“Salud para todos/as”
El trabajo pedagógico adquiere un marcado enfoque globalizador para garantizar el abordaje de los acontecimientos derivados del proceso de enfermedad, donde la interacción entre los agentes educativos, se hace esencial para la cohesión entre las enseñanzas vivenciadas y la adquisición de nuevos contenidos derivados de la condición adversa en salud.
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Dra. Toñy Castillo
El Día Mundial de la Salud (DMS), que se celebra todos los años el 7 de abril, marca el aniversario de la fundación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1948, y cada año se centra en un problema de salud pública específico. Este año con el lema “Salud para todos”, la OMS refuerza su compromiso para trabajar por una mejor salud pública, comunitaria y personal, además de centrarse en el camino hacia el logro de la salud para todos, que es el tema de este año, la OMS celebrará su 75º aniversario bajo el lema 5 años mejorando la salud pública.
La sociedad, desde el ámbito de la salud, apuesta por la humanización asistencial. En las últimas décadas, se han producido cambios profundos en las sociedades globalizadas, que han incidido directamente en la atención sanitaria, dando lugar al impulso de nuevos retos pedagógicos en medicina, que unidos a la diversificación de los estándares asistenciales, el envejecimiento de la población y la revolución de las tecnologías en el tratamiento de patologías, han modificado la disposición sanitaria a nivel general, dirigiendo la mirada a modelos donde la base pedagógica se hace sustrato de toda actividad.
En 1987, en Ginebra, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se reunió para tratar el tema de la Educación Multiprofesional, informando que el concepto “personal de salud” aglutinaba a todo/a profesional que, aun con diferentes antecedentes educativos, realizaban tareas en pro de la salud, en los estadios de promoción, prevención, curación, rehabilitación, paliación o consuelo. Asumiendo que el trabajo que se deriva de estas especializaciones actúa directamente en los parámetros de bienestar de la persona con enfermedad o en prevención de las mismas.
Desde la OMS, la figura pedagogo/a en el hospital, se considera personal de salud, favoreciendo desde el ámbito de la educación, la calidad de vida durante el ingreso hospitalario, en la atención domiciliaria, o delante de técnicas con abordaje pedagógico. Contribuyendo, dentro del equipo multidisciplinar, a la normalización, información y formación necesaria para ayudar paliar los efectos de la situación de adversa, en beneficio de la estabilidad integral. Considerando que la salud, es más que la ausencia de enfermedades, siendo un estado completo de buena adaptación, de crecimiento y de desarrollo vital.
En consecuencia, la atención pedagógica en un entorno de intranquilidad se hace fundamental, y la valoración de la función pedagógica se manifiesta incuestionable, pues incluye en su tratamiento, aspectos relacionados con la afectividad, la empatía y el conocimiento. Apostando por el trabajo de equipo que incide en la formación global del ser humano.
La actividad pedagógica en los hospitales no es reciente, sin embargo, lo que hasta hace muchos años se venía haciendo, a través de instancias con un marcado carácter caritativo-asistencial, poco a poco, se ha ido convirtiendo en una nueva ciencia en el marco educativo y en una actividad profesional con un evidente poder transformador, abarcando contextos amplios, pudiendo desarrollarse, tanto en unidades docentes creadas en los hospitales (aulas hospitalarias), en las habitaciones, cámaras de aislamiento o en atención domiciliaria en periodo de convalecencia, recuperación o paliación, creando un clima favorable que potencie la equidad, intentando dar respuestas a la diversidad de necesidades.
Para paliar los desencadenantes y las situaciones de tensión, es necesario que pedagogía y salud trabajen de manera conjunta en la evolución del proceso terapéutico. Bajo un modelo de intervención basado en el “paciente” “como ser activo”.
Las actuaciones pedagógicas cumplen una función integradora, fomentando un ambiente relajado donde impere la buena convivencia, tomando fuerza la figura del pedagogo/a en el hospital que ejerce un gran poder para combatir el síndrome hospitalario, desviando la preocupación en torno a las enfermedades hacia actividades educativas, afianzando la seguridad de la persona enferma, intentando serenar las situaciones desencadenantes de estrés y promoviendo la confianza y autoestima.
A modo de síntesis es imprescindible dotar de respuestas pedagógicas a todo ingreso y convalecencia hospitalaria con propuestas que ayuden a estimular y fomentar la participación de la persona enferma, con el objetivo de facilitar un entorno favorable hacia de la igualdad de oportunidades, partiendo de procesos adaptados a las diferentes patologías y situaciones personales, donde las actividades formativas y de orientación a la persona enferma, juntamente con las estrategias pedagógicas específicas de intervención, creen un marco global de actuación.
Siendo necesario que, los pedagogos y pedagogas desarrollen enfoques y proyectos en los contextos de promoción de la salud que contribuyan, dentro del equipo multidisciplinar, a alcanzar altos índices de humanización que favorezca la calidad de vida.
Desde el Grupo de Investigación de pedagogía y salud del Colegio Oficial de Pedagogía de Cataluña trabajamos en beneficio de la salud para todas las personas.
Dra. Toñy Castillo
Coordinadora del Grupo de Investigación de pedagogía y salud del Colegio Oficial de Pedagogía de Cataluña.