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Autora: Ana María López Expósito

Gobernar encadenando la mente por miedo o por temor al castigo en otro mundo es igual de básico como usar la fuerza.

Imaginemos un día de marzo del 415 en el que, los cielos de Alejandría diluviaron lágrimas de pena y vistieron con un manto negro. Se apagó una estrella. Fatal destino, en la turba cristiana. Para unos bruja. Para otros sabia. Para otros: filósofa, matemática y astrónoma. Para otros mujer diversa que aboga por el crecimiento de la humanidad. Yo la defino como “Gigante de los siglos”. Madre del astrolabio y densímetro. ¡Mora su alma en las alturas!

Estamos hablando de una gran mujer nacida en Alejandría que se llamaba Hipatia, hija y discípula del astrónomo y filósofo Teón. De ella se han dicho muchas cosas: Sabemos que fue filósofa, maestra neoplatónica griega, natural de Egipto que destacó en matemáticas y astronomía. A comienzos del siglo V fue miembro y cabeza de la escuela neoplatónica de Alejandría. Nace alrededor de 355 d. C. y muere en 415. Está considerada como una de las primeras mujeres matemáticas de la historia. Muchos aspectos de la vida de Hipatia son un misterio y la principal fuente de información de que se dispone son los escritos de sus discípulos.

El nombre de Hipatia significa la más grande. La leyenda nos muestra a una joven, virgen y bella, matemática y filósofa, cuya muerte violenta marca un punto de inflexión entre la cultura del razonamiento griego y el oscurantismo del mundo medieval. Según el filósofo pagano del siglo vi Damascio afirmaba que «además de conseguir el grado más alto de la virtud práctica en el arte de enseñar, era justa y sabia, y se mantuvo toda la vida virgen», dato confirmado por la Suda, una enciclopedia bizantina del siglo xi, que sin embargo añade que fue «esposa de Isidoro el Filósofo».​ El mismo Damascio refiere una anécdota que ilustra la actitud de Hipatia ante el sexo: cuando un discípulo le confesó que estaba enamorado de ella, la filósofa le arrojó un paño manchado con su sangre menstrual, espetándole: «De esto estás enamorado, y no tiene nada de hermoso». Fue recordada como una gran maestra y admirada por la magnitud de sus conocimientos. Era considerada como el mejor matemático vivo del mundo greco-romano. En la época de la Ilustración, Toland y Voltaire, utilizaron su figura como expresión de la irracionalidad del fanatismo religioso, y en el Romanticismo la recrearon como la encarnación del espíritu de Platón y el cuerpo de Afrodita. Pero toda esta notoriedad ha hecho que se pierdan de vista sus logros intelectuales y su auténtica biografía. A ciencia cierta se sabe que enseñó Matemáticas, Astronomía y Filosofía. Ninguna de sus obras se ha conservado, pero tenemos conocimiento de ellos por sus discípulos como Sinesio de Cirene o Hesiquio de Alejandría. Entre sus aportaciones caben destacar: Comentario a la Aritmética en 13 libros de Diofanto de Alejandría. Hipatia mejora los modelos de las ecuaciones algebraicas. “Canon astronómico”, comentario a las Secciones cónicas de Apolonio de Perga. Comentó las grandes obras de la matemática griega como la “Aritmética” de Diofanto, “Las Cónicas” de Apolonio, el libro III del “Almagesto” de Tolomeo, probablemente comentara junto a su padre, los “Elementos” de Euclides y el resto del “Almagesto”. Trabajó junto a su padre en la preparación de textos para los alumnos (entre otros el de los Elementos de Euclides. Otras de sus grandes aportaciones fueron la construcción de instrumentos científicos como el astrolabio y el hidroscopio.

