadas a muerte por sedición… – respondió el comandante del piquete-.
– Conducidles de nuevo a la cárcel, que yo en este momento me dirijo a la Audiencia, y allí hablaré del asunto.
– Como ordene su excelencia.
En la Audiencia fue informado con todo detalle. Gálvez solicitó la conmutación de la pena por un largo confinamiento de cárcel: la Audiencia rehusó. Finalmente, Gálvez hizo uso de su poder ejecutivo para suspender por orden virreinal la ejecución.
Su enfrentamiento con la Justicia puso a toda la Real Audiencia en su contra, hasta el punto de hacerle saber a la Corte de España las sospechas de que Gálvez quería coronarse Rey de sueva España. Fue amonestado por La Corte, y don Bernardo sorprendido fue perdiendo el ánimo al verse reconvenido por el Rey en términos poco amistosos. La ira y la desazón le carcomieron las entrañas, y la tristeza y desilusión se le apoderaron.
– ¿Quién habrá dicho esas infamias de mí? -Se preguntaba-
El 13 de 0etubre de 1.786, Gálvez caía enfermo con dolores en el vientre y vómitos de sangre. Su estado se agrava y el día 8 de noviembre de 1.786, pide confesarse y otorga poder testamental a Ramón de Posada, con instrucciones verbales sobre su voluntad.
Era el 30 de noviembre de 1.786, a la edad de 40 años, Gálvez muere tras una brillante, heroica y singular ejecutoria militar y administrativa. Las campanas de la Catedral de México doblan sin cesar en señal de duelo.
El cadáver vestido con uniforme de Capitán General y las Galas de Virrey, es sentado en su coche oficial y llevado en cortejo fúnebre formado por cientos de personas, y escoltado por la guardia de alabarderos y caballería, hasta la Catedral, donde fue introducido en féretro. Se concretaron cuatro días de luto oficial. Se efectúan las salvas de ordenanza, y sus restos mortales son depositados en la Cripta del Altar. Allí permanecerán un tiempo antes de ser trasladados a la Iglesia de San Fernando en la Ciudad de México, donde reposan también los restos de su padre, que antes fue Virrey.
Felicitas daría a luz una niña el 12 de diciembre de 1786 a quien se le impuso el nombre de Guadalupe. Nuevamente, Felicitas quedó viuda a los 33 años, y España perdió el último de los grandes héroes de su Imperio.
Bibliografía consultada:
– España contraataca de Pablo Victoria.
– Documentación personal de don Bernardo Gálvez. Archivos militares de Segovia, Simancas, y el Archivo General de Indias (Sevilla)
– Historia de España del Marqués de Lozoya.
– Diccionario Espasa de Calpe, Barcelona.
Rafael Camacho García
Castellón