TENGO UNA DUDA
En un mundo en constante cambio, la tecnología de la información se ha convertido en una parte esencial de la sociedad, hasta el punto de que el uso de los dispositivos electrónicos se realiza de una manera continuada a lo largo del día y constituye un elemento de cohesión entre las personas, aunque dichos individuos no se encuentren juntos. Quizá haya quien piense que se trata de una evolución en el desarrollo de la humanidad, pero sin negar que pueda tener ciertos aspectos positivos, la percepción en la que estamos envueltos no resulta tan satisfactoria. Vivimos conectados a una realidad virtual que posee unas reglas que están fijadas y determinadas por el propio devenir de lo que nos rodea, aunque, al mismo tiempo, se nos excluya de la posibilidad de controlar ciertas circunstancias y se nos relegue a un estado de inconsciencia y de adoctrinamiento por el que no está permitido mostrar disconformidad con los procesos y las pautas establecidas. Por lo tanto, se podría decir que somos parte de un gran ente tecnológico y de comunicación, pero en el que no somos nadie para los que están al frente de su gestión. Simplemente, somos compradores de productos para seguir aumentando los beneficios de multimillonarios a los que solo les importan los ceros que constituyan su cuenta bancaria. No quisiera que se me juzgue de una manera ciertamente feroz por lo que voy a decir, pero es probable que, en estos momentos, nos hallemos inmersos en un sistema de esclavitud mundial basado en la capacidad de un grupo de líderes y empresarios para habernos convencido de la importancia de usar determinados elementos para otorgar un sentido de eficacia y plenitud a nuestras existencias. ¿En qué vivienda no hay, al menos, un ordenador, un móvil o una televisión?, ¿seríamos capaces de afrontar un solo día sin mirar el móvil, sin encender el ordenador, sin acceder al correo electrónico o, simplemente, sin pensar en observar una pantalla? Que cada uno responda a estas preguntas con más o menos sinceridad. Pero puede que, si se detienen un momento, no les pido más que un solo momento, con el fin de valorar como el uso de internet y de los dispositivos tecnológicos ha cambiado la percepción de la realidad, empiecen a darse cuenta de que los seres humanos nos estamos convirtiendo en sombras que se van diluyendo entre los ecos de un sistema constituido para anular el pensamiento racional y crítico de cada persona. Mientras estemos ocupados en emplear el tiempo analizando la vida de otras personas a través de las redes sociales o visualizando vídeos a través de ciertas plataformas, no centraremos nuestras inquietudes en lo verdaderamente importante. Ya no hay seres completamente libres, puesto que de una manera todos estamos atados a esta falsa sensación de pertenencia a una realidad de derechos, que sin embargo han ido mermando con el paso de las décadas, al mismo tiempo que internet y todos sus elementos tecnológicos se han ido apoderando de nuestro espacio.
Por eso, sigo teniendo una duda, de difícil respuesta: ¿podríamos volver a educar a nuestros hijos a través de los libros, los cuadernos, los lápices y los bolígrafos o nos tenemos que resignar a que en los centros educativos se implante un sistema de formación a través de tabletas y de pantallas que condicionan el desarrollo de los niños, hasta dotarlos de un carácter anómalo e irracional que solo da por valido lo que se ve en los dispositivos tecnológicos? Seamos un poco coherentes y críticos y, sin obviar que es imposible retroceder en el tiempo y no basar toda nuestra existencia en los móviles o en los ordenadores, al menos, hagamos posible que la educación siga siendo libre, igualitaria y que fomente las habilidades y las sensibilidades de los alumnos para que sean conscientes de la verdadera realidad en la que viven y no solo esa otra “realidad” que se observa a través de las pantallas.
Una verdadera transformación a de ser manejada con seriedad, ya que los avances tecnológicos, nos proporcionan todos los medios necesarios, para seguir avanzando en este mundo singular. Ha de realizarse sus uso, de manera moderada y sería, sin pasar los límites establecido por la ley y la propia tecnología, por la que fue creada.
La sociedad ha de saber interactuar en estos medios y saber educar a las nuevas generaciones, para su buena salud de todos los medios.