Teón, su padre, profesor e instructor, matemático y astrónomo ejercía de profesor en la Biblioteca de Alejandría (la del Serapeo), fundada por la dinastía de los Ptolomeos con el fin de crear una de las mayores y mejor documentadas bibliotecas del mundo supervisó la educación de su hija y, con un espíritu especialmente abierto para su época, permitió que desarrollara sus dotes excepcionales y se convirtiera en una astrónoma, filósofa y matemática. Quiso que fuese un ser humano perfecto por lo que vigiló la educación de su mente y de su cuerpo. Este entrenamiento consiguió su objetivo ya que la belleza de Hipatia y su talento fueron legendarios. Se dice que superaba a su padre, especialmente en la observación de los astros. Después de haber recibido enseñanza en filosofía y matemáticas viajó por Italia y Atenas. Parece ser que en Atenas siguió los cursos de la Escuela Filosófica dirigida por Temistius, Plutarco el Joven y por su hija Asclepigenia. A su vuelta a Alejandría se dedicó, a enseñar Matemáticas, Astronomía, Filosofía y Mecánica a personas de todas las religiones. Ocupó la cátedra de Filosofía de Plotino. Su casa se convirtió en un centro intelectual. Era frecuentada por estudiantes de Europa, Asia y África que iban dispuestos a escuchar sus enseñanzas sobre la Aritmética y otras disciplinas. Entre sus alumnos había cristianos, como, por ejemplo, el mencionado Sinesio de Cirene (con posterioridad obispo de Ptolemaida entre 409 y 413), perteneciente a una familia rica y poderosa, que mantuvo una gran amistad con su maestra. Sinesio dejó escrita mucha información sobre Hipatia. Se refería a ella como «la auténtica maestra de los misterios de la filosofía».

Algunos autores establecen un paralelismo entre la figura de Sócrates y su discípulo Platón, y de la de Hipatia y su discípulo Sinesio. Pero Sinesio murió dos años antes que ella, lo que impidió que pudiera, como homenaje póstumo, divulgar su obra y su pensamiento. Se conocen siete cartas de Sinesio dirigidas a Hipatia. También, en otras cartas, Sinesio la menciona y la evoca en estos términos: “Hemos visto, hemos oído a aquella que preside los misterios sagrados de la filosofía. Es santa y querida por la divinidad”, “… madre, hermana, maestra, benefactora mía en todo, y todo lo que para mí tienen valor en dichos y hechos”. “He perdido … lo que es lo más importante, tu alma divinísima, lo único que yo esperé que se mantuviera firme para superar los sinsabores de la fortuna y los embates del destino”.

En Historia Eclesiástica, de Sócrates Escolástico, escrita 120 años después de la muerte de Hipatia, puede leerse: “Había una mujer en Alejandría llamada Hipatia, hija del filósofo Teón que tuvo tales logros en literatura y en ciencia como para sobrepasar a todos los filósofos de su tiempo. Siguiendo la escuela de Platón y de Plotino, explicaba los principios de la filosofía a sus oyentes, algunos de los cuales venían de muy lejos para oír sus lecciones. Debido a su autocontrol y distinción que había adquirido en el cultivo de su mente, ella aparecía en público en presencia de magistrados”.

Aprendió también sobre la historia de las diferentes religiones que se conocían en aquel entonces, sobre oratoria, sobre el pensamiento de los filósofos y sobre los principios de la enseñanza. Viajó a Atenas y a Roma siempre con el mismo afán de aprender y de enseñar. Otro alumno llamado Hesiquio el Hebreo escribió unas obras que se conservan, en las que también hace una descripción sobre las actividades de Hipatia y asegura que los magistrados acudían a ella para consultarle sobre asuntos de la administración. Dice también que fue una persona muy influyente en el aspecto político. También se interesaba por la mecánica y ponía en práctica la tecnología.

Pero Hipatia era pagana y le tocó vivir en tiempos duros para el paganismo. Su situación llegó a ser muy peligrosa en aquella ciudad que se iba haciendo cada vez más cristiana. Los filósofos neoplatónicos como Hipatia pronto se vieron cruelmente perseguidos. Algunos se convirtieron al cristianismo, pero Hipatia no consintió en ello a pesar del miedo y de los consejos de sus amigos como el caso de Orestes.

