RACISMO
La comunidad mundial actual considera el racismo como una de las realidades más leoninas y declinables que existen. Las demostraciones de la agresividad racial consiguen prácticamente un repudio público, llegando a dar la sensación de que terminan ahí, en esas situaciones que parecen aisladas y excepcionales a ojos de quienes ni las sufren o quienes las desconocen.
Sin embargo, esta perspectiva no es, sino la punta del iceberg, ya que esos casos representan solo una parte de un todo más amplio y enraizado en la sociedad e instituciones y que, al estar tan instalada en el subconsciente y formar parte de comportamientos normalizados, pasan desapercibidos o son minimizados, relativizados o negados, pero no vistos como lo que son.
En un sinnúmero de naciones del mundo, el racismo determina las vidas de las personas. Ejemplos de ello hay muchos, tales como las paradas policiales por perfil racial, la satanización del color de piel u origen en los medios de comunicación, el racismo en el lenguaje, los Centros de Internamiento de Extranjeros, la negación del acceso a espacios públicos y privados, la limitación en el acceso a las viviendas, la segregación escolar, la guetificación de los barrios, la brutalidad policial… Sobre todo, esta última es maligna y perversa ante la ciudadanía de todo el mundo, en especial, la estadounidense. Una parte muy significativa de la humanidad sabe lo que le sucedió a George Floyd, el hombre afroamericano, que murió después que un policía blanco, Derek Chauvin, le presionó el cuello con su rodilla durante más de nueve minutos. Derek se encuentra acusado de asesinato en tercer grado y homicidio en segundo grado por la muerte de Floyd, pero no irá a la cárcel, ya que el magistrado elevó el valor de su fianza a un millón dólares. Si paga esta cantidad, será puesto en libertad condicional hasta que se celebre el juicio. Inmenso error de este juez. Si Floyd fuese su hijo, ¿actuaría este juez de la misma manera? No, no, No.
El día Internacional contra la Eliminación del Racismo se celebra el 21 de marzo de cada año. Por consiguiente, siempre debemos recordar que el estigma social hacia las personas chinas o de origen afroamericano y asiático crea miedo y odio.
En estos tiempos difíciles es cuando debemos mostrar nuestro lado más humano y sumar para poner fin a la discriminación racial, la xenofobia y cualquier otra forma de intolerancia. Somos seres humanos y eso es lo que nos une.
Hoy el racismo adopta formas diversas en distintos países, aunque el nexo común, alimentado de prejuicios, siempre conlleva discriminación, segregación, rechazo a la cultura y a los valores ajenos, y puede manifestarse en conductas que van desde la negación de derechos humanos y el hostigamiento, hasta la violencia y la limpieza étnica.
La ética de la tolerancia y la educación intercultural junto a la integración social y la garantía de los derechos humanos, son factores necesarios para avanzar en esa lucha, permanente, para la eliminación de la discriminación racial en favor de la convivencia democrática. Sobre todo, para construir un mundo mejor. Gritemos todos. ¡Solo una raza, la raza humana!
Carlos Benítez Villodres
Profesor y poeta