Sapo, verde y feo, pero altanero, saltarín y cancionero – A TODA COSTA

Un apuesto príncipe desconsolado y triste se lamentaba…

Que desgracia la mía, pues un solo beso me dieron y en príncipe me convirtieron:

– ¿Príncipe de qué?, se preguntaba.

De un mundo donde los hombres se matan en guerras fratricidas, los bosques se incendian, la falsedad está siempre presente, unos no se fían de los otros, la hidalguía y la empatía no se conoce ni práctica, el poder y el dinero predominan… y por si fuera poco, el “Príncipe azul” ya causa risa…

Prefiero ser sapo feo, verde-marrón, de ojos abultados, pero altanero, saltarín y cancionero, que en los atardeceres, desgarra el silencio de la naturaleza con su croar y se baña en charcas y ríos de trasparentes aguas.

Me sentía parte de un ecosistema y estaba feliz jugando con mis congéneres…Ahora me veo desplazado, en calidad de príncipe, en un mundo que me llama <<pijo>>.

Estaba ensimismado y abstraído con su grave problema, cuando apareció por detrás de un árbol una joven alta, guapa, de curvas exuberantes, ataviada solo con un ajustado “biquini” que marcaba sus voluptuosas curvas, se le aproximó y le dio un beso de esos de morreo y <<zas>>, de nuevo lo convirtió en sapo.

¡Diablos! para una <<segunda>> vez que me besan, me pierdo un bombón de mujer.

Y es que: ¡Nadie está conforme con su destino!

  Francisco Ponce Carrasco