RATITA HORMIGUITA, POEMA DE MARÍA DOLORES ALABARCES VILLA
RATITA HORMIGUITA
Yo conocí una ratita
tan chiquita, tan chiquita,
que de pequeña que era
parecía una hormiguita.
Ella siempre paseaba
a lomos de su mamá
y tan solo la dejaban
en su casa sola andar.
Su mamá le aconsejaba
que no se fuera muy lejos.
Ella no oyó su consejo
y un día se perdió.
Pobre ratita chiquita,
por esos mundos solita
sin nada de protección,
en peligro de extinción.
Buscaron por todos lados
hasta con lupas de aumento
y volvieron sin aliento,
pues, ninguno la encontró.
De pronto un fuerte viento
inesperado empezó
y las puertas de su casa
sin esfuerzo las abrió.
Allí entre hojas secas
la ratita apareció,
asustada y dolorida
de su suerte se alegró.
Y le dio gracias al viento
que a su casa la lanzó.
Su padre estaba contento
y su madre la abrazó.
feliz y con su familia
su regreso festejo.
Con esta triste experiencia
la ratita ya aprendió
la importancia de la obediencia
que su madre le pidió.
El poema «RATITA HORMIGUITA» de María Dolores Alabarces Villa es una entrañable y didáctica narración en verso que captura la esencia de una lección invaluable sobre la obediencia y la seguridad. La autora utiliza la figura de una pequeña ratita, tan diminuta que parece una hormiguita, para relatar una historia que evoca ternura y preocupación a partes iguales. A través de un lenguaje sencillo y rítmico, Alabarces Villa nos transporta a un mundo donde los animales y sus emociones son reflejo de nuestras propias experiencias humanas.
La ratita, montada sobre su madre y explorando el mundo, simboliza la curiosidad y la inocencia de la infancia. La advertencia maternal y la posterior desobediencia de la ratita nos recuerda las etapas del crecimiento en las que la exploración de lo desconocido puede llevarnos a situaciones peligrosas. La pérdida y la desesperada búsqueda de la ratita subrayan el amor y la preocupación incondicional de los padres, mientras que el inesperado viento que la devuelve a su hogar actúa como un símbolo de esperanza y protección divina.
El reencuentro de la ratita con su familia está cargado de emoción y alivio, una celebración de la seguridad recuperada y de la importancia de aprender de las experiencias vividas. La moraleja del poema destaca la relevancia de escuchar los consejos de aquellos que nos quieren y buscan protegernos, una lección que, aunque sencilla, tiene unas implicaciones profundas.
En definitiva, este poema no solo es un hermoso relato infantil, sino también una reflexión sobre las dinámicas familiares y el crecimiento personal. La destreza de Alabarces Villa para transmitir estas ideas a través de una historia conmovedora y accesible lo convierte en una joya literaria que deleita tanto a niños como a adultos.