En el año 412 el obispo Cirilo de Alejandría fue nombrado (para sustituir a su tío Teófilo), patriarca, un título de dignidad eclesiástica que sólo se usaba en Alejandría, Constantinopla y Jerusalén, que equivalía casi al del papa de Roma. Cirilo (elevado siglos más tarde a los altares) era un católico que no consentía ninguna clase de paganismo ni de herejía y que luchó toda su vida defendiendo la ortodoxia de la Iglesia católica y combatiendo el nestorianismo. Los historiadores creen que Cirilo fue el principal responsable de la muerte de Hipatia, aunque no exista documentación directa que lo acredite. Se dice que Cirilo era enemigo de esta mujer, a la que temía y admiraba a la vez. Pero siguiendo la tónica general de la época, no le era posible comprender ni tampoco consentir que una mujer se dedicase a la ciencia y menos aún a esa clase de ciencia que difícilmente podían comprender las personas que no eran eruditas en el tema. Se creó así un clima y un ambiente de odio y fanatismo hacia ella, tachándola de hechicera y bruja pagana.

Un grupo de cristianos, exaltados, la encontraron en el centro de Alejandría, la arrancaron de su carruaje; la llevaron contra el Cesareum, que era la catedral de Alejandría, la desnudaron y la golpearon hasta provocar su muerte. Para algunos autores fue víctima del conflicto entre el poder civil de Orestes y el eclesiástico de Cirilo, más que una confrontación entre paganismo y cristianismo, idea que surgió posteriormente entre los pensadores ilustrados, como Voltaire y Toland. Los asesinos de Hipatia no fueron castigados. Orestes, prefecto romano de Egipto, antiguo alumno y viejo amigo de Hipatia, informó a Roma para que se iniciara una investigación, que fue pospuesta repetidas veces. Orestes tuvo que huir de Alejandría y abandonar su cargo. Con la muerte de Hipatia se terminó también la enseñanza del pensamiento de Platón no sólo en Alejandría sino en el resto del Imperio. El interés por las ciencias fue debilitándose y la Historia entró en el oscurantismo. Pudo sobrevivir en Bizancio y poco después empezó de nuevo a florecer en el mundo árabe musulmán.

Desafortunadamente eran tiempos en que la mujer era considerada como un objeto y su opinión importaba poco. Así era Hipatia, tanto inteligente y elocuente en sus discursos como cortés en sus actuaciones. La ciudad entera la quería sin lugar a dudas y le tenía gran veneración, pero los gobernantes de la ciudad la envidiaron desde el principio, y la ningunearon por ser mujer, algo que frecuentemente ocurría en Atenas también. Pues si la filosofía había perecido, sin embargo, su nombre aún parecía venerable y magnífico a los hombres que ejercían de líderes en el Estado (Alexandria2: 1 993, 57-58).

Por todo lo anteriormente expuesto, y la información que nos ha llegado a través de sus discípulos, nos queda el deseo de hacerle un homenaje a esta gran mujer que con sus conocimientos ha contribuido a que avance la humanidad. Recordemos algunas de las frases más importantes de Hipatia de Alejandría y reflexionemos sobre ellas; a pesar de estar escritas en otra época pueden ser aplicadas en la actualidad:

-Comprender las cosas que nos rodean es la mejor preparación para comprender las cosas que hay más allá.

-Defiende tu derecho a pensar, porque incluso pensar de manera errónea es mejor que no pensar.

-Dios ha creado al hombre como un animal sociable, con la inclinación y bajo la necesidad de convivir con los seres de su propia especie, y le ha dotado, además, de lenguaje, para que sea el gran instrumento y lazo común de la sociedad.

-La vida es crecimiento, y cuanto más viajamos, más verdad podemos comprender. Comprender las cosas que nos rodean es la mejor preparación para comprender las cosas que hay más allá

1 thought on “SED DE SABIDURÍA

  1. Maravilloso texto. Menuda trayectoria de vida la de Hipatia. Una pena su muerte tan violenta y más,de manos de cristianos. Pero así es la Historia…tienen que pasar tantísimos años para alabar hacer grande a una persona después de haberle provocado tanto daño.

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